El caso de la ducha fría. Capítulo 48. La veleta de Viriato.
El único trauma de Benito Lasolana era que nunca había oído ningún programa de “Encarna de Noche”, y cuando uno tiene pocos traumas es como cuando tiene pocos kilos; se encuentra más ágil, se encuentra más libre, se encuentra más valiente.
Y así lo veía la detective Sánchez cuando, día tras día, se tomaban un café en el Dublín mientras él le hablaba y le hablaba de Andrea.
Al tiempo, la bien cercada, la diosa del Duero, la Zamora misteriosa, iba entrando como una novia en el templo del Otoño.
Pero aquella entrada en la romántica estación venía acompañada de fenómenos que rondaban la magia:
Por un lado aparecían mapas de Castilla y León en los que no figuraba Zamora; por otro lado, en la revista Interviú, aparecían unas denuncias muy gordas contra los magnates, mag-na-tes, de la Diputación; otro día estos decían en rueda de prensa que no habían roto un plato, y que si alguno se había descascarillado, era para crear empleo.
Lo cierto, no obstante, es que por aquellos días, que son estos, habían aparecido, en sustitución de la leyenda que acompaña la Estatua de Viriato, otras tres leyendas de parecido corte a la habitual, pero que rezaban:
“Terror Sanleonorum, Terror Rodríguezorum y Terror Chicharrorum”.
Por hallarse la Diputación al lado de la citada estatua, pronto se dio orden de restituir la verdadera inscripción, que en perfecto latín decía:
“Viriato, terror romanorum”; que en traducción literal y perfecta, significa: “Viriato, terror de los romanos”.
Pero no acabó ahí el misterio y el morbo de aquellos días.
El 11 de Septiembre de 1986, la mismísima estatua de Viriato, ante el estupor de todos, apareció girada, de manera que su brazo extendido señalaba a la prestigiosa institución provincial; y del mismo le colgaba un letrero que decía: “Hasta aquí llegó la riada de Interviú”
Había comenzado la Bienal de Escultura.
(Continuará)
Paco Molina de Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
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