SIN
IMPUESTOS NO HAY PARAISO
Suele ser fácil
saber si un partido político (ahora que hay tanto camaleón) es de derechas o de
izquierdas, para ello basta escuchar qué dice sobre los impuestos.
Si es partidario de
bajarlos es un partido de corte conservador. Y cuanto más quiera bajarlos más
de la extrema derecha.
Mientras que si
propone subirlos en función de lo que gana cada persona (o sea, que a mas
ingresos más deba pagar también en porcentaje) entonces estamos ante un grupo
de izquierdas.
La postura primera
está basada en el “tanto tienes tanto vales”. Que leída al revés significa: si
te va mal la culpa es tuya, o porque eres un vago o simplemente porque no vales
para nada, porque eres tonto.
La postura segunda
(la de usar los impuestos para repartir la riqueza de arriba a abajo) está
basada en el “hoy por ti mañana por mí” (vulgo solidaridad).
En la tribu
comunista (perdón por el nombre pero es que como tenían todo en “común” pues
eran “comunistas”) aún no existía el dinero, y por tanto no existían los impuestos
como los conocemos hoy. Pero si existía la solidaridad como mecanismo
inteligente para subsistir ante las adversidades de la Naturaleza (frio,
hambre, enfermedades, ataques de animales o de otras tribus).
Y esa solidaridad
inteligente (no solo sentimental y de buenas personas) eran los impuestos que
tenían. Cada uno y cada una aportaba según su capacidad y recibía según sus
necesidades.
De manera tal que al
niño no se le pedía salir a cazar, y si no lo hacia se le privaba de comida; lo
mismo que al anciano se le dejaba quedar en la choza mientras se salía a por
leña y comida, y no se le castigaba por
vago. Tratamiento similar al que se le daba a quien enfermaba, no privándole de
nada con el argumento de que no trabajaba.
Pero en el proceso
evolutivo, al aparecer la propiedad privada como concepto hizo que los más
fuertes acapararan mas riquezas (tierras y mujeres) e incluso que inventaran
los impuestos para sacarle al pueblo de los bolsillos lo que era del pueblo (con
la disculpa de prometer defenderles si les
atacaban otros: vamos el mismo trabajo,
o sistema de extorsión que usa la mafia)
Un ejemplo del
enriquecimiento de los poderosos mediante los impuestos son los diezmos y
primicias que cobraba la Iglesia Católica Apostólica y Romana
De ahí viene la
antipatía (e incluso el odio ancestral) contra los impuestos, de manera tal que
al pueblo, de entrada, le cae bien eso de que le bajen impuestos (lo mismo que
le cae bien que le prometan libertad porque en sus genes añora la libertad que
le robaron los que ahora se la prometen: los ricachones).
Sin embargo,
actualmente, la única manera de redistribuir la riqueza de arriba a abajo es
con los impuestos.
Redistribución que
beneficia a todos, pero sobre todo a los autónomos (colectivo que se cita porque
suele ser el que muestra más angustia con el tema de las tasas).
Usemos para
demostrarlo la situación de Zamora. Gracias a los impuestos el gran numero de
jubilados que hay, o cobra lo suficiente para vivir bien o cobra menos. Pero si
cobra menos va a consumir menos (todo jubilado trabaja de consumidor) y si así
es, el negocio del autónomo se va a resentir por pérdida de clientes.
Lo mismo ocurre con
lo que despectivamente se llaman “paguitas”. Si se suprimen entonces el consumo (pieza
esencial del sistema capitalista) se viene abajo.
Es más, soy de la
idea de que la España Vaciada solo se podrá rellenar, aparte de dotándola de
más y mejores servicios dándolo a cada
ciudadano 500 euros al mes si vive en poblaciones de menos de 1.000 habitantes.
Y eso requiere impuestos.
Paco
Molina. Zamora. 3 de Junio del 2024
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