EL
MAESTRO HAEDO, AGUSTÍN GARCÍA CALVO Y EL
FLORIAN DE OCAMPO.
No habiendo yo llegado
aún a los 10 años, ni haber llegado la Semana Santa de Zamora al esplendor
actual, ocurre que lo único que recuerdo de dichas procesiones es la imagen
regia, elegante y solemne del Maestro Haedo.
El Maestro Haedo era
el director de la banda de música cuando posiblemente era la única que existía
en Zamora. Hablamos de los años anteriores a 1955.
El Maestro Haedo era
inolvidable para un niño porque parecía la figura de un paso que se hubiera
bajado del mismo para, con la batuta, hacer sonar la Marcha de Thalberg con los
arreglos que él había introducido en la misma.
Aunque ajustándome más
a la realidad lo que yo recordaba era su aspecto de héroe, o almirante, o
noble, o arbitro de la elegancia, o capitán del barco que perseguía a la ballena
blanca.
Era un personaje de
comic cuando los comics se llamaban TBOs y en el kiosco de “Roda” en la Plaza
Mayor, bajo los soportales que había junto a la iglesia de San Juan, podías cambiar uno que tuvieras
por otro distinto pagando 0,10 pesetas o
así.
Ocurrió que encima
acabé conociendo a sus nietos Ramiro (+) y Luis Muñoz Haedo, en lo que acabó siendo una amistad
inquebrantable. Subrayándose así aún más
mi recuerdo de Don Inocencio Haedo Ganzo.
Por eso ante la
reciente publicación por parte del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo” de un
monográfico sobre él, lo busqué.
Es un libro magnífico;
todo lo que uno quiera saber de Haedo o sobre su obra está ahí. Hasta en él hay
un QR multimedia con sus sonidos. Se trata de la tesis doctoral de Don Rubén
Villar Fernández.
Con este libro el
IEZ “Florián de Ocampo” ha demostrado una vez más su buen hacer. Así que a ver
si sigue la racha y obtienen otra medalla de oro con esto que sigue.
Hace tiempo que ando
peleando para que se exprima al máximo la figura y la obra de Agustín García
Calvo. Un zamorano a quien osé calificar como nuestro “Cimborrió Intelectual” (con
miedo a su reacción pues imponía respeto, añadiéndose en mi caso la
circunstancia de que me había dado clases de latín entorno a 1960 en el
Instituto Claudio Moyano). Pero no, al
contrario, todo se tradujo al final en una foto entrañable partiéndonos de risa.
Era 1990. Zamora había
asaltado el abandonado cuartel, y se inició un encierro. En una de las primeras
asambleas, abarrotada de gente, iba a hablar
Agustín (que propuso la creación
de la “Escuela de Sabiduría Popular”). Le debía presentar Pepe Bernal (+). Pero
él no puede y me pide le sustituya. Lo hice encantado pero con temor a no estar
a la altura de las circunstancias: sustituir al gran Bernal y presentar al
genial e irrepetible García Calvo.
A partir de ahí y de
alguna otra anécdota que no cuento para no aburrir, empecé a leer de lleno su
obra. Y me atrevo a repetir que estamos ante una de las mentalidades más
impresionantes y positivas de los últimos 100 años a escala mundial. Por lo que
tenemos el derecho y el deber de presumir de él.
Por eso reiteradamente
he pedido públicamente que los plenos de nuestras instituciones (Ayuntamiento, Diputación, Junta) soliciten a quien corresponda que AGC sea
incorporado a los libros de filosofía.
Y ahora y aquí sugiero al Florián de Ocampo que, aparte del
sistema actual, que permite a quien quiera y a cualquiera optar a la
publicación de un trabajo y ganar el correspondiente premio, que se busque la fórmula
para que becando a quien se lo merezca o como sea, se haga un estudio resumen
del pensamiento de Agustín. Tal trabajo, tal simplificación, tal condensación
de lo fundamental, daría prestigio a Zamora, y mejores saberes a millones de
personas que verían cuánta razón contiene su discurso, y que útiles son sus
conclusiones.
Paco
Molina. Zamora. 7 de Abril del 2025
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