CIENCIA-EMOCIÓN
Reír cuando uno está sano, cuando a uno le van bien las cosas, es relativamente fácil, sin perder por ello el momento ni un ápice de placer.
El placer de reírse a gusto.
Por el contrario, cuando a uno le está doliendo una muela o le duele la cartera o le duelen los cuernos, etc, etc., es muy difícil que algo o alguien nos arranque una carcajada.
Sin embargo, si se produce esta, es decir, si aparece ese impulso incontenible de la risa, durante el tiempo que dura, sea normal o diminuto tal instante, el que tiene la suerte de reír se nota en el mejor de los mundos, y mientras ríe no siente el dolor de muelas y ni siquiera las muelas, no siente que existan problemas, no siente otra sensación que la de creerse un ser completo, un ser sin carencias.
Algo muy similar ocurre con otra de las sensaciones más buscada también por el ser humano, con el orgasmo.
En el momento que lo sientes, que lo vives, eres dios, nada te falta, nada necesitas, nada te sobra.
El paralelismo entre el placer de reír y el placer del orgasmo existe, si bien el segundo podemos considerarlo como un placer de alto voltaje respecto al primero.
Pero creemos que aún hay más facetas que ponen en evidencia ese paralelismo.
En una relación plural a la busca del orgasmo, la impotencia que más duele, la que más hiere, es la de ser incapaz de dar un placer total a tu pareja, porque la otra, la incapacidad para gozar uno mismo, con ser impotencia, siempre es disfrazable; sin embargo la otra no, la otra es pública y tras reflejarse en la persona de enfrente vuelve a nosotros.
Tal vez por ello cada vez es mayor la demanda de actos en que buscamos que toda causa tenga un efecto claro e inmediato (toda caricia una respuesta). Tal vez la violencia y el sadismo sean un reflejo de esa necesidad de VER RESULTADOS.. Tal vez ciertas pasiones por las armas, por la caza, por los coches potentes (¡¡potentes!!). Tal vez..
Pero volviendo a enlazar con lo que nos parece un paralelismo entre orgasmo y risa, destaquemos dos hechos por todos observados.
El primero es que no hay apenas ser humano, por serio que sea, que no aspire o no busque o no utilice la posibilidad de hacer reír o la de reírse.
Y el segundo es la intuición de los pelotas/aduladores; saben perfectamente que cuando el jefe hace un chiste o gasta una broma, hay que reírse como si tuviera gracia porque un jefe nunca permitiría sentirse incapaz de hacer reír…ello le haría sentir un cierto grado de impotencia y eso…no se perdona.
¿Y la sonrisa? La sonrisa sería paralela a esas suaves caricias de esos momentos en que aún sin orgasmo, también son sublimes
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