martes, 10 de septiembre de 2024

YO (me) ACUSO

 


YO (me) ACUSO

Lo que voy a contar puede hacer que usted me vea como un tonto, pero mi sentido del deber (del deber de alertar ante una estafa o tomadura de pelo peligrosa) me obliga a esto:

Todo es real (aunque muy resumido). Como cualquier mortal estaba afiliado a una compañía telefónica. Llamémosla I (“I” de compañía Inicial). Entonces (presúntamente ) recibo una llamada de “I” advirtiéndome de que me iban a cambiar las condiciones del contrato drásticamente pero que si no quiero aceptar las modificaciones, por orden de la OCU, me ofrecen 3 alternativas.

De esas 3 compañías telefónicas escojo la que vamos a llamar “F” (“F” de compañía final). Y empiezan los tramites (todo vía telefónica) para hacer eso que creo se llama “portabilidad”.

Pero como les digo que quiero que se me conserven los números que tengo me advierten desde F que hay un problema.

Según F, yo en I tenía un contrato como autónomo y en consecuencia para culminar la portabilidad o cambio de compañía,  debería aterrizar en la nueva también como autónomo (y que luego ya lo arreglarían, poniéndome como particular)

Ante esto cabe subrayar que en I yo nunca pedí estar como autónomo (porque nunca lo fui y no suelo mentir).

No obstante empiezo a hacer el tonto, y acepto ese camino, presuntamente el único y el más rápido. Pero…

Pronto vuelve  a   llamarme F comunicándome que claro mi edad no encajaba con seguir en activo, así que me propone falsificarla  ante I. (Como dice el refrán que “después de haber dicho A se debe decir B”, acepto seguir ese camino y hacer, ahora, el bobo).

Pero para mi sorpresa, una nueva llamada me advierte de que I no acepta mis datos pues al cotejarlos con los que tiene no encajan (lógico). Sin embargo F ha encontrado una solución para resolver mi problema (que recuerdo no es otro que querer cambiar de I a F conservando los mismos números de teléfono).

Advertido del problema el supervisor de la asesora de F que me atiende, según ella, su superior, generoso hasta decir basta, propone a través de ella (y yo acepto) que use su personalidad (es decir que le suplante) y que así no habría dificultades. Y luego, cuando yo ya fuera cliente de F (aunque con una identidad que no era la mía) se pondría todo a mi nombre en F.

Entonces,  tras hacer el tonto y luego el bobo, acepto ahora hacer el imbécil, pasando a ser APM (por cierto, espero no tener que seguir concretando la denuncia pública y acabar dando ese nombre completo por si en verdad existe tal persona).

En consecuencia, a partir de ahí, con un nombre falso, un DNI falso y una cuenta corriente también falsa, atiendo multitud de llamadas de F, de I y del Espirito Santo, en las que miento como un bellaco según las directrices que se me han marcado.

Por razones de espacio no cuento las otras mentiras, producto de otras trampas que favorecían a F, y que según ellos eran necesarias para que I tragara.

Así llega la primera factura, que APM (mi suplantado) se niega a pagar. Raro, pues luego yo le pagaría a él todo hasta el cambio de titularidad. Algo chirría. Empiezan a no encajar las piezas. Ante eso le reclamo a mi asesora R (trabajadora de F y la que ha hablado siempre conmigo) que puesto que yo, aunque con nombre falso, ya era de F, sea declarado titular de F con mis verdaderos datos como habíamos  quedado. Pero R desaparece el mapa.

Naturalmente pagué el mes que estuve disfrutando del producto  con nombre falso, pero volví a I usando una tienda de I. Lectores nunca hagáis nada por teléfono. Siempre todo en tienda.  

Pasado un mes ahora F me atosiga por escrito con nuevas facturas. Pero si continúan, continuará …..

Paco Molina. Zamora 9 de Septiembre del 2024  

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