MARÍA
Y EL ESPÍRITU CRISTIANO.
La María de la que
aquí se habla es la niña de 10 años que estuvo en el escenario de la Plaza de
Cibeles de Madrid celebrando el triunfo de España en la Eurocopa 2024 de futbol
masculino.
La cara de felicidad
absoluta, de dulzura sin límites, de inocencia inigualable, de ternura completa
y de sonrisa infinita fueron lo mejor de esa fiesta con diferencia (y eso que
la fiesta fue arto festiva).
Esa carita, espejo
del alma, reflejaba magníficamente lo que es la infancia, lo que es lo mejor
del ser humano, lo que tal vez sea lo único bueno de nuestra chula especie animal
(chula y mema, por creernos el ombligo de la Creación o la Naturaleza).
Esa frágil figura,
sorprendida de estar viviendo un sueño sencillo, inocuo y nacido de un juego,
es la perfecta imagen de ese mensaje que se le atribuye a Cristo: “En verdad,
en verdad os digo, que quien no sea como una de estas criaturas (y señaló a los
más pequeños) no entrará en el Reino de los Cielos”.
La María de la Plaza
de Cibeles es el resumen perfecto de esa infancia que permitimos que muera en
las guerras (Gaza, Ucrania, etc.) y en un mundo lleno de rapiña y usura.
En un mundo sin
sentido. Pues resulta que María estaba allí gracias al jugador Álvaro Morata, que la había conocido porque
él colabora en una campaña para incrementar los fondos destinados a investigar
la enfermedad que tiene ella.
Es decir, es la
sociedad civil la que mediante aportaciones voluntarias trata de generar dinero
para que cuanto antes se pueda combatir con éxito cualquier mal que nos aceche.
Algo que es
completamente anómalo y demencial, pues debe ser el conjunto social (y no el
ciudadano individual) quien tiene, mediante la estructura estatal, que garantizar
la investigación necesaria para curar las enfermedades y proteger así a menores
y adultos. Y resulta que no se hace suficientemente.
O lo que es peor aún,
se hace lo contrario. Se invierten cantidades ingentes de dinero en investigar
cómo fabricar armas que maten mejor (en el sentido de a más personas en menos
tiempo)
Resumiendo, damos
por bueno invertir en cómo matar a lo bestia (incluidos niños, niñas y bebés) y
no en cómo posponer la muerte lo más posible para vivir la vida placenteramente.
Viendo la bendita cara
de María entendemos a la perfección la frase atribuida a Cristo de que debemos
ser cómo la infancia (inocentes y sin malicia)
para merecer un premio: el de dormir con la conciencia tranquila y
sonriente.
Sin embargo, a
medida que crecemos y nos lavan el cerebro con supuestos valores que no valen
para nada, cada humano se vuelve una fiera. Encontrándonos, por no salir de estas latitudes, con que dicen
que también dijo Cristo: ”A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del
Cesar” (mensaje que justifica que las buenas obras vayan por un lado –meapilismo-
y las leyes de los gobiernos por otro, persiguiendo el “buenismo”).
Porque es esa frase
(seguramente falsa) la que permite ser “católico no practicante”. Y es por eso que
no debe asombrarse el Obispo de Zamora de que desde que llegó acá ya haya
tenido conflicto con los Cubicularios y con la Junta de Pro Semana Santa. Cosa
normal porque aquí, en España, los adultos son, cristianos sí, pero “cristianos
no practicantes”.
Ah!!! y respecto a la
idea de disputarle a Inglaterra la posesión de Gibraltar mediante un partido de
futbol me parece inmejorable. Tal vez de entrada no se entienda, pero ganar o
perder territorios mediante un juego siempre es mejor que mediante una guerra.
Aunque todos consideremos que una cosa tan seria debe dilucidarse por la
fuerza, reconociendo con ello que aceptamos como ley suprema la Ley del Más Fuerte.
Y eso porque nos han hecho creer que “lo bueno es malo y lo malo es bueno” (como
muy bien denunció Agustín García Calvo). Y así nos va.
Paco
Molina. Zamora. 22 de Julio del 2024