UNA
GUERRA DE PELÍCULA.
Entre 1955 y1965 en Zamora,
los rapaces que aún usábamos pantalón corto, íbamos los domingos al Cine
Barrueco a la matinal (por 3
pesetas). Nos ponían películas de buenos
y malos que nos hacían felices, amén de sentirnos
héroes imitando a los protagonistas.
El argumento indefectiblemente
era de una lucha entre buenos y malos en la que los buenos eran muy buenos y
los malos muy malos. El Bien contra el mal.
La emoción consistía
en vivir los avatares que tenían que pasar los buenos, por serlo, hasta que vencían
a los malos.
Si la película era
del Oeste impepinablemente ocurría que cuando peor estaba el asunto para
nosotros, los buenos, aparecía el Séptimo de Caballería (ver google) y nos
salvaba.
No es que la chiquillada
que abarrotábamos el cine fuéramos protagonistas de la película. Pero nuestra
identificación con los buenos era tan absoluta y total que de perder ellos
perdíamos nosotros. El final feliz era pues obligatorio, y pobre de aquel que se
atreviera a escribir otro guión.
Nada ha cambiado,
salvo mi pantalón corto. Por eso la guerra que se está viviendo en suelo ucraniano,
las gentes la están viviendo como una película de aquellas, siendo el sofá
frente a la tele (da igual que canal) la matinal de los domingos en el cine
Barrueco.
Siendo magnífico, y
necesario, que el mundo libre (nosotros) haya prohibido las noticias del otro
bando, del de los malos.
Gracias a ello sabemos
que Putin es peor que el doctor No (ver James Bond). Bombardea hospitales, refugios
de niños e incluso centros comerciales. A su vez es torpe, y lo que quería acabar
en una semana se le va a alargar en 70
veces 7.
Además intuimos que
si fuera necesario sonaría la musiquilla indeleble del Séptimo de Caballería,
la OTAN, y nos salvaría en el último minuto.
Es tal el regocijo espiritual que nos proporcionan las noticias (somos
buenos porque estamos con el débil y acogemos generosamente a sus mujeres e
hijos desinteresadamente) que no nos parece mal la guerra. Hay que parar el mal
y extender la democracia.
Pero el caso es que todas
las guerras empezaron igual en la Historia de la Humanidad. Teníamos razón, y
nuestros gobernantes, que milagrosamente pasaron de ser políticos indecentes e
ignorantes a ser grandes estadistas, hacían bien en meternos en la guerra.
De hecho en ésta ya
estamos metidos. Si, de momento sin tiros, pero hemos entrado en la guerra
económica contra el enemigo con las sanciones ya conocidas, y eso ya se va notando
en la retaguardia (cuando la fiesta no ha hecho más que empezar).
¿Y qué ocurre cuando
se entra en una guerra? Que del entusiasmo inicial se pasa, ha ocurrido
siempre, a pensar que no hay nada peor que una guerra (incluso si la ganas). Porque
una guerra no se gana sin sacrificios, y los sacrificios y los sacrificados, ya
se sabe quien los pone. Siempre el pueblo.
La gente sencilla:
primero con sus militares que a lo mejor si fueran millonarios de cuna no lo serían.
Luego con víctimas inocentes, niñas y niños, y siempre con el empobrecimiento y
el fin de la vida cotidiana, que pasa a ser miserable y triste.
En España los movimiento
anti gobierno por el encarecimiento de bienes o escasez de productos, solo se están
dirigiendo contra el ejecutivo, pero pronto todo eso se tornará en protestas y gritos
contra la guerra (Recuérdese la llamada “Guerra de Marruecos, cuando España
perdió ese protectorado, al principio se apoyó con entusiasmo, Marruecos era
nuestro y no había más que hablar, pero
cuando los ataúdes empañaron el cielo el pueblo dijo basta)
La guerra es cosa de
ricos en la que mueren los pobres trabajadores y los trabajadores pobres. Esos
ricos en Occidente son los capitalistas (o sea, tú no) y en Rusia en este caso,
los oligarcas, que por si no sabes ruso, sepase que la traducción es oligarca =
capitalista.
Y las guerras se paran
cuando ellos quieren. Así que es deber de patriotas (los que quieren defender
la patria de desdichas), y de pacifistas (los que quieren defender la vida de
todos), presionar a esos capitalistas de uno y otro bando para que firmen un acuerdo,
antes de que todo quede en papel mojado……de sangre.
Paco
Molina. Zamora. Marzo 22 del 2022
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