SOBRE
EL ESCABROSO ASUNTO DE LA RELIGIÓN EN LAS ESCUELAS.
Circulan por las
redes sociales dos narraciones importantes. Una con gran número de adeptos y la
otra con menos pero igual de significativa.
Recomienda la primera que ya que los niños se
creen a pies juntillas todo lo que le dicen sus padres (que hay reyes magos,
que existe el ratoncito pérez, etc.) hay que tener cuidado pues ocurre que con
la misma fe aceptan como ciertas las cosas que los padres dicen de ellos (eres
un inútil, eres un vago, eres un mal hermano, ..) lo que les causa complejos y
un gran dolor y pesar para siempre; siendo la moraleja, que siempre se debe
hablar en positivo a los peques,
destacando sus virtudes, por menguadas que aún las tengan, etc.
Y la otra cuestión
de notable importancia, aunque no se le ha dado, es que una ciudadana, con
motivo de la muerte de su perro, comentó su profundo dolor y como le había dado
sepultura junto con el peluche que había jugado durante toda su vida (el
perro).
Empecemos comentando
esto último, porque los intérpretes interesados de la Historia, nos han contado
hasta la saciedad que el sentimiento de religiosidad es inherente al ser
humano, siendo una prueba de ello, dicen, que han aparecido enterramientos antiquísimos
en que junto al cadáver había objetos o riquezas del difunto (posiblemente para
que le acompañaran en el largo viaje hacía Dios, dicen los traductores de la
superstición religiosa). Todo ello cuando la explicación es así de sencilla, y
tan sencilla como la que nos da la usuaria de
facebook que nos contó su pesar y cómo lo alivió (salvo que creamos que
ella cree que su perro está en el cielo con el peluche).
Es decir, resumiendo
las dos cuestiones comentadas y para seguir, debemos concluir que: 1. No hay
dioses, ni por tanto religión que valga la pena. 2. Con la educación, con la
información a los niños, hay que tener sumo cuidado y delicadeza para no
amargarles la vida (y nunca mejor dicho),
Con lo cual llegamos
así al dogma de la derecha sobre el presunto derecho a la libertad que deben
tener los padres para elegir el centro
donde estudien sus hijos (porque son suyos y no del estado) y la defensa de que
la religión esté en el curriculum (y si puntúa para la media mejor).
Pues bien para
desmontar el tinglado debemos de tener claro que, primero, por más fe que
tengan los progenitores, no hay dios, y por tanto las religiones son un mercado
donde se vende una mercancía que no existe. Es decir, tú pagas y lo que se te
da a cambio es una ilusión.
Pero tan cierto como
lo anterior es el hecho de que en efecto, los padres lo que quieren es lo mejor
para sus hijos (y por eso quieren que tengan la misma fe que ellos ya que al
parecer les ha hecho felices).
Dando por bueno, de
entrada, que el elegir centro es un derecho, deberíamos asumir que para poder
elegir debe haber, al menos, 2 cosas
distintas (damos por hecho que no hablamos de elegir el colegio que nos queda
más cerca de casa o del trabajo. etc).
Luego para poder
elegir, pongamos que en España, ya que aquí estamos y aquí está el debate,
debería haber unos colegios regentados por los Hermanos Maristas (enseñanza
concertada católica) y otros por los Hermanos Marxistas (y no porque haya
quienes acusan a estos de hipnosis religiosa, si no porque son lo que quieren
evitar quienes envían a sus hijos con los Hermanos Maristas).
Pues bien, debemos
reconocer que cuando la derecha exige el derecho a elegir entre cosas distintas, antes, ella
misma, debería promover la red de centros concertados de los Hermanos Marxistas
(con las mismas subvenciones y bicocas materialistas y ateas que los de la red
de los Maristas).
Pero no lo hacen, y
no lo hacen porque consideran que la enseñanza pública, la que imparte el Estado
(porque tiene ese deber y obligación, y por tanto sin ánimo de lucro, ni de
adoctrinamiento), esa es, gobierne quien gobierne, la red concertada de los
hermanos marxistas.
Es decir, consideran
que son dos redes educativas diferentes por el tema de la enseñanza de la
religión. Cuando en realidad las dos redes son idénticas en ese aspecto.
En efecto, en los
centros públicos se siguen dando clases de religión católica, no existiendo
mayor herejía científica que junto a enseñanzas sobre saberes objetivos que ha
acumulado la Humanidad, se ofrezcan e impartan clases sobre las supersticiones
de un cierto número de habitantes de la Tierra. Porque no es lo mismo el
Teorema de Pitágoras, útil para tirios y troyanos, que el de la Santísima
Trinidad, que aunque es más difícil de entender no sirve para los no creyentes
(ni para los creyentes, que al parecer con que se arrepientan en el último
segundo van al cielo aunque hayan sido creyentes no practicantes toda la vida).
Y acabamos con el célebre “mis hijos son míos,
y no del estado, y quién va a querer mejor lo mejor para mis hijos que yo que
soy su padre”.
La letra suena bien, pero la música chirría.
Si un padre, porque lo quiere, envía a
su hijo a estudiar donde se enseña únicamente lo que aprendió irrefutáblemente la
Humanidad a lo largo de su existencia (cosa que hace el Estado) está queriendo
a su hijo al máximo porque no le está sometiendo a enseñanzas que en esa misma
historia de la Humanidad se han demostrado científicamente falsas.
Porque ¿A dónde
hubieran enviado a sus hijos nuestras derechas, a las escuelas subvencionadas por el Imperio Romano donde se daban
clases de Religión sobre los dioses Marte,
Júpiter, Venus, Afrodita,…., que luego resultó que no existían? Porque esto de
los Hermanos Maristas es cosa de hace dos días en la historia del Homo Sapiens (2.000
años no son nada dice la canción). ¿Les habrían hecho un favor o demostrado que
les querían más a sus hijos por enviarles a vivir tormentos sin cuento y
pecados sin fundamento?
Amén de que el estado,
la tribu, fue un invento de la humanidad para sobrevivir en un mundo hostil y
por lo tanto nada ajeno a las familias y la felicidad de todos sus miembros (si
no fuera porque está, en el caso Español, controlado por quienes lo desprecian
en público y lo ponen a su servicio en privado, las derechas insolidarias que
han creado mil trincheras, entre ellas las religiones, para distraernos y no repartir
sus riquezas demasiado pronto).
Resumiendo. Enseñar
a los niños clases de religión junto a clases de ciencia es estafarles,
haciéndoles creer que ambas cosas son del mismo rango (útiles), porque los
niños, ya lo dijimos, se creen todo lo que les dicen sus padres (yo me creí que
existía Don Cucufato, que me llevaría con él, cual hombre del saco, si no me
portaba bien).
Un respeto a la
infancia por favor. Quien quiera a sus hijos que no pretenda que sean como él
(menos chulería), y si más libres, más sabios y más solidarios.
Paco
Molina. Zamora 3 de Enero del 2021
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