martes, 29 de octubre de 2019

MARIA DOLORES GONZALEZ RUIZ. ”LOLA”. Admirándote




MARÍA DOLORES GONZÁLEZ RUÍZ. ”LOLA”

NUESTRA LOLA.

Cuando se produjo el Big Bang  de nuestra pandilla, cada trozo de aquel grupo, cada uno de nosotros, salió despedido hacia sitios muy diferentes.

Y así Lola, la que a todos los chicos del grupo nos turbaba, o si queréis que se entienda mejor, nos gustaba, siguió una trayectoria que ha dejado escrita en el cielo las palabras valía y valentía.

En la década de los sesenta Lola era nuestra. Teníamos 13, 14, 15 y así, años. Y su llegada de Madrid, por vacaciones, era esperada con expectación y entusiasmo. Era La Perla del grupo.

Entonces las cosas eran como eran, y no requerían mayor explicación. Ahora, al saber de su muerte y por tanto de su vida, todo se explica mejor.

Por no hablar de lo físico, lo cierto es que rezumaba un encanto y una capacidad de seducción no deliberada, que nuestra inocencia no supo ver. Y ella tal vez tampoco.

Pero si echamos cuentas y vemos que en 1969 con 23 años. y algunos sin destetarnos aún, ella era activista roja y que a su novio, a su amor por lo tanto, Enrique Ruano, lo arroja la policía por una ventana en un presunto registro tal vez para ocultar que se les había ido la mano en el interrogatorio, entonces debemos admirarla y quererla aún más de lo que ya lo habíamos hecho.

Pudo dejarlo todo y siguió. Ved ahí su valía. Y encontró otro amor. Sin duda porque ella era un amor en si.

Y sólo  ocho años después, en 1977, casada con Francisco Sauquillo, y valiente como siempre era, aún sin que lo supiéramos con precisión, estando en el despacho laboralista de Atocha de CCOO y siendo miembro del PCE, sufren un atentado del que milagrosamente sobreviven cuatro personas.

Han entrado unos pistoleros del Régimen de Franco y han disparado para asesinarles a todos. Sus heridas fueron tan definitivas que la consideraron muerta. Pero salvó. La vida, la valía y la valentía.

¿De qué estaba hecha Lola; nuestra Lola?

Hace dos o tres años la encontré en un acto de rojos en Madrid. Era para ver si nacían las mesas de convergencia. Oi quien era y la busqué hasta no parar. Le hablé de nuestras comidas anuales, y mostró ganas de asistir a alguna.

Pero ya sabéis, la vida se enreda y no hilacha lo deshilachado.

Ahora, al saber de las circunstancias de su muerte, me he quedado impresionado y perfectamente informado a la vez.

Tenía una nueva pareja, he ahí su encanto, su perfección como persona, que da lo que se busca en otras personas.

Y todavía más, según la crónica, ella habría muerto de un cáncer y dos días después su actual marido, se habría quitado la vida con medicinas.

¿Qué tenía Lola que no se podía vivir sin ella?

¿Existe mayor prueba de amor que no soportar la marcha de la pareja? ¿Existe mayor calidad humana que el de ser imprescindible?

No se lo que tendría Lola de tan especial, pero yo me siento estúpidamente importante y especial, por haberla conocido.

Espero que a vosotras y vosotros os pase algo parecido.

Se va la infancia, se va la adolescencia, se va la vida.

Gracias a todos por haber hecho la mía tan agradable.

Gracias Lola.

Paco Molina. Zamora. 2 de Febrero del 2015

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