LA PLAZA DEL FRESCO
OJO CON LOS MODERNOS
Zamora tenía un puente de piedra con sendas torres en sus entradas ( o sea, con dos, una en cada lado).
Era un puente muy especial y atractivo, gracias precisamente a esas dos piezas, también de piedra como el puente.
Pero llegó el progreso, los carros, y los carros grandes, y los carricoches, y entonces los modernos gritaron ¡viva el progreso! y tiraron las dos torres para que pasaran mejor los coches.
¿No hubiera sido mejor para Zamora que se hubiera hecho otro puente?
Zamora tenía dos puertas de entrada a la muralla en Santa Clara (donde la Farola) y en San Torcuato (donde la Plaza de Alemania). Encima entre ambas puertas, de piedra señorial, se conservaba casi completo el lienzo de muralla que las unía.
Pero llegó el progreso y la modernez y con la disculpa de que así se ventilaba mejor la ciudad (como lo oyen), de nuevo los modernos gritaron ¡viva el progreso! y zas, se cargaron todo de un plumazo para que pasaran mejor los coches.
¿No hubiera sido mejor cuidar todo como en Ávila?
Teníamos un buen Castillo, y de él se hizo un cuartel, una cárcel y un centro de estudios; ahora sabemos que también los modernos nos llevaron por el mal camino.
Y en la actualidad, los modernos atacan de nuevo y nos dicen lo que es moderno: cargarse la simbólica, especial y más llena de vida calle de Zamora, Las Tres Cruces, llamando caos a la viveza de su comercio y el transito de su calzada jamás atascada.
La modernez ahora consiste en meter coches debajo quitando la vida de arriba, como si no hubiera sitios mejores, ni modernos peores.