miércoles, 25 de diciembre de 2013
LA PLAZA DEL FRESCO (((He encontrado este escrito del año 2008. Me parece que refleja bien lo que fue un acto que nos debe servir de ejemplo. Por eso hoy lo divulgo de nuevo por estas redes, para que llegue más lejos la lección de honor y valentía que nos dio Luis Ángel Puente Román))
“Cógete a la cuerda chaval”
Cuando los bomberos comprobaron que no podían rescatar a los piragüistas con su propia lancha, Luis Ángel Puente Román, experto en salvamentos de ese tipo, comprendió que el problema era más grave de lo que esperaban.
Por eso, cuando se ató la cuerda de seguridad, que le permitía acercarse a los tres jóvenes que practicando su deporte favorito se habían visto sorprendidos por el imponente río, masculló su preocupación.
Aún así, y a pesar de sus temores, todo iba saliendo bien hasta que vio el estado en el que se encontraba el último de los chicos. No tenía fuerzas, llevaba bastante rato en el agua, aguantando, agarrado a donde podía, pero sin poder soltarse para salir porque era evidente que el agua, fuerte y violenta, acechaba.
Luis olfateó el peligro. Sopeso los pros y los contras. ¿Le quedaba tiempo para, conservando la cuerda que le aferraba a la vida, agarrar al muchacho y salir juntos?. Su experiencia le dijo que no; actuó como un gran profesional con datos. No había tiempo que perder y no lo perdió, “le doy la cuerda y yo, que estoy mejor pertrechado y preparado, ya saldré que además están aquí todos mis compañeros”.
“Toma la cuerda chaval, agárrate a ella” debió de ordenar con cariño, dándole ánimo, a quien lo necesitaba.
Pero toda la buena suerte que había tenido en la vida con una mujer como Silvia, y dos criaturas deliciosas, sus hijos, se esfumó de golpe.
El río, aunque era el nuestro, el Duero, no sabía que era uno de los suyos. Lo mató.
El Ayuntamiento le ha otorgado la “medalla del alma” de la ciudad. Por héroe. Gloria a ti persona ejemplar.
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