lunes, 20 de mayo de 2024

ANSELMO SANTOS LOPEZ el Grande

 


ANSELMO  SANTOS  LOPEZ  el Grande

Al saber que murió Anselmo (94 años) escribí éste whatsapp en su móvil:  

“Me acabo de enterar de tu muerte. Sé que ahora estás bien. Durmiendo tranquilo. Disfrutaste de la vida en una relación cantidad/calidad envidiable: bella, bonita y noble. En ti encontré una gran persona, un magnífico amigo. Sé que no me oyes. Pero quiero que si alguien de tu familia llega aquí, sepa u oiga de nuevo, lo que ya saben todos los que te conocieron. Eras un ser excepcional. Cariñoso. Generoso. Afectuoso. Inteligente. Cordial. Amable. Culto. Curioso. Pícaro. Simpático. Locuaz. Qué suerte mas gigantesca el haberte conocido. Me llamaste. Me contaste  que estuviste muchos días ingresado. Que debías ir a una residencia en Madrid. Quedamos en que iría a verte. Me diste la indicación de por dónde estaba. Un abrazo largo y profundo. Bella persona. Anselmo”.

Di ese paso aunque no sé lo que hacen las familias con los teléfonos de quienes “se han ido”. No sé si repasan las comunicaciones del fallecido con sus “contactos” y todo lo que  ellas puedan haber reflejado en ese “diario imperfecto” que es nuestro teléfono. Conversaciones que de alguna manera van dejando huellas y afectos de cada uno de nosotros.

Por si fuera así quise que su familia, sus íntimos, se sientan orgullosos, aún más si cabe, con mi pequeña opinión, pues de sobra saben, quienes le conocieron mejor, de sus excelencias.

Anselmo Santos irrumpió en mi vida a través de una magnífica       entrevista de Susana Arizaga en La Opinión de Zamora.

Me llamaron la atención 4 detalles: Tenía 90 años. Se había venido a vivir a Zamora sin tener una vinculación especial con nuestra ciudad. Había vivido en Moscú 28 años. Y había escrito un libro titulado “Stalin el Grande”. Además de que era militar retirado del ejército español. Escritor. Licenciado en Ciencias Políticas. Y viajante de cosméticos.

Leído el reportaje la vida siguió sin más, hasta que un día un conocido común me dijo que si podía darle mi teléfono pues quería conocerme. Lo hice encantado. Por educación y porque es  un detalle agradable que alguien quiera contactar contigo.

Y me tocó otro vez la lotería de la amistad (esa que tiene tantos premios gordos, y tantas pedreas, a lo largo de la vida) porque Anselmo Santos es como os lo he presentado arriba.

Cuando me llamó resultó que era para obsequiarme con un ejemplar de su libro, y…..¡¡¡¡una botella de vodka!!! De la que incluso me preguntó qué versión prefería (dulce o seco).

Insólito. No sólo te regala algo sino que te lo complementa con otro obsequio. Así era él.

Nos vimos pocas veces porque nada nos alertó de que su edad era tan elevada. Algunos desayunos, alguna comida. Encuentros donde había que discutir quien pagaba pues su forma de ser era paternal y esplendida. Generosidad que incluso era física pues teniendo yo 16 años menos que él se empeñaba en quedar más cerca de mi casa que de la suya “para que no me cansara”.

Su vida fue como pudiera ser la de un aventurero, o un agente de los servicios de inteligencia, o un trotamundos, o un intelectual incansable, que llegó a Rusia con la caída de la Unión Soviética.

Pícaro y juguetón, como quien ha disfrutado de la vida, contaba sonriente que el editor pretendió que su libro no se llamara “Stalin el Grande” por la mala fama del personaje, pero que él se mantuvo firme en sus convicciones de investigador. Por cierto les recomiendo el libro porque es exageradamente objetivo y aunque sean de derechas quedarán satisfechos con su lectura, amén de conocer parte de lo que ocurrió al otro lado del telón de acero.

Este es mi homenaje, buen amigo. Que Zamora bien merece saber de ti ya que pregonaste su nombre.

Paco Molina. Zamora. 13 de Mayo del 2024

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