LA PLAZA DEL FRESCO
LA ACERA DE ENFRENTE
Se supone que ustedes conocen el chiste de aquél señor que llegando a una acera pregunta a alguien que estaba por allí: “Por favor ¿la acera de enfrente?”
A lo que ésta responde: “Aquella”. “Pero si vengo de aquella y me han dicho que es ésta”
Pues algo así ocurre con las aceras de Zamora, parece siempre que la acera que están arreglando es la de enfrente, porque lo que es la propia, aquella en la que tropezamos día a día, no la arregla nadie.
Y sin embargo esto de las aceras debía de ser como las cuatro reglas para esto de ser Alcalde .
Es decir, si alguien no sabe arreglar aceras no debería mandar en un municipio, lo mismo que si no sabe sumar, restar, multiplicar y dividir, no debe dedicarse uno a la contabilidad.
Hemos pasado el Ecuador de la legislatura y la gente se queja más de que las aceras están mal que de que no haya Puente Nuevo.
Se da por hecho la tomadura de pelo de que del Puente Nuevo no se huela ni la primera piedra (la política es así, dice la sabiduría popular); pero no se entiende que la gente caiga, tropiece o se indigne con las losetas levantadas, los trozos rotos, o los agujeros impertinentes allí por donde va el carril-peatón de los vecinos sencillos (la política no debe ser así, repite la sabiduría popular)
Así que en cuanto pase la NocheVieja Universitaria, el 11 de Diciembre, por piedad, arreglen las aceras (todas) y luego ya haremos esas cosas tan estupendas y tan caras que sólo sirven para minorías.
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