En Homenaje a ANA FRANCO de Zamora
Tal vez la palabra sea OBSESIÓN
A Ana Franco
Empezando por el título que ya te va encadenando, MUJERES, la última exposición de esta mujer, produce un impresión que tiene más que ver con todos los sentidos que con solo el de la vista.
Como en un ritual de sensualidad, así quedas, cercado por los retratos del alma de quince hembras de fuego. Llamas azuzadas por el infierno particular de la particular pintora.
Mujeres pura sangre que parecen estar sintiendo que el lápiz que las pinta las pinta deslizándose sobre sus cuerpos. Excitándolas, vistiéndolas, desnudándolas.
Por eso todos sus ojos parecen ojos de orgasmo. Por eso todos sus labios parecen agotados por los besos.
Da igual que el paisaje de sus cuerpos esté desnudo o escondido en un atuendo. Todas están desnudas, salvajemente guapas. Atormentando la mente de quien las vea.
Oscuros objetos de libertad condicionada, la caricia de la artista les dio plena la absoluta libertad y emergieron libres por un rato. Por un maldito rato que, si no las miras, se esfuma.
Fui porque conocía a una, y no la conocía. La pintora me la presentó. Ahora se más y más a saborear.
Lo de fuera es lo distinto y diferente, lo de fuera es la libertad, lo de fuera es el fuego del alma, aunque a eso, con desprecio, llamemos cuerpo. Siendo en él donde estallará ¡la resurrección de la carne!.
Creó la resurrección. Las hizo resucitar, en cuerpo y por tanto en alma. Porque todas son distintas pero todas martirizan igual. Martirio de no tenerlas, martirio de su quietud.
Y daría igual que fuesen las que son o que otras allí estuvieran. Lo que se ve es la vida, la real y perseguida. Las modelos de la vida: Guapas por lo distinto, atractivas por lo común, preciosas en sus diferencias, hermosas en sus coincidencias.
Y otra mujer las vio, y las pintó, y las junto, y las esculpió ¡que resultan estatuas que dan ganas de tocar!
En esa cárcel de mujeres el carcelero es el preso y lo barrotes el orden, que evita, ¡maldito sea! que estalle la libertad.
En horario habitual en Caja Duero las tienen, y si con la que les pintó los labios con carboncillo, carboncillo de purgatorio, te topas, la cárcel estará lista para un vis a vis genial.
Sirenas de río son y en el río de Zamora, todas las noches nadan ¡sin tener que guardar la ropa!. Y ríen locas, felices de libertad. Y juegan a mantear a quien les hizo inmortales y de paso les recordó que el cuerpo, con cara claro, es el mejor hogar.
Un convento de clausura que debe de ser clausurado: Las hermanas sorprendentes y la madre ¡superiora!.
En la caja fuerte del banco hay una orgía de arte. Una exposición que expone lo que no se debe exponer, el arte de una mujer y el arte de las mujeres.
En hora buena, la hiciste; en hora buena, la vi.
FRANCISCO MOLINA
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