ZAMORANAS DESCARRIADAS
Cayó en mis manos un
monográfico que Público publicó dedicado a los centros que el franquismo
utilizó para meter en cintura a las chicas que, según las autoridades o sus familias, parecía que se iban a
descarriar o ya las consideraban
descarriadas.
El estudio recuerda
que la represión sociosexual no aparece apenas en la Ley para la Recuperación
de la Memoria Histórica.
Eso invita a recordar
que en Zamora, en el sitio donde hoy está el Consejo
Consultivo de Castilla y León (Plaza de la Catedral) había antes una casa
de una o dos plantas, rodeada de jardines, donde se decía que era un
correccional de chicas de mala vida.
Hablar de “qué
ocurría en esa casa” era tabú. De hecho yo
sólo lo oí de pasada: que allí tenían a chicas descarriadas.
Todo esto me indujo
a preguntar a un conocido si recordaba la casa misteriosa. Y dijo que sí, que
era “la casa de Las Bravas” (en el argot popular). Con lo que al repreguntarle
el por qué de tal nombre, me contó: “Porque ahí tenían a chicas que se habían
pasado de la raya”. “¿De qué raya?” (rebusqué, porque veía que estaba siendo
muy respetuoso). “De la raya del sexo”.
Confirmado esto
sería lógico que se investigue el para qué se utilizó tal mansión y qué ocurría
allí realmente.
Siguiendo la pista
de lo que se sabe de locales similares en otras provincias se puede avanzar
que: era una red que funcionaba bajo el amparo del “Patronato de Protección a
la Mujer”, algo que la dictadura franquista usó para, mediante la ideología
nacional católica, consolidar y expandir la pata machista del régimen (de hecho
no existía nada similar para “reconducir
a los chicos”).
Estos reformatorios
eran casi todos regidos por órdenes religiosas femeninas de distinta denominación.
Según mujeres que
pasaron por ese suplicio (en otros lugares) y que se han decidido a escribirlo,
las instalaciones venían a ser como las de una cárcel por sus malas condiciones
y régimen. A ellas llegaban chicas “condenadas” (sin juicio): desde, por ser “muy salidoras” (según calificó la policía al
menos a una) hasta por ser unas “salidas”,
que diría su entorno (siendo un criterio frecuente el que estuvieran solteras y
embarazadas).
Durante su internamiento,
para hacerlas “mujeres de provecho”, se les sacó mucho “provecho”, pues la
mayor parte del día las tenían trabajando en productos que luego se vendían sin
que ellas cobraran nada. Eso por no hablar de que los bebés que acababan
pariendo con gran frecuencia eran entregados a familias extrañas y desconocidas
para ellas, sin pedirles permiso.
Resultando sorprendente
que en demasiados casos eran las propias familias (muchas “familias bien”) las
que pedían el internamiento de sus propias hijas porque daban “mal ejemplo”.
Libros escritos por
“descarriadas” son estos. De Consuelo García del Cid: “Ruega por nosotras”,
“Las desterradas hijas de Eva” y “Las insurrectas del Patronato de Protección
de la Mujer”. De Mariaje López: “Por
caridad”. De Fátima Díez: “La gravedad de las lágrimas”. Y de la historiadora
Carmen Guillén: “El Patronato de Protección a la Mujer: Prostitución, Moralidad
e Intervención Estatal durante el Franquismo”.
Desde que les
comprobaran si eran vírgenes hasta en algún caso el electro shock; desde
menores de 10 años en ocasiones hasta postadolescentes; esa especie de casas de los horrores donde uno
de los mandamientos para ser una chica de bien era “no cruzar las piernas”,
pasando por el peor trato a las lesbianas, son mini datos que confirman la
necesidad de sacar todo ello al aire para que sepamos lo que son las dictaduras
y las morales machistas.
Así que tírese
también del asunto en Zamora, investigando lo que ocurría y ocurrió en “nuestro
reformatorio de chicas”. En honor a la
verdad y a ellas. Verdaderas e inocentes mártires y heroínas..
Paco
Molina. Zamora. 1 de abril del 2024
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