SOBRE
EL HELADO DE AJO Y LA VALÍA DE ZAMORANAS
Y ZAMORANOS
Tres cosas hay en
Zamora que no consigo vender.
Una. Que se regale a
todo el mundo una pañoleta de la bandera de Zamora. Solo con el rojo (Seña
Bermeja) y el verde, sin rayitas blancas, más el escudo del ayuntamiento. Se
haría vía buzón de cartas. Así cada cual tendría la suya para hacer patria, y encima
no haría falta repetir pañoletas en las fiestas de San Pedro
Dos. Que se recuerde a los calvos del mundo
que pueden venir a Zamora a darle gracias a la Virgen Calva (que está a la
izquierda del altar mayor de la catedral) por haberles hecho así, o sea por haberles dado más testosterona (mayor
hombría) que a otros, siendo su calvicie claro símbolo de ello. Así mismo, para
alentar este peregrinaje, los hoteles
solo les cobrarían la mitad a los calvos (que tampoco sería tanto pues suelen
venir acompañados).
Y tres, y última, de
momento. Que algún artesano de helados elabore uno con un suave toque a ajo,
que se lanzaría al mercado en las próximas fiestas de San Pedro. Ya existe
canción y todo para el evento (“Espresso Machiato”): “Mio amore. Mio amore. Mio amore. Il gelato de ajo, en Zamora, qué
sabore, qué sabore”.
No se trata de
montar un negocio. Se trata de recordar que la vinculación de Zamora y el ajo,
existe, como se narró en su día con en
el célebre “Pregón del ajo” que
así decía:
“Ristra en ristre y
viva el ajo de Aliste.
¿Por qué los que
vivimos en Zamora somos lo mejor del mundo?
Tiene que haber una razón científica ya que espiritualmente,
en la historia de nuestra ciudad, tampoco han ocurrido cosas tan excepcionales.
Salvo que una hostia salió volando de una iglesia, que un ladrón se convirtió
en piedra al intentar huir con el botín de la catedral y que un puente se puso
al revés para que no alcanzaran a un santo.
Lo dicho, salvo esos
tres detalles, debemos pensar que la razón de nuestra descomunal valía tiene
que proceder más de la ciencia que del milagro.
Aceptado esto ¿qué
es lo que existe de común en cada uno de nosotros?
La casa no, porque
cada uno vive en la suya y Dios en la de todos.
El trabajo no,
porque de ello mejor no hablar y menos en fiestas.
La vida sexual
tampoco, porque aunque la de todos es muy sana el tema es excesivamente
delicado.
Así que sólo nos
queda un factor común: LOS AJOS
Los ajos son sin
duda la fuente de todos nuestros bienes.
Y por ello es por lo
que posiblemente, desde tiempo inmemorial, se habla de las “cabezas de ajo”, siendo
como es el término, “cabeza”, sinónimo de inteligencia.
Los ajos se compran
en un día para todo el año, lo cual es una imagen irrefutable de nuestro
espíritu de ahorro y ponderado uso de nuestras existencias…y si no que se lo
pregunten a los de la Caja Rural.
Los ajos dan sabor a
la comida y olor al aliento, y sin embargo, sabemos separar el olor, ni un beso
sabe a ajo, del sabor; lo cual nos ha servido de escuela para que en todo lo
demás sepamos separar el grano de la paja y la OTAN de la paz.
Lo dicho, amigas y
amigos, lo que nos ha hecho superiores a todos los demás mortales han sido los
ajos. Y fijaos si son buenos los ajos, y fijaros si seremos magníficos
nosotros, que nuestra principal virtud es la humildad, hasta tal punto que, aún
siendo los mejores, no lo parecemos”.
Paco
Molina. Zamora 14 de Julio del 2025
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