IN
DUBIO PRO “SENTIDO COMÚN” (sobre el caso de Juana
Rivas)
Que la ley emana del
pueblo se refleja en la propia ley. Sin ir más lejos, la española rezuma,
porque es lo que emana del pueblo, machismo a raudales.
Aunque antes de
seguir puede ser conveniente comentar cosas chocantes que no parecen emanar de
ninguna parte.
Veamos. Si usted
atropella a alguien por imprudencia será condenado a cierta pena X. Pero si
resulta que encima iba bebido o drogado, entonces la pena será mayor, algo así
como X+Y. Sin embargo si usted mata a alguien a propósito y es condenado a una
pena Z, ocurrirá que si lo hizo bebido o drogado le rebajaran esa pena quedando
la nueva en Z-Y.
Tal vez por eso en la
1ª Guerra Mundial le daban a los soldados bebidas alcohólicas (posiblemente
porque al ver doble sea más fácil dar en el blanco) y en la 2ª unas pastillas
ad hoc (adecuadas al momento). ¿Qué nos darán para la 3ª ?
Pero sigamos. Dentro
de este ámbito de la Justicia nos suena a todos la expresión “in dubio pro reo”,
que es una especie de consejo que dice así: “Mire señor juez, si usted duda si
condenar al acusado porque no tiene claro sobre si en realidad es culpable o
no, en ese caso, sentencie a favor del reo, a favor del que está en el
banquillo”.
Pues bien, en esa
línea, tal vez haya que incorporar otros 2 consejos parecidos para los jueces.
El segundo sería “In dubio pro débil”, que aconsejaría que en
caso de dudas el juez sentencie a favor del más débil entre los litigantes (por
ejemplo una disputa entre empresa y trabajador). Calma, no se me alteren, he
dicho en caso de duda nada más; que si está claro quién fue el malo pues palo.
Y el tercer consejo
sería éste: “In dubio pro madre”.
Que está muy claro: “En
caso de duda, señor juez, dele la razón a la madre (y acertará)”. Porque la
madre es más madre que el padre, padre, por lo que sigue:
Durante miles y
miles de años las hembras de la especie humana, como todas las demás, no sabían
porqué se quedaban embarazadas. Pero sus cuerpos parían, y eso inculcó en sus genes el concepto de “madre”: cuidando,
mimando y queriendo a quienes habían salido de su barriguita: a sus hijos e hijas.
Mientras tanto los
machos de la misma especie “hacían su vida”, que no era precisamente la de unos
“padres” ejemplares.
Pasado el tiempo y
pasando nuestras cabezas a ser “sapiens” (sabias) nuestra especie cae en el ajo
de que los bebes procedían de los coitos. Pero como no se había inventado la
fidelidad ese salto cultural no alteró los sentimientos de ellas como “madres”,
ni el de ellos como “no-padres”. Ellas seguían siendo fehacientemente las mamás
de Fulanito y Benganita, y ellos aún no se consideraban “padres” (seguían a lo
suyo).
Es decir han pasado
tal vez un millón de años sintiendo ellas la importancia, trascendencia y
belleza de ser madres; mientras ellos vivían
ajenos a toda responsabilidad que no fuera la de proteger al grupo (a la
tribu).
Fue al inventarse la
propiedad privada (toda mujer sería de un hombre) cuando el macho empieza a
sentir lo que es ser “padre” (los hijos de “su” mujer serán suyos). Hace poco tiempo pues.
Y eso lo saben ellas
tan bien que ni se atreven a proponer que el primer apellido del bebé sea el de
la madre, no vaya a ser que si aún llevando
el nombre del padre éste se porta así qué pasaría si la ley recuerda que la
madre es mas madre que él padre.
Así que en
consecuencia, lo prudente en un juicio o una disputa, es que en caso de duda se
le de la razón a la madre y nunca al padre. Por tanto ¡¡¡Vivan las Juanas Rivas
y sus hijos!!!.
Paco
Molina. Zamora 4 de Agosto del 2025
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