TÍTULANDIA
El sueño de mi vida
siempre fue ser el esclavo nubio de Cleopatra. La tarea principal de tal cargo
consistía en estar abanicando continuamente
a la bella emperatriz durante las
audiencias (y supongo que llevarle las sales al baño, bueno “la leche de burra”).
La razón por la que
se creó ese puesto de trabajo (éste TITULO) tenía como misión realzar el
protocolo (la ostentación) de la corte (los ricos de la época) para así impresionar
al pueblo y dominarlo mejor, puesto que éste es muy dado a creer que quien vive
con todo tipo de lujos es una persona superior a las demás.
Es decir cualquier
titulo o protocolo cumple una misión a mayores de la de certificar que “sabes
mucho de algo”, y es la de engañar al personal haciéndole creer que en eso eres superior a ellos y
ellos por tanto inferiores a ti.
Por ello, incluso en
España, los reyes siempre han tenido la potestad de dar títulos. Hace poco han
dado el Ducado de la Tierra Batida (o algo parecido) porque como se sabe, a la
gente sencilla, un título siempre le impresiona tanto o más que una pechera
repleta de medallas al mérito civil o militar. El mismísimo título de Rey del Rey
lo tiene a título de Rey, o sea la pera,
lo más de lo más (por eso hay tanto monárquico porque ¿cómo no reverenciar al
que vale más que los demás?).
Estos títulos que
hemos comentado se conocen como TITULOS PALACIEGOS (es de suponer que porque, deslumbrando ciegan, y convierten a los
individuos en “ciegos” para la política, o sea en gente que no ve lo evidente
del timo o entramado)
Hay otros títulos
que tienen como función indicar al pueblo que se puede confiar técnicamente en
el poseedor del diploma. Así, si alguien tiene el título de conductor o de neurocirujano, de necesitar a alguno recurriríamos a él o ella sin dudarlo. Estos,
que llamaremos TÍTULOS PROFESIONALES, son necesarios.
Aunque a veces nos
pasemos: Por ejemplo en el mundo de la Formación Profesional hay especialidades
en las que escasean los que saben de ellas y por tanto no se encuentra quien
las enseñe.
Existe un zamorano,
ya jubilado, que salido del hospicio del Tránsito, llegó a dominar tanto el
arte de la carpintería que no comprende que no se le reconozcan oficialmente
tales conocimientos (a él y a otros como él) para transmitirlos a otras
generaciones. Al fin y al cabo aquellas
“figuras” del maestro y el aprendiz dieron excelentes resultados.
O, supongamos una experta en patronaje (eso de
diseñar cómo cortar telas para hacer vestimentas) que deseando acceder a la
docencia (para enseñar lo que sabe) al hacer el curso correspondiente sobre
didáctica (saber enseñar lo que se sabe) teniéndolo todo aprobado menos el idioma
extranjero, no puede transmitir sus conocimientos a pesar de que las plazas de
la especialidad no están cubiertas por
falta de expertos, o las ocupan personas
que, aunque aprobaron el idioma extranjero, apenas dominan la materia que
tienen que explicar.
A estos podríamos
llamarlos TÍTULOS ROCOCÓ (porque para tenerlos
exigen materias que no se van a enseñar) siendo por tanto fruto de una histeria
burocrática contraproducente porque lo que se va a enseñar necesita
especialistas en eso y no más.
Por todo lo dicho se
puede concluir que en esta sociedad si no tienes títulos eres un “sin papeles” laboral,
siendo por eso que ante éste mercado en expansión surjan cada vez más y más universidades
privadas (o sea de pago) que pueden ofrecer caminos más fáciles para obtener
algo cada vez más difícil.
Y en la misma línea,
que políticos o no, se hagan un curriculum a la carta (y a la trampa) para
deslumbrar a sus jefes y trepar, o para
engañar al pueblo haciéndole confiar en su presunta sabiduría de jetas, pues entra
dentro de lo lógico. Llamémosles a estos diplomas TITULOS PARA”LELOS”.
Paco
Molina. Zamora. 11 de Agosto del 2025
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