martes, 24 de septiembre de 2024

Una China en el zapato

 


Una China en el zapato

Todos sabemos lo incordiarte e incómodo que es tener metida una piedrecita (una chinita) en el zapato; hasta el punto de que la sabiduría popular ha consolidado la expresión “esto es peor que tener una china en el zapato”, para definir situaciones sumamente desesperantes  y antipáticas.

Recordado lo cual centremos nuestra atención en lo que está pasando en el mundo y cómo nos puede afectar.

Tal vez usted está feliz porque la suerte le ha permitido vivir en la parte del mundo donde veneramos la religión verdadera, disfrutamos de un confort que nos evita irnos en patera a ninguna parte, contamos con el ejército más poderoso del universo (la OTAN) para hacer lo que nos dé la gana y definir la realidad (diciendo qué es democracia y qué no, qué país necesita que le invadamos por su bien, etc.) y todo eso porque el sistema económico que decimos defender es el mejor invento de la humanidad: el capitalismo.

El capitalismo está basado en la presunta libertad (de comercio) ya que los teóricos dicen que, mágicamente, el mercado regula los precios gracias a la “libre competencia”.

Competencia que encima (nos dicen) beneficia al consumidor porque hace que cada cosa adquiera su precio justo. Mejorando la calidad del producto y afinando (bajando) su coste hasta llegar a unas relaciones calidad/precio milagrosas.

Y en esas estamos, disfrutando del capitalismo (guerras aparte, como la 1ª y la 2ª, por no hablar de la actual de OTAN contra Rusia en Ucrania) cuando nos encontramos con que China ha pasado de vender productos muy baratos pero malos a mercancías muy buenas (incluso son las mejores en el mundo actual) de todo tipo y a precios imbatibles e imposibles de mejorar  en el “mundo libre”.

Dicho más claro: si en el mundo libre hubiera libertad todos compraríamos productos chinos porque son mejores y más baratos.

Y aquí está el problema, como el mundo libre no es libre (sólo lo es de boquilla) la aparición de China en un mundo global, vendiendo cosas mejores y más baratas (o sea ganando la batalla de la competencia) y ajustando los precios del mercado, ha preocupado y cabreado a los potentados del mundo capitalista.

Y así, a parte de la guerra de la OTAN contra Rusia, que según expertos busca desmembrar este país para luego llegar, a través de la frontera terrestre, a China, y atacarla, hay otros indicios de que vamos a por ellos por si lo dicho parece exagerado.

Repasémoslos: Recordemos que el presidente Trump prohibió a Google trabajar con Huawei y ahora se quieren cargar Tik Tok.

Sigamos ahora con lo que dijo hace un mes la señora Úrsula von der Leyen  (Presidenta de la Comisión Europea) advirtiendo de que: “Hay un problema en el comercio mundial con China porque (según ella) las empresas chinas compiten deslealmente ya que están ayudadas por el estado chino”.

Añádanle a eso que Kamala Harris en su magnífico discurso en la convención del partido demócrata USA, y cuando tomaba posesión de su candidatura a Presidenta de EEUU, vino a decir que la OTAN tendría que resolver el conflicto generado por la agresiva política comercial de China.

Culminando  de momento todos estos avisos de guerra mundial, la reciente vista de Pedro Sánchez ha dicho país para frenar la “guerra comercial” (preludio de la guerra a secas, pues este es el sistema con que el capitalismo imperialista siempre ha resuelto sus crisis gananciales, con guerras para eliminar a la competencia y quedarse con las ganancias).

Lo dicho: El capitalismo tiene una China en el zapato.

Paco Molina. Zamora. 23 de Septiembre del 2024

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