BIENVENIDO A TU PASIÓN
Ya vuelves a estar en Zamora, ya vuelves a encontrarte a gusto.
Acabas de entrar en tu borriquito de gasolina, entre palmas de manos amigas que se te tienden y ramos de bellos rostros que no has olvidado.
Acabas de entrar en tu borriquito de gasolina, entre palmas de manos amigas que se te tienden y ramos de bellos rostros que no has olvidado.
Sabes que Zamora no es la ciudad más bonita del mundo y notas, sin embargo, que cada vez te sientes más a gusto en ella, que cada vez está más en tu vida.
Estabas deseando que llegara Semana Santa para volver.
El sabor de estos días ha rebrotado: sabor a aceitadas, sabor a sopas de ajo, sabor a dos y pingada, sabor a aquellos labios que se estrenaban y entrenaban contigo y, de nerviosismo, redoblaban su temblor, como tambores que os acompañaran en ese viacrucis bello que es el amor.
El sabor de estos días ha rebrotado: sabor a aceitadas, sabor a sopas de ajo, sabor a dos y pingada, sabor a aquellos labios que se estrenaban y entrenaban contigo y, de nerviosismo, redoblaban su temblor, como tambores que os acompañaran en ese viacrucis bello que es el amor.
Te vuelves a encontrar a gusto en la casa que, aunque renovada, aún conserva muebles, olor y caras que tú quieres, que tú no olvidas, que son tu propia vida.
Alguien tiene un programa de las procesiones, alguien te comenta como están las cosas, alguien, que te conoce más, como quien no quiere, te desliza una información sobre esa persona que siempre te turbó.
Sales con ganas de verla, de cruzarte con ella, y al recorrer de nuevo las calles sientes el olor de aquel Domingo de Ramos en que los dos estrenabais, extrañamente tímidos, zapatos y chaqueta.
El bullicio es de un tono alegre.
Tus hijos, a los que les has contado una y mil veces lo de ver la procesión desde el puente, lo del miserere, lo del merlú, lo del barandales, lo del juramento; tus hijos corren alegres y libres por la ciudad con la que a veces les aburres.
“Mamá, papá, mamá, papá, en Zamora no hay esto”.
En Zamora no hay muchas cosas pero si encontraras un trabajo, piensas, “me vendría”
Tus hijos, a los que les has contado una y mil veces lo de ver la procesión desde el puente, lo del miserere, lo del merlú, lo del barandales, lo del juramento; tus hijos corren alegres y libres por la ciudad con la que a veces les aburres.
“Mamá, papá, mamá, papá, en Zamora no hay esto”.
En Zamora no hay muchas cosas pero si encontraras un trabajo, piensas, “me vendría”
Hay que cenar deprisa para ver esta otra procesión, y te descubres, al poco rato, explicando, con un cariño inexplicable, a tu suegro todo aquello de lo cual incluso un día te burlaste.
Pero tampoco eso fue malo, a ti te sobraba vida y a Zamora le faltaba, a ti te sobraba amor y Zamora te lo negaba.
Hoy sabes que Zamora no era así por ser Zamora, era así porque era así en muchas partes.
Pero tampoco eso fue malo, a ti te sobraba vida y a Zamora le faltaba, a ti te sobraba amor y Zamora te lo negaba.
Hoy sabes que Zamora no era así por ser Zamora, era así porque era así en muchas partes.
Por fin la has visto, os habéis podido saludar, te sigue gustando; fue la noche de la de las capas cuando os cogisteis las manos y no las soltasteis prácticamente hasta el domingo de Resurrección.
¡Qué júbilo de domingo!
Pero el beso que le das a tus hijos está lleno de melancolía, te tienes que ir.
“¿Os ha gustado Zamora?”. “Si, pero…¿Quién era Calvito los Bodajos?”
Pero el beso que le das a tus hijos está lleno de melancolía, te tienes que ir.
“¿Os ha gustado Zamora?”. “Si, pero…¿Quién era Calvito los Bodajos?”
PACO MOLINA
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