NO
TODO VA A SER GANAR.
Doy por hecho que
conocen ustedes la célebre cancioncilla de Javier Krahe titulada: “No todo va a
ser follar”. En ella nos recuerda, con mejor sentido y donaire que el de los
ministros de la religión verdadera, que hay infinidad de cosas más
importantes en la vida que follar, como,
por citar un único ejemplo, la de
coleccionar sellos de Nigeria.
Basándome en ello me
voy a tomar la libertad de transubstancionar “el no todo va a ser follar” por un “no todo
va a ser ganar”.
Cuando yo era
pequeño (pongamos que hablo de la postguerra civil española) era de mala
educación hablar de sexo, dinero y política.
Por tanto deduzco
que hablar de esas cosas no le gusta al Poder, así que hablemos ahora, un
poquito (no se vayan) de política. Bueno más bien de teología política.
Porque el tema de
hoy va a ser el sempiterno (dado que siempre hay alguien que gusta de negar lo
evidente) tema de la unidad de la izquierda (la unidad en las derechas es más
sencilla, pues pende de una llamada telefónica
de la autoridad competente que les de las órdenes oportunas para que se unan y:
¡arrr! firmes.).
Centrado pues el
problema centrémonos nosotros. Empecemos por recordar que en la propia Naturaleza (de la que se dice
que es sabia) las uniones producen cosas
buenas y las divisiones situaciones antipáticas, cuando no peligrosas.
Sirvan 2 ejemplos:
La energía nuclear de fisión, o sea por separación, es mala porque produce
radioactividad, y la de fusión (unión) es buenísima porque cuando se controle
será fuente inagotable de energía. Así mismo: las bodas se celebran y los
divorcios no.
Pero es que esas
ventajas de las uniones también se dan en el campo político. Y permítanme usar para mostrarlo, y de paso demostrarlo,
los avatares sobre el tema de lo que se conoce como “la izquierda a la
izquierda del PSOE”.
Ya antes de las
elecciones europeas escribimos una “carta a las izquierdas desesperadas”, que
se podía resumir en 2 dogmas.
Uno, sin crisis
económicas los pueblos no se encorajuran
(o sea no se ponen en pie) porque la masa suele ser conservadora. Y en
consecuencia, las izquierdas deben tener paciencia (hasta que llegue otra
crisis), y al tiempo tejer la alternativa para cuando aparezca la siguiente oleada
de cabreo. Recordando en este sentido que en esa hoja de ruta debe figurar el pacifismo a ultranza como mensaje
principal, pues estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial.
Sigamos: La crisis
del ladrillo (la que empezó en el 2008) llevó a las izquierdas a la izquierda
del PSOE a superar los 5 millones de votos e incluso al PSOE en el número de
estos (para hacerse una idea del salto, repárese que IU lo más que había
obtenido hasta entonces fueron 2,5 millones de apoyos).
Ahí ganó la
izquierda, pero Pedro Sánchez aún no era “perro” (y si felipista) y dejó pasar
la ocasión. Afortunadamente a la 2ª fue la vencida, y esa masa de demócratas
revolucionarios (o revolucionarios demócratas) desembocó en un Gobierno Social
Comunista (o progresista). Es decir con la unión ganaron.
Pero en política,
como en ajedrez, también el contrario mueve ficha, y así los ataques
calumniosos y falsos (pretendiendo que todos los políticos son iguales) más la
notable mejoría de la vida de la mayoría de los ciudadanos (o sea, la pérdida
de energía), hizo que la fusión a la izquierda del PSOE siguiera encogiendo.
Aún así, “las
izquierdas a la izquierda” juntas, siguieron ganando (los más de 3 millones de
votos de SUMAR hace una año lo muestran).
Ahora bien, se fue uno de los integrantes de la necesaria unión, y claro, coscorrón.
Paco
Molina. Zamora 1 de Julio del 2024
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