LA PLAZA DEL FRESCO
INCREIBLE PERO CIERTO
Esto es un señor que tiene una enfermedad que se le ha vuelto crónica. Es decir convive con ella durante los últimos años.
Las molestias crónicas son un gran incordio para desarrollar una vida normal pero a quienes están en estas situaciones no les queda otro remedio -y es buen remedio- que vivir con ellas. O sea, el llevar la enfermedad a cuestas cuesta pero es la única manera de vivir y disfrutar lo que se pueda.
En este plan nuestro protagonista, como muchas veces, se viene del pueblo a la capital, a Zamora capital.
Pero claro, como está enfermo de vez en cando le de un susto el cuerpo.
Eso ocurrió en una de sus visitas. Sufrió un sincope mientras conducía por la Avenida de Requejo.
Sabedor de sus males paró el coche y salió. La gente al ver su estado le atendió y condujo -a pie- hacia un lugar mejor.
Enfermo y con un síntoma –el malestar- que le alarma, él ciudadano pasa de coche. Se preocupa más por él mismo que del coche.
Y mientras le atienden, en no se donde, el brazo listo de la Ley actúa y ¡¡zas!! le ponen una multa.
Tampoco tenía por qué saber el policía de turno lo que pasaba; el coche estaba mal aparcado y ¡¡zas!! Multa al canto.
Vale; pero lo que no vale o no entra en cabeza de ciudadano de una ciudad que se vende al turismo como “tranquila”, es que tras haber contado su caso el afectado se mantenga la multa. Genial
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