El caso de la ducha fría.
Por Paco Molina de Zamora.
Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
Capítulo 1. Extraña muerte.
Cuando Andrea se dio cuenta de que el agua de la ducha estaba fría, era demasiado tarde y ya se la había puesto carne de gallina.
Manejó con presteza el manubrio de la caliente, pero el grifo no respondía a las maniobras que ella le hacía.
La alcachofa, mientras, seguía siendo un torrente de agua de nevera.
Andrea, contra su costumbre, soltó cuatro tacos que le hubieran valido la excomunión si su voz no hubiera sido ahogada por el chorro traicionero, pero potente, de la ducha.
Juró no volverse a duchar en su vida, aunque no pudiera ligar nunca más.
¡Cómo necesitaba entrar en calor, Dios mío!
Desesperada se puso de rodillas en la bañera y rogó, imploró y suplicó, que se arreglara el grifo del agua caliente.
La fe mueve montañas y la oración paraliza los desastres, y por eso, en un abrir y cerrar de toalla, un agua calentita, cálida y estimulante, empezó a hacer una gran labor sobre el cuerpo de Andrea.
La carne de gallina se le iba transformando en carne de Diosa.
Se puso de pie contenta y empezó a jugar con la esponja, loca de alegría.
Pronto, un vapor cálido que rondaba la temperatura de la fiebre -39 grados- inundó el cuarto de baño y ocupó los sentidos de Andrea.
Al sentirse bien comenzó a cantar y reír de satisfacción.
“Nunca debemos abatirnos ante la adversidad”, pensó al tiempo que pisaba la pastilla de jabón.
Cuatro horas después, el informe del forense sorprendió a todos: “Murió de golpe seco en la ducha”.
El caso de la ducha fría. Capítulo 2. La guarda-pelvis
Cuando el inspector Martínez acabó de leer el informe del forense, volvió a pensar y repensar que en aquel caso había tomate; cómo si no podía ocurrir que alguien muriera de golpe seco mientras se duchaba.
“La policía no es tonta”, se dijo en voz alta, burlándose del dicho-burla.
Para Martínez los cabos sueltos se podían atar fácilmente.
Hacía siete meses que había llegado un nuevo gobernador a la ciudad, y todavía se recordaba en ella la frase de éste cuando al recibir al Inspector Jefe, le dijo:
“Querido amigo, yo no temo a nadie. Yo en vez de un guarda-espaldas lo que necesito es una guarda-pelvis”.
Semanas después Andrea conoció al Excelentísimo Señor y se les vio con posterioridad juntos.
Andrea era desde entonces conocida, en aquella estrecha ciudad, como la guarda-pelvis.
Para el inspector Martínez la muerte repentina de Andrea era sospechosa, y mucho más después de leer aquella memez: “La muerte le sobrevino a causa de un golpe seco en la ducha”.
Nadie puede morir de “golpe seco” mientras le moja el agua de la ducha, así que el inspector Martínez ya tenía un sospechoso: ¡El Forense!
El caso de la ducha fría. Capítulo 3. EL FONENDOSCOPIO.
Cuando el forense llegó a la casa de autos, casa que conocía debido a la amistad de toda la vida entre ambas familias, la de Andrea y la suya; recordó aquella tarde de bochornoso verano en que había tenido que auscultar a la hija de los señores del chalet en que pasaba el día.
Aquella niña había estallado en adolescente-mujer ante sus propias narices.
Desde entonces, cada vez que veía a Andrea, que era la auscultada, el fonendoscopio se le ponía a cien.
Al entrar en el cuarto de baño y ver el arrugado cadáver de la chica, pensó que en este mundo todos debíamos ser cartujos, porque la verdad es que la vida está llena de sorpresas, hasta el punto de que no sabe uno a que CARTUJA quedarse.
Por lo demás, el diagnóstico estaba claro hasta para un mal estudiante de medicina: “Muerte por golpe seco en la ducha”.
Días después de tan infortunado acontecimiento, el forense recibió distinta ofertas de las mejores marcas de jabón del mercado; ofertas con las que se le tentaba a cambio de que no difundiera la marca de la pastilla que había pisado Andrea antes de dar el peor patinazo de su vida.
Nuestro hombre se sintió importante ante tanta solicitud de su persona, y estirándose, arrojó lejos de si el periódico que había tenido entre las manos, apareciendo visible, allá en el suelo, el titular del día: “Las vacaciones del Presidente del Gobierno van por buen camino”.
En esto sonó el timbre carillón de la puerta.
“Vaya la señorita Avón”, musitó el forense.
Lo que no sabía él es que se trataba de la policía.
Capítulo 4. La pastilla de jabón.
Cuando Honorato, el forense, vio, a dos palmos de sus narices, las credenciales de policía secreta del inspector Martínez, sintió un escalofrío de sudor y percibió que algo gordo iba a pasar, pues, ¿cómo si no? iba Martínez a comportarse así, cuando habían hecho el bachillerato juntos, cuando eran hermanos de la misma procesión, y cuando, incluso, en plena transición a la democracia, habían ido a una casa de masajes en Madrid.
“Honorato, tú te crees que yo me creo que alguien puede morir de golpe seco en la ducha”; le espetó el inspector al forense como si disparara su magnum a bocajarro ante el enemigo público nº 1.
“Mira Martínez, “golpe seco” quiere decir que no hubo herida con sangre, y sin embargo produjo la muerte. Indudablemente la occisa, es decir la muerta, estaba húmeda”.
“Se puede decir entonces que murió en plenas relaciones sexuales?”.
“Martínez, sufres deformación profesional, al decir “húmeda” quise decir que estaba mojada por el agua de la ducha”
“¿Y por qué cree el gran Honorato que se dio un golpe seco?”
“Elemental querido Martínez, pisó la pastilla de jabón y…perdimos a una de las chicas más bonitas de la ciudad”.
“Tú lo has dicho Gran Honorato, pisó el jabón, y ahora sapientísimo Honorato, dime: ¿Desde cuándo en las familias con dinero y pasta se usa para ducharse jabón y no gel?”.
Se produjo un silencio tenso y profundo sólo interrumpido por un loro que desde la cocina chillaba: “hijo –puta –hijo -puta”.
Al tiempo, en el otro extremo de la provincia, el Gobernador recibía la noticia de la muerte de Andrea, mientras presidía el “III gran certamen de Caracoles Al Sol”.
Capítulo 5. Cotilleos: metamorfosis.
En la pequeña ciudad de provincias, la noticia sobre la súbita muerte de la súbdita Andrea, siguió la metamorfosis habitual de cualquier chismorreo.
-“¿Sabes?, ha muerto la hija de Zacarías, el de los Almacenes. Se cayó en la bañera al pisar el jabón”-
-“¿Sabes? Ha muerto Andrea. A mí me han dicho que estaba jugando con un jabón en la bañera y le dio un infarto”.
-“¿Te has enterado? Dicen que murió al descubrir que la espiaban en el baño”.
-“Parece, y te lo digo de buena tinta, que alguien entró en su cuarto de baño y en el forcejeo cayó, rompiéndose la nuca”.
-“Fue un sádico, que la cogió en la ducha y la violó hasta matarla”.
-“Pusieron acido sulfúrico en la ducha para deshacerse de ella porque al parecer sabía demasiado por lo del Gobernador”.
-“Estaba controlada por la Mafia de la Trata de Blancas, y la han matado porque se quedaba con el dinero”.
-“La han torturado bajo el agua para que contara los planes de la campaña electoral del Gobierno para la elección de eurodiputados; ¿No sabías que ella y el Gobernador?”.
“La mató su padre, de una paliza, porque estaba manchando el apellido de la familia”.
-“Se ha suicidado porque descubrió que su madre si era su madre, pero que su padre no era su padre”.
Así, la noticia iba dando la vuelta sobre si misma, llegándose a decir incluso, que murió al caer de espaldas en la bañera al pisar el jabón.
Capítulo 6. La bien dotada.
La música de discoteca sonaba fascinante en el equipo de alta fidelidad del hijo del Gobernador.
Dos habitaciones más allá, el manda-más de la provincia, ocultaba la cara, tras uno de los periódicos del día, haciendo como que leía.
De vez en cuando tragaba saliva, por miedo a que ésta se convirtiera en lágrimas y aflorara a sus ojos.
Recordaba profundamente a Andrea.
Recordaba cómo le había perturbado a 33 r.p.m. (revoluciones por minuto) cuando la vio bailando en Venus, la discoteca de moda en la villa (“Nos vemos en Venus”, decía la frase publicitaria) .
Recordó también cuando, dos días después, por una de esas carambolas inevitables en este mundo tan pequeño, el propio padre de Andrea le presentó a ésta.
Recordó la frescura, juvenil y madura a la vez, que aportaba Andrea, no sólo a cada una de las tertulias a las que asistía, sino, incluso, a la ciudad.
Siempre había pensado que cuando aquella exquisita figura femenina entraba en un sitio desaparecían las tensiones bajas y aparecían las pasiones altas.
Y mientras el Gobernador de la gobernable provincia pensaba todo esto, y se curaba de la indigestión que cogió en la comida homenaje del “III Certamen de Caracoles al Sol”, no muy lejos de allí, tal vez incluso demasiado cerca, el agente fijo que la CÍA tenía destinado en aquella zona del globo, recibía un mensaje que decía:
-“Tía Enriqueta, te ha cosida la bragueta. Tío Camilo ha aportado el hilo y tía Maruja, la aguja. Cuida más tu bragueta y no seas jeta”.
Mensaje que una vez descifrado era contundente y ordenaba a nuestro hombre de la CÍA: “Investiga a fondo y no seas cachondo”.
Capítulo 7. El funeral
Como en aquellos días se llevaba el negro, el funeral de Andrea fue un doble éxito.
Entiéndase, éxito en el sentido de que contó con todo lo que se suele pedir a una misa de “corpore in sepulto”, a saber:
Que la casa mortuoria sea una mansión de postín.
Que quien descansa en paz sea joven.
Que la muerte sea turbia.
Que la iglesia esté llena hasta en los aledaños de las cafeterías más cercanas.
Que los asistentes sean muy conocidos.
Que el pueblo llano llore.
En fin, todo eso y mucho más.
Las coronas no cesaban de llegar, y eran de todo tipo y gusto: “Los empleados de Don Zacarías S.L. re recuerdan”. “Tus desconsolados padres”. “Luis Felipe no te olvida”. “Tus antiguas compañeras”
Así rezaban unas cuantas de las cintas que acompañaban ramos y coronas; por cierto, conviene aclarar que Luis Felipe fue el primer amor de Andrea, allá por su 17 años, o sea, hace 8.
Porque Andrea había tropezado con la muerte, y nunca mejor dicho, a los 25 años.
Se iba en la flor de la vida y sin embargo, no siempre había sido feliz.
De niña, en sus primeros años de EGB, llegaba muchos días llorando a casa, porque en los recreos los otros, los “pequetrefes” le canturreaban: “Andrea, Andrea, levanta la pata y mea”.
Era muy mala estudiante, y recuerda, si pudiera recordar, las broncas que le soltaba su padre cada vez que ella se presentaba en casa con la cosecha de calabazas de turno.
Porque su padre, aunque estaba orgulloso de su profesión y de haber triunfado en la vida, quería que sus hijos tuvieran estudios; y a fe que lo estaba consiguiendo pues estos no desperdiciaban oportunidad de examinarse, hasta el punto de que no se perdían ni una convocatoria de Septiembre.
Capítulo 8. El portazo
La madre de Andrea daba cabezadas a derecha e izquierda y a izquierda y derecha; era una continua negación de una idea infame que a la pobre señora se le colaba en el coco para desesperación suya.
Resulta que hacía apenas cuatro días que se habían cambiado todas las puerteas interiores de la casa por otras más bonitas, elegantes y por supuesto súper caras.
Había sido el sueño acariciado por la buena señora durante todo el invierno, y aunque no le faltaba de nada, quería deslumbrar a sus amistades realzando, con aquel cambio, la suntuosidad de la casa de los Zacarías.
Sobre todo, a la que quería dar con la puerta en las narices, y nunca mejor dicho, era a Manolita, la del panadero, que les había pisado la compra del VOLVO, comprándose ellos un Mercedes último modelo, que además hablada.
¿Y qué ocurría’ Que cuando su hijo, el pequeño, descubrió que salía agua del cuarto de baño y sospecharon que algo grave le pasaba a Andrea, llamó su marido a los bomberos, y estos, ni cortos, ni perezosos, zis-zás, arrearon dos mazazos a la lujosa puerta del evacuatorio, y este pasó a valer dos reales.
Ahora, en pleno funeral y mientras el cura decía unas palabras preciosas; ella, que debía estar rota por la pérdida de una hija tan buena, se encontraba con que se le venía a la cabeza, la estúpida idea de: “¡qué mala suerte, por cuatro días no hubieran estropeado la puerta nueva!”.
Aquel pensamiento no era bueno, ni sano, y ella lo rechazaba haciendo negaciones con sus gestos.
-“Ay, Dios mío la Señora, ¿no ven como todavía no se lo puede creer?”; exclamó la fiel sirvienta y estalló en nuevos sollozos.
Capítulo 9. El complejo Viriato.
Luis Felipe volvió a releer la orden llegada de EE.UU. : “Investiga a fondo y no seas cachondo”.
Sí, porque Luis Felipe no era otro que el agente de la CÍA en nuestra ciudad.
¡Agente de la CÍA a los 25 años de edad!
Si lo pudiera saber su madre se sentiría orgullosa de él; pero claro, el trabajo tenía como condición el ser secreto, y no se lo podía contar a nadie.
Agente de la CÍA y primer amor de Andrea, una mezcla explosiva la de Luis Felipe, y sin embargo, no era eso lo más explosivo suyo.
Lo más explosivo de Luis Felipe es que sufría lo que se conoce como “complejo Viriato” o priapismo.
Se trata, el priapismo, de una anormalidad genital por la cual, el que la sufre, está en permanente estado de erección, queriendo decir con esto, no que no se pueda sentar, sino que su pene está continuamente en estado de alerta, o firme; vamos que sus genitales no obedecían nunca a la voz de rompan filas.
Esta enfermedad o anomalía se conoce como PRIAPISMO, en referencia al Dios Priapo, dios romano del amor, que simboliza la potencia del macho, la virilidad a prueba de SIDA.
También se conoce a los afectados, por este estado de erección continuada del pene, como afectados por el “complejo Viriato”, en referencia a una estatua que hay en la coqueta ciudad de Zamora, y que vista desde la Casa de Cultura - no olvidéis que la cultura ayuda a ver mejor las cosas- presenta el aspecto típico de los varones afectados de priapismo.
Todo esto hizo que Luis Felipe, durante su bachillerato, fuera una atracción casi de feria……y para asistir a esa feria, había sacado, en su día, una entrada Andrea.
Capítulo 10. La pretina.
Recién muerto el General Franco, y en plena apertura política, y en pleno destape torácico; las noticias sobre el sexo corrían como la pólvora, y así llegó la primicia a la pandilla de Andrea:
-“Si, mujer, si, Luis Felipe, el hijo del notario, es un salido, se pasa todo el día entusiasmado”.
-“¿Qué es eso de “entusiasmado”?”, preguntó Andrea, a la que el cuerpo en aquella época, le iba por delante del alma.
-“Entusiasmado”, tontina, quiere decir que se pasa el día con el flamencón en posición de firmes. ¿Quieres ahora que te digamos lo que es el “flamencón”, divina Andrea.”
No preguntó más, decidió pensar mal y acertó.
Se pasó dos o tres semanas pensando en Luis Felipe. Otras dos o tres ligándoselo, y otras dos o tres mirándole, con el mejor disimulo, a la pretina del pantalón.
Y así, asao y de la otra forma; hasta que acabaron en la caseta del perro – que era un San Bernardo- del chalet de los padres de ella.
El lugar era insólito, pero siendo como es el amor explícito, una forma clandestina, dio de sí lo suficiente:
Lo suficiente para que Andrea viera por fin lo prohibido de un hombre, y lo suficiente para que viera también que los hombres no eran tan fieros como los pintaban.
Claro que ella juzgaba sólo por uno y uno muy especial: porque Luis Felipe era dueño de una erección fálica perenne y de una flacidez mental más perenne todavía.
Así que la gracia de la novedad se esfumó enseguida, y tras una primavera-verano de noviazgo y magreo, Andrea puso punto y final al idilio con Luis Felipe, y punto y seguido a algo más turbador, con su profesor de matemáticas.
Luis Felipe, al verse abandonado por culpa de un profesor rojo, odió dicho color, y en cuanto pudo se hizo de la CÍA, y además un buen agente: para el Andrea había sido víctima del comunismo internacional.
Capítulo 11. Mecachis.
Cuando al Gobernador se le pasó la indigestión de la comida homenaje del “III Gran Certamen de Caracoles al Sol”, dio orden de que se reuniera el CAIA (es decir, el Comité de Asesoramiento, Inteligencia y Acción).
Le costó trabajo, pero no le quedaba otro remedio, los informes que obraban sobre la mesa eran claros como una Aurora Boreal en el Polo Sur: No había tertulia, bar, tasca y hasta lupanar, donde no se ligara la muerte de Andrea al ligue de esta con el Gobernador.
Llegados a este punto, nosotros, meros narradores de esta historia, y por tanto testigos imparciales de ella; no podemos sustraernos a la gran importancia geoestratégica que tiene España en el equilibrio Internacional, y por ello, consideramos un deber elemental, de ciudadanos occidentales, y miembros por voluntad popular de la OTAN, el informarles de que no sólo este Gobernador sino ninguno de los que hay y ha habido en España, ha tenido nada que ver con Andrea, es más, somos categóricos y patriotas al decirlo, y por ello lo decimos con el pecho henchido de orgullo: Nuestros gobernadores no solo son ejemplares, si no que, además, no se han jalado una rosca.
Pero el problema no era ese, el problema radicaba en que esta vez la maledicencia popular, es decir la mala leche, había puesto en marcha una extraña maquinaria de inspectores, agentes de la CÍA, detectives amateurs, etc. que podían llegar a descubrir, antes de “que entre Andrea y el Gobernador no había nada”, que MECACHIS - nombre de nuestra ciudad - iba a ser la primera en el mundo que iba a contar con unos urinarios para mearse de risa.
Capítulo 12. El tonto del pueblo.
Los componentes de la CAIA no se pueden hacer públicos por razones de Estado, pero digamos, a modo indicativo, que eran miembros de la CAIA representantes de las fuerzas vivas de MECACHIS.
Uno de estos miembros, cuando cogió el taxi en la estación - había tenido que suspender sus vacaciones- y dijo: “Al Gobierno Civil”, ni soñaba con lo que le iba a ocurrir 40 segundos después.
“Iremos por el buen camino (NOTA: éste era el eslogan del Gobierno de España en aquellos años: Vamos por buen camino), pero no me negará usted que hace calor”; le soltó el taxista haciendo que su anónimo cliente diera un salto en el asiento, más grande que el del taxímetro.
¿Cómo es posible que aquel desconocido votante supiera quién era él?
Menos mal que se sentía un gran profesional de su partido, así que, con naturalidad, y siempre por el bien del pueblo, contestó: “Creo que me confunde usted; yo no voy por buen camino”.
Ki.Ki-ri quiiiii…, cantó un gallo cerca de allí.
Cuando el Secretario General Provincial del Partido fue recibido por el Secretario Particular del Gobernador Provincial, ya estaba la reunión en marcha.
“Ya saben ustedes que no me gusta andarme con rodeos”.
“Por eso nunca va a caballo”; musitó el gracioso de turno, provocando una risa nerviosa en su sector.
“La hija de Zacarías ha muerto y toda MECACHIS está empeñada en que se trata de un crimen relacionado con sus relaciones conmigo”.
“Perdonando la rebuznancia”; musitó ahora el gracioso de turno, haciendo que una de las risas fuera evidente.
“Esto no tiene gracia”.
“Pero la tuvo”; dijo el gracioso de turno esta vez sin ocultar su palabra.
“¿Quién es éste?”; preguntó el Gobernador a su secretario.
Señor, como me dijo que quería un representante de cada sector de la ciudad, invité a este señor en representación de los menos lúcidos; éste es el tonto del pueblo”.
Capítulo 13. El Gobernador y el Obispo.
“¿Es urgencias? Urgencias, ¿es ahí urgencias?. Sí, vengan con rapidez. ¿Adónde? Ah sí, al Gobierno Civil. Es importantísimo!!!. El Señor Obispo ha sufrido un ataque de risa y se está muriendo” .
Al otro lado del hilo telefónico habían captado la gravedad del momento y el celador pasaba el aviso lleno de pánico:
“Correr machos, que el Obispo se está muriendo de risa”.
El desconcierto en gobernación era total:
Cuando el Gobernador mandó expulsar del edificio a su secretario particular por inepto y al tonto del pueblo por tonto, la reunión de la CAIA se convirtió en estatua de sal, pudiéndose mascar el aire, de lo densa que era la atmósfera y la seriedad.
Sin embargo, cuando el Gobernador les preguntó a todos si les había gustado la broma, las caras empezaron a sonreír; y luego, cuando supieron los detalles, cuando supieron que el tonto no era tonto y que el secretario particular si era particular, empezaron a reír.
Sobre todo el Obispo –miembro NATO de la CAIA- que todavía tenía entre sus sienes la tensión acumulada por lo comentarios irrespetuosos y jocosos que el supuesto tonto del pueblo hacia a todo lo que decía el representante del Gobierno en aquella tierra
Hasta que la distensión se convirtió en preocupación al ver que la risa del Obispo no paraba, y aún peor, que iba en aumento; sólo interrumpida por unos : “Madre del Verbo; y todo era una broma, con lo mal que lo pasé. Madre del Verbo.”
Y sus carcajadas aumentaban y aumentaban, hasta que se le cayó el bonete y se dieron cuenta que estaba congestionado, ya que tenía la calva del mismo color que la capa.
Capítulo 14. Agua bendita
Como el Servicio de Urgencias no conseguía reanimar al Sr. Obispo que seguía muriéndose de risa, se recurrió al curandero de moda en la ciudad, que recomendó una medicina que en verdad resultó milagrosa: ¡agua bendita!.
Una vez que el Obispo se hubo recuperado, una vez que el tonto del pueblo demostró que no lo era, enseñando un certificado de que había leído su tesis para el doctorado, y una vez que el Gobernador lo consideró oportuno, éste dijo:
-“Siempre he manifestado que yo era inocente en este asunto y lo mantengo. Aunque las apariencias han podido dar la impresión de que entre Andrea y yo hubo algo más que amistad, no hubo nada más que eso.
Eso sí, una amistad especial, porque yo era como una celestina de lujo, como un padrino de boda anticipativo.
Señores, Andrea con quien estaba liada era con un guardaespaldas.
Si señores, Jacinto, mi guarda espaldas me planteó un día que estaba borracho de amor por Andrea, y que si no le facilitaba las cosas estaba dispuesto a contarlo todo.
Yo no se exactamente ¡qué es lo que sabe Jacinto!. Pero si lo cuenta todo, seguro que nos la cargamos; así que accedí; o sea que mis encuentros con Andrea, eran encuentros de mi guarda espaldas con la que el pueblo llamaba mi guarda-pelvis.
Señores estoy harto de esperarles en la escalera mientras ellos, cómodamente, hacían el amor.
Andrea estaba enamorada, no de mí, sino de un proletario de orden”.
Capítulo 15. LA FIMOSIS.
El destino, como si tuviera inteligencia, nos suele hacer a los mortales, guiños y muecas, con ánimo, sin duda, de cachondearse de nosotros.
He aquí un ejemplo:
En la reunión en que se desveló el gran secreto de Andrea el obispo casi se muere de risa, y en la reunión en que a Andrea se le desvelaron los grandes misterios del sexo fue ella la que casi se muere de risa:
Fue en la tarde del día en que a su hermano pequeño le iban a hacer la FIMOSIS.
Ella no le había dado la menor importancia a una palabra tan rara como FIMOSIS, pero, cuando ya estaba su hermano en plena convalecencia, le llamó su madre y le pidió que abandonara la costumbre de hacer el tránsito del cuarto de baño al propio, tan desnuda como solía hacerlo.
Al exigir ella explicaciones y contarle su madre que la FIMOSIS era una pequeña operación en que le cortaban un trocillo de piel del pene al interfecto, y que por eso durante unos días era mejor que no recibiera excitaciones, pues para el operado sería muy doloroso, Andrea estalló en una risa histérica que se hizo histórica porque duró 54 minutos (si bien este record nunca ha podido ser homologado por no haberse celebrado la carcajada en acto oficial).
Hoy, con Andrea en el cementerio, no estaba el horno para risas, y menos su padre, que a la pena natural unía ahora la indignación de tener conocimiento de que su hija –la hija de un triunfador- había sido novia de un simple mortal sin título universitario.
Lo que no sabía Don Zacarías era que los estudios del guarda-espaldas habían sido elevados a rango de carrera universitaria.
Capítulo 16. El Gobernador celestino
Don Zacarías decidió denunciar al Gobernador por Celestino.
En Opinión de Don Zacarías, entre las obligaciones de un Gobernador, con ser estas muchas a pesar de las transferencias, no estaba la de servir de tapadera a los amores profanos, clandestinos y plebeyos de ninguna ninfa de la ciudad y menos si la tal ninfa era su propia hija.
El disparate de denunciar a un Gobernador acusándole de Celestino, se le metió a Don Zacarías entre ceja y ceja, en plena frente y en lo más profundo del coco, de igual manera a como se nos puede meter una espinita en el dedo gordo, y de igual manera, lo mismo que la susodicha espinita, cuando se empeña, no hay quien la saque, pues así se había metido y cobijado la descabellada idea en la cabeza de Don Zacarías.
Dicen que las espinillas se sacan con procedimientos artesanales, siendo uno de ellos el que se ayuda del aceite.
Pues bien, también a Don Zacarías le iban a hacer un tratamiento artesanal.
Doña Andreina había recibido una llamada de su párroco, que a la sazón era su Director Espiritual, para que “por favor de los favores”, disuadiera a su marido –Doña Andreina no era otra que la señora legítima de Don Zacarías, caballero propietario de Almacenes Zacarías SL- pues lo dicho, Andreina recibió la petición de hacer entrar en razón a su marido.
Y Andreina desempolvó su salto de cama del viaje a Paris de hacía 9 años, destapó el frasco de aceites orientales del viaje a Bangkok de hacía 16 años, y tras embadurnarse su aún turgente escote, esperó a su marido con pintura de guerra, en labios y ojos.
Andreina, a sus 53 años, aún estaba más buena de lo que ella misma hubiera querido para el poco caso que le hacía su Zacarías.
Pero esa noche le hizo caso, y gracias al aceite, gracias a Andreina y gracias a que “mueven más dos tetas que dos carretas”, se le pudo sacar a Don Zacarías la idea de la cabeza.
Mas, Don Zacarias dio por bien sacada esa idea de la cabeza a cambio de todo lo demás que también le sacaron; porque todo hay que decirlo, le sacaron hasta de quicio, del quicio del orden.
Capítulo 17. La tía de Andrea.
Cuando una pareja hace el amor, después de un desastre, podemos decir que ese desastre ha pasado a mejor vida.
Aquella noche en la que Doña Andreina embelesó a su marido para convencerle de que no denunciara al Gobernador, hicieron, por decirlo suavemente, el amor, y aquella noche Andrea, la bella Andrea, pasó de verdad a mejor vida, porque uno se muere cuando lo dejan de recordar.
Aunque Andrea aún iba a resucitar varias veces.
Su tía, recuerden que en toda historia tiene que haber una tía, como muy bien dicen los franceses: “cherchez la femme”, que traducido al castellano significa “buscar a la tía”; pues bien, su tía, con la que ella había pasado temporadas en su mansión de solterona madrileña, se presentó en Mecahis, en casa de su hermano, que no era otro que Don Zacarías.
-“Mira”, y le extendió un libro.
-“¿Qué significa esto?”.
-“Ese libro estaba guardado en su almohada: abierto por la página 13”.
-“¿Y tú crees que ese número le trajo mala suerte, y por eso se nos murió de un golpe seco mientras se duchaba?”.
-“Zacarías, que razón tenía nuestro padre cuando decía que eras tonto. Lee el título y el comentario de la página por la que lo tenía abierto”.
-“Zamoramientos y el Caballito de Mar. ¿Pero es que en Zamora hay mar?”
-“Mira hermano, Zamoramientos es un libro que sólo se vende en Zamora. Y el Caballito de Mar, es como demasiado, ¿no?”.
-“Como me llamo Jacinto llevo la pistola al cinto, si me llamara Paco la llevaría en el sobaco” (bis)
Esto era lo que una y otra vez repetía Jacinto mientras daba vueltas en torno a la tumba de Andrea.
Porque señores, Jacinto el guarda espaldas, el amor secreto de Andrea, había perdido la cabeza por ella, había enloquecido.
Capítulo 18. Persona interpuesta.
“….y como el hombre, en el lugar del bien, obtenía placer por agitación, fue condenado a vivir en constante agitación: compitiendo-jugando-luchando; y como la mujer, en aquella tierra de dicha, obtenía placer por frotamiento, fue condenada a vivir frotando: frotando al fregar-frotando al barrer- frotando al lavar”.
Todo esto exponía el conferenciante ante unas ganas tremendas de llorar por parte del Señor Obispo, y unos ojos de plato del Gobernador, al recibir la noticia de que Jacinto, su fiel guarda espaldas, jugaba al corro con una imaginaria Andrea en torno a la sepultura de ésta, mientras seguía susurrando:
“Me llamo Jacinto y llevo la pistola al cinto, si me llamara Paco la llevaría en el sobaco”.
Lamentable situación en sí, y difícil de resolver porque nadie se atrevía a acercarse a él dado que, en efecto, iba armado.
Consultados los mejores psicólogos, sociólogos y urólogos de la ciudad, todos estuvieron de acuerdo, cobrarían 50.000 pts. de dietas (300 euros) por cada reunión sobre el caso, y 100.000 más (600 €) si acertaban en la solución; sistema de cobro, copiado de los futbolistas de fútbol.
Tuvieron un debate y su veredicto fue unánime:
“Hay que convencerle mediante una persona interpuesta”.
El Gobernador puso ojos de plato, pero como ustedes ya habrán notado, era su manera de mostrar desconcierto, es decir, de mostrar que no sabía de qué le hablaban.
-“Hace falta un persona interpuesta, que se asemeje lo más posible a Andrea, y le haga ponerse a tiro de nuestros franco-practicantes, que le inyectarán un sedante”.
El Gobernador recordó que tenía que comprar sedal para ir de pesca y preguntó:
-“Pero, creen ustedes que puede existir alguien como Andrea?”.
Capítulo 19. El concurso.
Buscar a una hembra como Andrea, si siempre fue imposible, lo era mucho más en estos días en que todas las damas fuera de lo común, se han ido a la boda de Sarah Férguson, cosa que además de ser el acontecimiento del año, por celebrarse en Londres permite abortar sobre la marcha, si eso fuera o fuese preciso.
Porque Andrea tenía una cara como para caerse, y un cuerpo como para levantarse.
Integrada por partes diríamos de ella que tenía:
Cara muy cara, cuello de diez mil besos, hombros de asombros, senos de Abraham, espalda de una pieza, cintura de cinturón, vientre de vértigo, caderas de calderas, y muslos, rodillas, piernas, tobillos y pies, de Andrea.
A pesar de lo difícil de la empresa, teniendo en cuenta lo importante que era para el país que el guarda-espaldas Jacinto “no dijera todo lo que sabía” antes de ser controlado, se decidió poner un anuncio en TVE, que se emitiera en el descanso de la mencionada boda del Príncipe Andrés, más conocido por el peñones, y ello no porque sea un superdotado, sino en clara referencia al Peñón de Gibraltar, Hong Kong y otras Malvinas.
Pues bien, en el descanso de dicha boda, aparecerá en TVE un anuncio en que sobre una fotografía de Andrea en bikini, una voz en off dirá:
-“Se busca a una chica parecida a ésta, por el interés de todos. Si crees que te pareces a ella recuerda que la Patria te llama. Ven a Mecachis, o a la comisaría de policía más cercana, y di que es para participar en el concurso: Sin tu concurso nuestra civilización no seguiría su curso”.
Aunque Andrea era única, se presentaron 17.802 aspirantes a Andrea.
¿A qué aspiras tú?.
Capítulo 20. Un burdo machista.
De las 17.802 aspirantes a ser la doble de Andrea, hubo que descartar 16.954 que no podían ser sus dobles porque no valían ni la mitad, cantidad que como todos sabemos es la cuarta parte del doble.
Quedaron pues 848 caballeras aspirantes.
Como eran demasiadas, decidieron descartar a las que no tuvieran el carnet de paradas, ni el carnet del partido.
Por este procedimiento se consiguió eliminar a 7, ya que en estos lares el que no está en paro es porque no quiere, y el que no tiene carnet del partido es que es bobo, porque si vamos por el único camino y además éste es el buen camino ¿Por qué no sacar el carnet?.
Quedaban aún 841 chicas de las de aúpa, porque no olvidemos que se parecían a Andrea, y Andrea en vida era capaz de resucitar a un muerto.
Se le encargó a Honorato, el forense, una micro-selección, basándose en que conoció bastante a Andrea en vida, en que se hartó de ver su cuerpo en el depósito, y en que conservaba fotos de ésta que se habían obtenido para la investigación posterior.
Cuando Honorato supo que tendría que ver pasar ante sus narices a las 841 candidatas desnudas, consideró que ese era un trabajo que no se lo deseaba ni a su peor enemigo; porque aunque Don Honorato podía ser considerado un viejo verde, es decir tenía CANAS de ligar, que eso es un viejo verde: el que tiene CANAS de ligar.
Bueno pues aunque tenía CANAS de ligar, se decía: ¿Qué encanto puede tener ver, aunque sea entregada, a la misma mujer 841 veces? Eso es peor que estar casado, porque siempre ves a la misma, como en el matrimonio, pero encima no la puedes tocar.
Don Honorato, ya lo han notado todos, era un burdo machista.
Capítulo 21. Necrofilia.
Estaba el Doctor Honorato afanado en su tarea de encontrar a nuestra Andrea-bis, cuando Luis Felipe, ejerciendo de agente de la CÍA, informó de lo que estaba pasando en aquel bello rincón de la OTAN.
Desde allí se le pidieron detalles sobre el tema.
Y los detalles eran estos:
1.- Jacinto, entre bobada de que llevaba la pistola al cinto porque se llamaba Jacinto, y bobada de que si se llamara Paco la llevaría en el sobaco, iba soltando pequeños trozos de grandes secretos de Estado.
2.- Por ejemplo, en una ocasión dijo “LA”, que como ustedes saben es un artículo que puede completar informaciones de alto nivel, en cuanto se le acompañe de las palabras que correspondan.
3.- Por otro lado, el forense, si por una parte ponía los 5 sentidos en determinar cuál de los 841 participantes en el concurso-oposición a cubrir la plaza dejada por Andrea en el corazón de Jacinto, por otra desarrollaba esta tarea con una lentitud preocupante.
4.-Baste decir que dedicaba una media de 37 minutos por concursante, lo que supondría más de 518 horas para verlas a todas, o sea 21 días completos.
5.- Jacinto ya llevaba 3 noches y 3 días-de-día, girando en torno a la tumba de Andrea.
6.- Varios cientos de periodistas deportivos habían llegado hasta de Portugal, pues creían que se buscaba batir un nuevo record mundial de necrofilia.
Transmitido todo esto por Luis Felipe a EEUU, y pasada toda la historia al despacho oval de la Casa Blanca, Ronald Reagan determinó:
-“Ahora no puedo mandar nuestro ejército a defender la Civilización Occidental porque está en Bolivia luchando contra la droga, pero no podemos dejar solos a los amigos mecachinos. ¡Que vaya Bo Derek!
A todo esto, enterada Sarah Férguson de que la Reina Madre ha nombrado- como regalo especial de boda- al príncipe Carlos, Señor de York, ha exclamado al despertar por la mañana tras una noche de miel que para que les vamos a contar.
Bueno pues ha exclamado:
-“¡Me gustan los jamones de York!”
Esto sí que es una tía serrana, decimos nosotros.
Capítulo 22. Medalla al mérito descomunal.
La llegada de Bo Derek a Mecachis, fue un acontecimiento sin parangón y sin pelargón, en la ciudad.
Fue un acontecimiento sin parangón porque jamás se había dado otro igual con tanto postín.
Y fue un acontecimiento sin pelargón porque todos los varones de la villa, tras manifestar que se sentían como niños ante una “mujer 10”, como Bo Derek, empezaron a tomar pelargón como posesos a ver si crecían y eran dignos de ella.
Ustedes conocen a Bo Derek, y por eso no les vamos a dar aquí sus medidas, aparte de que puede haber niños pequeños escuchando y no queremos enturbiar su inocencia, pero baste decirles, para darles una idea de por dónde iban los tiros, que se originó una gran discusión en lo referente al protocolo.
El Alcalde decía que él tenía prioridad, puesto que era la ciudad de Mecachis la que recibía a la Estrella de Hollywood.
El Presidente de la Diputación argumentaba que ni hablar, que era él el que tenía tal honor, puesto que Bo Derek venía para resolver un problema de Estado que radicaba en la provincia.
Mientras que el Gobernador preguntó y respondió, de seguido:
“¿De quién dependen las fuerzas armadas? De mí. ¿A que ha venido Bo Derek? A salvar a Occidente. ¿Y no es un ángel Bo Derek? Pues siendo como es la criatura un Ángel de la Guarda, y siendo éste el patrón de las fuerzas seguridad, y estando estas a disposición mía, ¿No es lo lógico que sea yo su anfitrión?”
Y decimos nosotros: ¿Quién tendrá el honor de imponerle y ponerle a Bo Derek, la Medalla al Mérito Descomunal con Distintivo Verde?.
Capítulo 23. La cuerda del cuerdo.
La Tierra está girando continuamente pero nada se inmuta; posiblemente porque, aunque gira insistentemente, lo hace sobre el mismo eje.
Y una vez más, el barro y el lodo de la Tierra, subió de nivel en una pleamierda, es decir en una pleamar de excrementos, que inundó a todos.
Bastó que Bo Derek, tras ajustarse un vestido de seda blanco y traslúcido, o sea, de esos que hacen perder la lucidez a los que van detrás; avanzara hacia Jacinto, para que éste se parara petrificado –ni un paso más, ni una bobada más, ni un gesto más, y bastó que la proximidad de la diosa del celuloide permitiera apreciar que aquel traicionero modelo era lo único que portaba, para que un hombre que había enloquecido ante la muerte de la mujer que amaba, recobrara la razón, recobrara el sexo y recobrara el egoísmo de la especie.
Andrea había sido desplazada del corazón de Jacinto por otra mujer, y el que esta fuera Bo Derek no destroza la conocida evidencia de que los hombres son egoístas, triviales y mezquinos, mientras que las mujeres son todo lo contrario, de lo que ellas querrían ser.
Además de esta evidencia de carácter filosófico, otra cuestión palpable en este asunto, es que los productos americanos tienen mejor acabado que los nacionales.
Alojados en el Parador Nacional, Bo Derek y Jacinto, en la misma habitación donde se había hospedado el Presidente del Gobierno de África del Sur hacía 19 años, la bella Bo, en un impecable inglés, recordó al superintendente que la había acompañado, que en el contrato, en la letra pequeña, se aclaraba que no practicaría el coito.
La sonrisa con la que respondió el superintendente al cerrar la puerta y dejarla dentro de la habitación con Jacinto, no se puede comparar con la sonrisa de Jacinto al ver, a aquella escultura en carne, hacer el gesto típico para sacarse el ajustado atuendo por la cabeza.
Jacinto sonreía como un loco, pero ahora su locura era la locura del cuerdo, que es la que no necesita cuerda.
Jacinto ya no estaba de atar, pero Bo Derek, en impecable inglés, pensó:
-“A ver quien sujeta a éste”.
Capítulo 24. Protocolo y sexo oral.
Si la Tierra sólo girara sobre su eje posiblemente las cosas, las ideas y las personas, nunca cambiarían; pero la Tierra también gira alrededor del Sol, y éste, vete tú a saber lo que hace desde que se pone hasta que se levanta; así que en definitiva, no sólo es que todo cambia sino que incluso se puede aseverar, o sea decir con cara severa, que nada está quieto.
Por eso, cuando Jacinto, el guarda espaldas, alargó su mano hacia el espectacular cuerpo en pecado mortal que le ofrecía Bo Derek, recibió un golpe de kárate por detrás, que le recordó sus años de preparación al puesto que ahora desempeñaba.
Y no era para menos, y aquí está la guasa del destino, Bo Derek también tenía guardaespaldas.
Al tanto, el Gobernador, el Alcalde y el Presidente de la Diputación, habían llegado a un acuerdo:
Uno impondría la Medalla al Merito Descomunal con Distintivo Verde; otro pondría la Banda Cruzada al Bies de Juana la Loca, y el tercero el Fajín Arco Iris al Oleaje de Caderas con distintivo Ostensible.
Tan contentos los tres, fueron a explicarle el acuerdo-arreglo al jefe de Protocolo; el cual, tras escucharles atentamente, les contestó acompañando sus suaves palabras de una sonrisa oriental:
-“Bo Derek no podrá aceptar la Banda porque no usa cruzado mágico, ni nada que se le parezca.
No podrá aceptar el fajín porque no usa faja, cuando menos fajín.
Y la medalla, que en principio no debía suponer mayor problema, le asusta desde que en Inglaterra un flemático Lord inglés, le puso una con tanto ímpetu que le produjo una gotera de mama que le tardó en curar 40 días y 40 noches.
Al despertar del golpe, Jacinto, atractivo como una pantera y listo como un águila, comprendió su destino, y propuso:
_”Déjame al menos verte como tu mamá te trajo al mundo para que se lo pueda contar a mis amigos”.
-“De acuerdo, pero mientras me miras no me hables- dijo Bo Derek- porque como sabes en mi país está prohibido el sexo oral”.
Capítulo 25. No te fíes del forense.
-“No te preocupes chorva, hablaremos por señas”;
Dijo Joaquín con esa gracia española que no se puede aguantar.
Pero a la primera “seña” que quiso hacer, recibió otro guantazo del guardaespaldas de Bo Derek, más conocida por “la Reagan” ya que no hace más que instalar misiles.
-“A todo esto habría que ponerle un nombre, pero no se lo ponemos porque no lo tiene. Hay cosas que no tienen nombre”
Se dijo así mismo el Inspector Martínez, mientras repasaba los acontecimientos que se habían producido en Mecachis desde que la atractiva Andrea, en un uso desmedido de su voluptuosidad, había pisado -vaya usted a saber con qué inconfesables intenciones- seguía pensando Martínez- una pastilla de jabón mientras se duchaba.
Y Martínez meditaba sobre:
La asombrosa metamorfosis del forense, que pasó de ser un hombre tímido y pulcro a un concienzudo seleccionador de Andreas bis.
La estúpida idea de Luis Felipe, de usar su condición de agente de la CÍA para hacer venir nada menos que a Bo Derek a resolver el caso, cuando él, el gran Martínez se valía y sobraba para desentrañar la trama y desenredar la madeja.
La descortés conducta de su supremo superior, ordenándole que se pusiera a las órdenes directas de Reagan.
La infantil actitud de las máximas autoridades de Mecachis, que habían decidido meter mano al asunto, a través del escultural, pero foráneo, cuerpo de la bella Bo Derek.
La comprensible pero infame línea de los padres de Andrea, que se quejaban de que tal y como iban las cosas nadie se iba a acordar de que su difunta hija era un encanto, y que si sufrió un fatal accidente fue por no hacer caso de los anuncios de la tele, que nos recomiendan:
“Si no quieren que sus cuerpos queden GELADOS por un patinazo en la ducha, usen GEL”.
La inmunda senda seguida por Jacinto, que pasaba de estar loco de atar por una, a quererse atar como un loco a otra.
Pero él, Martínez, iba a llegar al fondo del asunto, y eso antes de que acabara el verano, que después da mucha pereza bucear.
Capítulo 26. El clan de los relojeros.
“DETENIDA LA BANDA DE LOS RELOJEROS.
Madrid 29. Tras arduas gestiones y amplias pesquisas, la policía ha conseguido detener a todos los integrantes de la banda de los relojeros.
La banda de los relojeros en realidad no era conocida así hasta su detención, y su nombre, “de los relojeros”, les viene del método que utilizaban para hacer sus timos.
Como ustedes saben, es práctica frecuente que desde la aparición de los coches-bomba en las acciones terroristas, las fuerzas de seguridad, cuando ven un coche sospechoso, o bien porque lleva mucho tiempo aparcado en el mismo sitio o porque presenta cualquier otra circunstancia extraña, suelen explosionarlo con el fin de inutilizar su posible mecanismo de bomba retardada.
Pues bien, últimamente el número de coches sospechosos había aumentado excesivamente, según cálculos de la propia policía.
Ello, si se tiene en cuenta que cada coche explosionado ha de ser restituido mediante la pertinente indemnización a su propietario, en caso de tratarse de una falsa alarma, unido a que las últimas indemnizaciones se habían convertido en verdaderas batallas legales para su valoración, hizo sospechar algo.
Y en efecto, hoy se ha podido detener a los integrantes de esta banda: un abogado, un mecánico; dos individuos dedicados a la compraventa de coches y un chatarrero.
El procedimiento que seguían era el siguiente:
Compraban vehículos en situación de desguace, los acondicionaban para darles una apariencia de más valor, falsificaban la documentación y la numeración de los motores, y….. los aparcaban cerca de algún lugar oficial, habiendo previamente dejado en su interior un reloj despertador de cocina –de ahí el nombre de Banda de los Relojeros- cuyo fuerte tic tac se oyera en el exterior.
Más pronto o más tarde, el coche era considerado sospechoso y en consecuencia explosionado.
El propietario reclamaba la indemnización y de esta forma obtenían 800 o 900 mil pesetas (unos 6.000 €) limpias por vehículo”.
Al acabar de leer la noticia, la detective Sánchez se secó el sudor de la frente, el tren estaba entrando en Zamora.
Capítulo 27. La encerrona.
La detective Sánchez había sido contratada por la tía de Andrea.
Para la tía de Andrea, el que Andrea tuviese bajo su almohada el libro “Zamoramientos”, libro que sólo se vendía en Zamora, tenía que significar algo.
¿Qué se le había perdido a Andrea en Zamora? ¿Por qué se había trasladado a una ciudad con la que no les unía nada?.
Total, que por su cuenta y riesgo, visitó a la que le dijeron era el mejor sabueso en investigación privada de España. ¡La detective Sánchez!
La detective Sánchez era licenciada en Derecho, Filosofía e Historia, procedía de una familia muy acomodada, y si había llegado a detective no fue porque no encontrara otro trabajo mejor.
Su curriculum vitae era como para que quien lo oiga, el sombrero se quite.
Al ser un portento en los estudios, y tras acabar la carrera de Derecho con sobresaliente cum laude, decidió opositar a notarías.
Todos los ejercicios le salieron mejor que a Nadia Comanecci las paralelas, hasta que tuvo que leer el último.
Como era pleno verano, de un verano parecido al de 1986, fue a esa prueba, en la que tenía que leer ante el tribunal el examen escrito que ya había hecho y clavado como siempre, con un atuendo elegante, pero lleno de frescor y tirantes.
No se sabe bien qué espíritu maligno revoloteó por la sala, o si la señorita opositora Sánchez se sentó mal sin querer; el caso es que como impulsados por una única idea, todos los miembros del egregio tribunal, se abalanzaron sobre ella y la violaron allí mismo, ¡en plenas oposiciones a notarías!.
Fue precisamente por este suceso, por otra parte silenciado, por lo que desde entonces, a la prueba en que los opositores deben leer ante el tribunal el examen que han hecho, se le llama la encerrona.
Capítulo 28. La calle de la Amargura
La detective Sánchez utilizaba un método muy peculiar para obtener sus informaciones; por ejemplo, en el terreno de las preguntas, su táctica consistía en demandar información sobre todo lo habido y por haber, de tal forma que como no seguía el camino de hacer pocas preguntas para no levantar sospechas, si no que se manifestaba como una curiosa insaciable, nadie imaginaba que estaba pura y simplemente indagando.
Por eso, mientras el tren entraba en Zamora, preguntó al revisor:
-“Y por qué la llaman la bien cercada?”.
-“Soy el revisor señora y no un profesor de historia”.
La estación tenía su encanto, a pesar de que no había “mozos” y tuvo que cargar con el equipaje.
Una vez en el taxi, y tras fijarse en una pintada que decía: “Zamora necesita circunvalación y no circuncisión”, preguntó al taxista:
-“¿Qué tal se ven las municipales?”.
-“Muy bien, porque sólo hay una y está estupenda”.
-“No, no me refiero a las policías municipales femeninas, me refiero a las próximas elecciones a Alcalde”.
-Ah! Pues no se, igualadillas”.
-“Ah! ¿Puede que haya empate?”.
-“No, no, lo de igualadillas es porque parece que es igual una cosa que otra”.
-“Y el Hotel II Infantas ¿a qué infantas se refiere? ¿A las meninas?”.
-“Señora, soy el taxista y no un profesor de Historia”.
La cuesta de la Estación, coronada por las Tres Cruces, le pareció un lógico camino del calvario, aunque sorprendentemente esa no fuera, como le dijo el taxista, la calle de la Amargura.
¡Qué curiosa Zamora!
Capítulo 29. Dos Infantas.
Cuando la detective Sánchez entró en el Hotel II Infantas fue reconocida por el recepcionista, lo mismo que ocurrió con la mayoría de las personas que se encontraban en la cafetería Dolfos, que situada a dos pasos del Hotel, por estar en la calle principal de la ciudad, solía ser punto de encuentro de prestigiosos políticos, afamados intelectuales, prósperos industriales, elegantes empleadas y empleados, y ejemplares familias con niños que no daban la lata y comen todo lo que se les ofrece sin pedir caramelos.
Bien es verdad que la detective Sánchez pudo haber elegido cualquier otro de los magníficos establecimientos hoteleros que ofrece la bella ciudad de Zamora; que está allí, vigilando desde un alto el caudaloso rio Duero para que no se seque.
Pero, la detective Sánchez había desechado el Hotel Cuatro Naciones por no saber a qué naciones se refería; había rechazado el Sayagués por sonarle a nombre de independentista italiano del siglo XIX; había rehusado el Parador por ser ella muy activa y nada parada, y había descartado el Hostal Rey Don Sancho por recordarle el nombre a Sancho Panza y estar ella a régimen.
Así que tras esos descartes se inclinó por el II Infantas, que además de céntrico le traía reminiscencias de lesbianismo, por eso de las dos-infantas, y ella, claro, tras su brutal violación, sentía una cierta simpatía por las manifestaciones sexuales que prescindían del zafio, presuntuoso y violento comportamiento sexual del común de los machos.
A la detective Sánchez la reconocían algunas personas porque hacía dos o tres días, había sido noticia y había estado en el programa “De jueves a jueves” de Mercedes Milá.
¡¡Milalá, milalá, milalá, milaláaaa!
Capítulo 30. Mercedes Milá.
-“A ver, Amilcar, cuéntanos como es que se te ocurrió escribir a Reagan”- dijo Mercedes Milá, mientras cogía el antebrazo de la detective Sánchez en forma amistosa- Porque amigos, Amilcar Sánchez ha escrito una carta abierta nada menos que a Ronald Reagan presidente de EE.UU. de América y Rey del pólipo”.
-“Bueno, Mercedes, en realidad no tiene ningún mérito”.
-“¿Qué no tiene ningún mérito?, que no tiene ningún mérito? dirigir una carta abierta a Ronald Reagan, que posiblemente sea, bueno seguro que lo es, el hombre más poderosos de la Tierra, y llamarle “burro de noria”?”
-“Bueno, en realidad le llamé “burro de noria sin acequia”.
-“A ver, cuenta, cuenta, Amilcar”.
La detective Sánchez se llamaba Amilcar porque su padre era un gran admirador de los cartagineses, ya que su madre, la abuela de Amilcar, había nacido en Cartagena.
-“Mira Mercedes, cuando vi que en EEUU iban a considerar delitos penados hasta con 20 años de cárcel, el sexo oral y la sodomía, incluso entre matrimonios legalmente constituidos, enseguida me di cuenta del peligro y de lo absurdo de tal medida, y ello sin entrar en el carácter moral o ético o religioso de ese tipo de relaciones.
Entonces escribí al Presidente de EEUU advirtiéndole sobre el peligro que esa medida podía tener para el consumo de drogas ¡aumentándolo!.
Me parece que por querer arreglar un problema se iba a fomentar otro, o sea, que esa medida sería como un burro de noria que sube agua por un lado y la devuelve al pozo por el otro al no haber acequia”.
-“Y entonces, es cuando le llamaste burro, pero explícalo; aunque espera, antes vamos con un poco de publicidad”.
Capítulo 31. Chantaje doméstico.
-“Vamos a ver Amilcar, cuéntanos lo que le escribiste a Ronald Reagan - dijo Mercedes Milá, tras dar paso a la publicidad- que sí, que es verdad que le escribió.”
-“Pues mira Mercedes, si las relaciones sexuales de trapecio..”.
-“¿De trapecio Amilcar, has dicho de trapecio? ¿Qué es eso de relaciones sexuales de trapecio?”.
-“Es una forma de hablar, Mercedes, con ello quiero significar gráficamente las relaciones sexuales que se hacen en posturas extrañas, no normales, no tradicionales”.
-“Entiendo”.
-“Bueno pues, si las relaciones sexuales de trapecio, ya sabes, la sodomía y el sexo oral, se penan legalmente con 20 años de cárcel, mi punto de vista es que para vestir un santo desnudamos otros, y así se lo indicaba al Señor Reagan en la carta que le envié.
Porque mira Mercedes, tú sabes que el problema de la droga, entre sus muchas caras tenebrosas, tiene una que lo es especialmente.
Se trata de esos jóvenes, que en su necesidad de dinero para conseguir su dosis de destrucción diaria, acaban robando hasta a sus padres.
Pues bien Mercedes, imagínate lo que la ley contra el sexo puede desencadenar.
Los jóvenes, acuciados por su necesidad de dinero para la dosis, pueden acabar espiando a sus padres e incluso fotografiarles o grabar en video, para luego hacerles chantaje: “O me das tantos dólares o te denuncio que has sestado haciendo sodomía con mamá”, puede decirle un mocoso a su progenitor; o una hija pedirle a su madre 100 dólares, y al decirle ésta “¡no!”, contestarle: “Mamá ¿tú crees que el juez sabe que te gusta la fellatio?”.
-“Ya –añadió la Milá- y por qué te dirigiste al Presidente con una carta abierta y no discretamente”.
-“Porque con una carta abierta me ahorraba los sellos”.
Capítulo 32. Golpe morrocotudo
Cuando aquel 7 de Agosto de 1986, a causa del calor, la detective Sánchez se despertó antes de tiempo y conectó Antena 3 (ya saben la de “ante todo serenidad y ante na, Antena 3”) bueno pues cuando conectó Antena 3, notó que se oía maravillosamente, entre otras razones porque su habitación en el II Infantas, estaba pegada al edificio en el que se encontraba la emisora.
También notó que la voz de la locutora era muy agradable, y se la imaginó guapa y cautivadora; después quedó prendada por el disco e imaginó un pincha digno de un nirvana; luego, al oír anunciar lo del TUNANTE, prestó atención, pues no estaba muy segura de lo que había oído: ¿qué era eso de las tunancamonadas?.
Eran las 8 y cuarenta, y ella seguía en la cama siguiendo la emisión, cuando en esto oyó una voz masculina anunciar la micro- novela:
-“Hola amigos radio-orejas, hoy en nuestra micro-novela-macro, vamos a llegar al capítulo 32.
Recuerden cómo estaban las cosas: tras la muerte de Andrea por golpe seco en la ducha, y las múltiples conexiones y desconexiones que originó tal óbito, la detective Sánchez había llegado a Zamora y aquí estamos.
Hoy en la micro-novela-macro el capítulo 32.
Cuando aquel 7 de Agosto de 1986, a causa del calor, la detective Sánchez se despertó antes tiempo y conectó Antena 3 (ya saben la de “ante todo serenidad y ante na, Antena 3”) bueno pues cuando conectó Antena 3, notó que se oía maravillosamente, entre otras razones porque su habitación en el II Infantas, estaba pegada al edificio en el que se encontraba la emisora.
Tremendo GOLPE::::.
Capítulo 33. La dedicatoria
Cuando Carmen, Consuelo, Fernando, una rubia que había por allí y el Tunante, oyeron aquel golpe, se miraron con ojos de miedo.
Inmediatamente Carmen - jefa de Agosto- dio la orden para que el programa “Viva la Gente” de Antena 3, continuara como si nada hubiera pasado.
Y lo hicieron todos con tal naturalidad que la multitud de radiorejas de la emisora de las 3 antenas, pudieron seguir sus tareas cotidianas sin el sobresalto que se vivía en el Hotel II Infantas.
En efecto, en éste, el golpe seco había alertado a los encargados, y las carreras se sucedían de un lado a otro:
-“Ha sido en la 407”.
-“Traer la llave maestra”
-“Ha sido un golpe, como si un cuerpo golpeara el suelo”.
Por fin cuando se dispusieron todos los trámites: gerente, recepcionista y botones ante la puerta de la habitación, para servirse de testigos unos a otros, hicieron los tres avisos de rigor, como en los toros, como en las amonestaciones de las bodas y como los cánticos del gallo evangélico.
Ante la respuesta del silencio, abrieron:
El espectáculo era concluyente: la detective Sánchez había muerto de un golpe seco en la nuca.
Se llamó a la policía, se llamó al juez y se llamó al forense.
En ese intervalo de tiempo, el que transcurría entre la llegada de la policía y el juez, alguien con autoridad tomó el libro que abierto reposaba en la mesilla de noche: “Zamoramientos”.
Y al ojearlo topó con una dedicatoria: “ A una chica que está - no se leía bien, pero él dedujo- jamón. El autor”.
El hombre, con el libro entre-abierto, miró al cuarto de baño, y al ver el cuerpo maltrecho de la detective Sánchez, musitó:
-“No creo que fuera pa tanto, a no ser que el autor sea miope”.
Capítulo 34. Resurrección.
La tarde del domingo volvió a confirmar que las mejores aliadas de los cardiólogos son las zamoranas y sus amigas las visitantas.
Pero mientras la ciudad bullía, mejor o peor cercada, en la soledad del depósito de cadáveres y completamente solo, esperaba el cuerpo inerme de la detective Sánchez.
Hasta que llegó el lunes 11 de Agosto de 1986, fecha que pasaría a engrosar las páginas de glorias y sorpresas de la Perla del Duero.
Apenas había comenzado la jornada laboral y ya estaba el cuerpo de la detective en la mesa de hacer picadillo del forense.
Cuando llegó éste, preguntó la razón por la cual aquella mujer estaba allí.
-“Por lo visto murió de un golpe seco mientras se duchaba”.
-“Difícil es eso, pardiez”, dijo el forense haciendo un mal chiste, al tiempo que, tomando un escalpelo, se dispuso a iniciar su tarea.
Y fue como contar hasta diez y entonces …¡se produjo el milagro!, la detective Sánchez, dando un grito, ¡¡resucitó!!
Los colaboradores del Dr. Forense salieron despavoridos, y en menos que canta un gallo, y en menos que mea un niño, en toda la diócesis no se oía otra cosa que en el Hospital “Virgen de la Concha” se había producido un milagro.
Enseguida el Insalud sacó una nota informando de que el Hospital “Virgen de la Concha” está bajo su jurisdicción, es decir bajo la de la Junta, y no como el Hospital a secas, que depende de la Diputación, y el que tenga oídos para oír que oiga.
El capellán del Hospital bajó a comprobar con sus propios ojos lo que otros le anunciaban, y castañeándole las rodillas, entró en la sala de desguace.
-“Dios mío, un cura y yo desnuda”.
Capítulo 35. El milagro.
El revuelo en la bien cercada era enorme.
En el Gobierno Civil, con la ausencia del Gobernador, los pasos eran de tortuga para no meter la pata.
En el Obispado había de todo, desde voces que alababan todo lo alabable, hasta los más prudentes que pedían calma, verificaciones y comprobaciones; mientras que el “teléfono rosa” -hilo directo con el Vaticano- era descolgado con nerviosismo.
Al tiempo, los partidos políticos mayoritarios convocaban a sus ejecutivas para tomar postura ante el tema: “Zamora había sido tocada de la mano del milagro”.
Sin embargo, en la Residencia Sanitaria el nerviosismo era motivado por un coktail de causas cada vez más extrañas:
Al capellán lo acababan de ingresar en la UVI a causa de una insuficiencia cardiaca, pues cuando entró en la sala de autopsias para ver la resurrección, vio, en pie sobre la mesa, a una mujer desnuda con una herida en el costado.
El forense lloraba desconsolado en un rincón, víctima de un ataque de nervios.
La Directora convocaba con urgencia al Consejo de Batas Blancas.
El personal cuchicheaba en pasillos, quirófanos y ascensores.
Y en la sala de disecciones, la Detective Sánchez, llena de vida, gritaba pidiendo calma, pidiendo ayuda y pidiendo algo con lo que cubrirse.
-“Pero qué milagro ni que gato muerto ¿¡no ven que estoy herida!?. Denme algo para taparme, ya que no me curan denme algo para taparme. ¿Están todos locos? Pero ¿qué ciudad es esta que empiezo a oír mi propia vida por la radio, que me veo ante un loco que me ha desnudado y me clava un bisturí, y donde todo el mundo grita milagro-milagro?”.
Y soltó cuatro tacos que a las gentes les hizo pensar que aquello era un milagro muy raro.
Capítulo 36. Regocijo periodístico.
Los periodistas de la ciudad, desesperados porque no había noticias que llevarse a la boca, celebraron el milagro como si fuera un milagro; así que, reunidos todos en la Bodega de El Motín de la Trucha, alzaron sus copas de tinto de Toro por la alegría doble de tener algo gordo entre manos y además algo tan bonito como una resurrección; hartos ya de muertos, de violencias o de malas miradas de los políticos de turno.
Los chicos y chicas de Radio Popular reservaron enseguida una habitación en el Parador para Luis del Olmo, que vendría a hacerle una entrevista a la segunda Lázaro de la Historia de la Humanidad.
Los que son de la SER, organizaron para el día 15 de Agosto un “Pido la Palabra sobre “¿Cree Usted en los Milagros?”´
Para los profesionales de “El Correo de Zamora”, la preparación del reportaje a 3 páginas, portada incluida, sobre “Los milagros en Zamora y Zamora en los milagros”, se convirtió en una ardua tarea.
Mientras los de “El Norte de Castilla” trataban de averiguar por qué la ex -difunta había elegido un sitio tan feo para resucitar como un mortuorio, aunque claro, si no se resucita ahí dónde resucitar, se decían.
En Antena 3 no habría consuelo si después de haber oído en directo el golpe de muerte de la resucitada, no conseguían narrar la historia en primicia y de cabo a rabo.
Así que se informó a Madrid, ante la magnitud del acontecimiento que se les venía encima, y Augusto Ussía escribió esta colaboración:
“Era la bien cercada
Zamora la milagrosa,
Cercada la bien cercada
Al cielo comunicaba,
Y por esa salida airosa,
Salida hacia el cielo claro
Salió la resucitada
Que pa eso en Sanabria hay Lago”.
Capítulo 37. El poder notarial.
El milagro había sido así:
Cuando la detective Sánchez, en su habitación del Hotel II Infantas, conectó con Antena 3, y oyó, por boca del Tunante, que le estaba pasando lo que le estaba pasando, corrió a la ducha para ver si el agua fría le despejaba la que parecía ser una burlona pesadilla.
Al entrar en la bañera precipitadamente, pisó el jabón y cayó con una pesadez toneladesca.
Perdió el sentido y quedó en estado CATATÓNICO, suponiendo que así se denomine un conjunto de síntomas que presentan, a quien los sufre, como si estuviera muerto o sin vida.
La detective Sánchez descubrió esta peculiaridad suya cuando fue violada, en sus oposiciones notarías, por el tribunal.
((Ya de todos es sabida la especial disposición de dichos profesionales para las prácticas del amor, hasta el punto de que como su nombre indica, sus atributos son notorios)).
El primer forense que vio a la detective Sánchez en la bañera, simplemente certificó su óbito, como no podía hacer de otra forma, ya que la occisa en efecto presentaba síntomas de occisa
Cuando el lunes 11 de Agosto el nuevo forense clavó su bisturí en el cuerpo de Amilcar, ésta dio un grito de pavor, pues ante un corte tan certero no hay constantes vitales que no se conviertan en variables mortales.
Sin embargo, no sólo en la ciudad si no en todo el mundo, la noticia de la resurrección era prácticamente imparable, porque además nadie localizaba a la familia de la Sánchez, con lo que el tam tam popular había echado a rodar la idea de que una misteriosa dama llegó a Zamora en una línea de tren que ya no existía y había resucitado en un Hospital de la Seguridad Social porque Dios quería recordarnos que para Él, todo es posible.
Capítulo 38. El piragüismo.
Amilcar Sánchez, detectiva profesional, fue sometida a una cura de sueño durante los días 15-16 y 17 de Agosto, por prescripción facultativa, ya que se temía por el, ya de por sí, difícil equilibrio mental de la susodicha, en cuanto miembro vulgar de la asociación universal de mortales.
Sólo esta cura de sueño, unida a las regatas internacionales de piragüismo, pudieron traer la tranquilidad a la tranquila ciudad de Zamora.
El piragüismo no es, como podría creerse, una reunión de pirados, si no un deporte consistente en montarse en unas embarcaciones, llamadas piraguas, porque son embarcaciones que están como chotas, o sea, que están piradas, ya que por su forma no se sabe cuál es su parte de adelante y su parte de atrás, o si se prefiere, utilizando el lenguaje científico, no se sabe cuál es su proa y su popa.
El remero, llamado así porque maneja los remos, y sin nada que ver con las rameras (que son las que manejan las ramas y no los remos); bueno pues el remero, montado en la piragua, tiene la obligación de remar a toda vela –si bien debe constar que las piraguas no son barcos de vela- para que su piragua llegue la primera a la meta, y poder obtener así el título de campeón.
Para distinguir la proa de la popa, los técnicos del piragüismo suelen echar a cara o cruz cuál es una u otra, y en la parte que le toca la popa ponen un artilugio que llaman timón, y que permite que el piragüismo no obtenga su nombre del genérico PIRAO.
También hay piraguas sin timón, las cuales no tienen tampoco problemas porque, al fin y al cabo, ¿para qué se quiere saber dónde está la proa y la popa si al no ser embarcaciones de vela, nunca van a necesitar que las cosas vayan viento en popa.
Capítulo 39. Editorial NO ME DEJES NUNCA.
Cuando la detective Sánchez volvió al hotel tras la cura de sueño, estaba bastante espabilada.
No sabía qué clase de antenas tenía Antena 3 para poder ir narrando los acontecimientos casi antes de que ocurrieran, pero le daba lo mismo.
¡Como todos los resucitados se había vuelto escéptica!
Para ella, la clave estaba en la dedicatoria de aquel libro:
“A una chica que está jabón o a una chica que está jamón”.
Esa era la cuestión ¿ponía jamón o jabón?.
Porque si ponía jabón, tal vez a partir de ahí surgiera la explicación de por qué Andrea, en vez de usar gel para la ducha, había usado jabón.
Había que localizar al autor de la dedicatoria; había que localizar al autor de “Zamoramientos”.
Buscó en la guía el teléfono de la editorial “No me dejes nunca”, ya que ésta era la que había lanzado el libro.
Los timbrazos de su llamada fueron interrumpidos por la frase:
“Vivir en Zamora y no haber leído Zamoramientos, es como vivir en Zaragoza y no haber leído Zaragozamientos. Le habla el contestador automático del autor de Zamoramientos. Al oír la tercera señal deje su mensaje. El tiempo del que dispondrá es “toda su vida”, porque el citado autor se ha ido de vacaciones a las Bahamas, que como su nombre indica es dónde “se va a más”.
La detective Sánchez cortó estupefacta, no le cabía la menor duda, en Zamora se estaban quedando con ella.
Pero el carácter de Amilcar Sánchez no se amilanaba ante nada, y al recordar esto, “que no se amilanaba ante nada”, recordó lo otro, el eslogan de su emisora favorita: “Ante todo serenidad, y ante ná, Antena 3”.
Capítulo 40. Los rayos X.
La detective Sánchez no solo tenía nombre de cartaginés, sino que de dicho nombre parecía haber absorbido la fuerza del indómito y valiente pueblo mediterráneo; así que, a pesar del cansancio, a pesar de que podían reconocerla por la calle como “la resucitada”, a pesar de que era más difícil encontrar a Andrea que buscar una virgen en un lupanar, se puso manos la tarea.
Bajó a desayunar a Dolfos, y , como quien no quiere la cosa, entre churro y churro, mostró al camarero una foto de Andrea, y la acompañó suavemente de una frase:
-“Le suena?”.
La cara del camarero era la expresión de un hombre al que no sólo le sonaba aquella imagen de la foto, era la imagen de alguien al que le sonaba ¡¡todo un campanario en la cabeza!!.
¡Cómo olvidar a Andrea!
Era en Semana Santa cuando había visto bajar a aquella diosa de la divinidad por las explícitas escaleras de la acogedora cafetería.
El sol de la tarde hacía bajar su luz por el hueco de aquella escalera, y al comenzar a descender por ella, los rayos de esa luz se convirtieron en rayos X, y permitieron que el espléndido tipo de Andrea quedara perfectamente dibujado bajo la transparencia traslúcida de su ligero vestido.
Todo esto se había quedado “impresionado”, como recogido en telefilm, en la mente del camarero, y ahora se lo contaba, amigablemente a Amilcar, entre ojos de asombro, churros del día y “chuchurros” de asentimiento.
Así, la detective Sánchez pudo encontrar en Zamora la pista de Andrea, y aún más, le dijeron quien fue el principal acompañante de la guapa extranjera: Benito La Solana.
Capítulo 41. Un demonio seductor.
Cuando Andrea sintió el pellizco en la nalga se volvió como una fiera, dispuesta a soltar un mamporro con la mano y un “grosero” por la boca; pero se encontró ante ella con uno de estos hombres que además de guapo, era cautivador, que los hay; y que además de cautivador era enternecedor, que los hay; y que además de enternecedor tenía buen tipo, que los hay; y que además de tener buen tipo tenía mucha labia, que los hay; y por eso, cuando aquel hombre con pantalones, sonriendo de Este a Oeste, le dijo con candor:
-“Para mí ya ha empezado la Semana de Pasión”; la cara de Andrea cambió de cara e incluso notó que la humedad relativa del aire aumentaba.
Cuando Benito Lasolana comprobó que Andrea le estaba respondiendo bien, sin dejarla rechistar, agregó:
-“Perdona que te pellizcara, pero soy de los que cree que si las amantes de un hombre se pueden contar con los dedos de las manos más le valía a éste cortarse las manos”.
-“¿En Zamora sois todos tan súper chulos?.
-“Sí guapísima, sí. Pero, dime, ¿cómo te llamas?. Porque no pretenderás que te esté llamando todo el rato guapísima, ¿verdad? Súper chula”.
El encanto de Benito Lasolana, unido al descaro de Benito Lasolana, hacian de él un demonio seductor.
-“¿Por qué se le llama a esto una “clara””; preguntó Andrea, cambiando el tercio y dando por hecho que había sido ligada.
-“Porque es cerveza con gaseosa”.
-“Eso ya me lo han dicho. Yo pedí clara porque me dijeron que pidiera clara, que era cerveza con gaseosa y que estaba muy rica. Como yo nunca había tomado una mezcla así, pues la estoy probando. Hay que probarlo todo, ¿no?”.
-“Si, guapísima, aunque no opine lo mismo la Santa que le dio el nombre a esa bebida: ¿Santa Clara!”.
Capítulo 42. El Benito y La Solana.
-“Antes de que se inventara el atún claro ya existía en Zamora la clara atún, la clara atuntada. La clara es una bebida típica de Zamora, y se le llama así en homenaje a la Santa que le dio nombre a la calle principal: Santa Clara. ¿Te gusta, guapísima?”.
Benito Lasolana hablaba sin parar, pero con una guasa y una seguridad tal, que apostar sobre si lo que decía era verdad o mentira, era arriesgarse a perder, quieras que no.
Benito Lasolana era un personaje en la ciudad, tanto es así que ya nadie sabía cuál era su verdadero nombre, ya que éste de Benito Lasolana le venía precisamente del sitio donde se encontró con Andrea, del sitio donde se fraguó su personalidad, del sitio que le dio a luz, su nombre venía de las tertulias del Benito y La Solana.
El Benito y La Solana son dos bares que están en la encrucijada de la ciudad; están juntos, y en torno a ellos se aglomera una multitud de personas entre 16 y 36 años, en forma tan curiosa y desproporcionada que se puede encontrar a dos chicas con una copa en la mano como si esperaran el autobús, cuando la parada de éste está a unos 50 metros; o ver a dos parejas en aparente actitud de querer cruzar un semáforo situado a 10 metros, sujetando cada uno en su mano la consumición.
Muchos partidos políticos se conformarían con obtener tantos votos como clientes se amontonan en los alrededores del Benito y La Solana.
Y allí, entre ese gentío, es donde Benito Lasolana, en su ambiente, encontró a Andrea, y por eso, por jugar en casa, es por lo que se atrevió a pellizcarla, no se vayan a creer, porque no es cierto, que en Zamora se pellizca a las foráneas, y menos en el foráneo.
Capítulo 43. El borriquito.
-“Mañana sale aquí La Borriquita, así que si no te importa a ti salir con un borriquito ¡aquí me tienes!. ¿Vale, guapísima?”.
Andrea había venido a Zamora porque le habían dicho que su Semana Sata era muy recogida, y ella confiaba en que ese fervor, unido a su fervor, pudieran actuar a favor de su novio, el guardaespaldas Jacinto, que sufría tremendos ataques de celos cada vez que ella le decía que el próximo verano, o sea éste, iba hacer top-less.
Por todo esto, Andrea estaba dispuesta a verse todas las procesiones, pues al no conocerlas no sabía en cuál podría saltar la liebre del milagro.
Por tanto aceptó la propuesta de Benito Lasolana, si bien pensó, con silenciador, lo fresca que era, al ir a ver una procesión para pedir precisamente que su novio secreto se cure de celos, y ello acompañada por un tipo tan estupendo como aquel ligón empedernido que la adobaba con la voz, la comía con los ojos, la digería con el olfato, la acompañaba con los oídos, y la troceaba con dedos y rodillas.
Cuando se acabaron las claras, la clara de ella y la clara de él; él ya sabía que ella se llamaba Andrea, que en ese momento no llevaba ropa interior superior, que se alojaba en casa del autor de “Zamoramientos” porque éste se había ido al Caribe en busca de limones salvajes y se la había cedido, que pertenecía a una de las familias más adineradas de la muy noble y leal villa de Mecachis, y que se veía a si misma muy parecida a Zamora porque indudablemente ella también era “la bien cercada” ya que él, Benito Lasolana, no la dejaba ni a Sol ni a sombra.
Soltaron la carcajada y como dos embarcaciones que sueltan amarras, se hicieron a la mar y buscaron el parque de la Marina.
Capítulo 44. Pulpo a la gallega
A medida que Benito Lasolana narraba su encuentro con Andrea, la detective Sánchez le miraba, interrogándose sobre cómo un tío podía ser tan osado y chulo como para contar su propia vida como si fuera una novela; aunque también hay que decirlo, alguna que otra mirada tenía ciertos kilowatios de ansiedad, porque, es que Benito Lasolana ¡estaba buenísimo!.
Y eso mismo es lo que pensó Andrea cuando se recogió, tras ser despedida en el portal del apartamento que le habían cedido, al modo “pulpo a la gallega”.
En Zamora se conoce como despedida al modo “pulpo a la gallega”, a esa despedida en que el acompañante, generalmente el masculino, se pone meloso como una gallega, a la par que trata de toquetear, erre que erre, a la acompañante, con unas manos como tentáculos de pulpo.
Bueno, pues así se había despedido Benito Lasolana aquella noche del Domingo de Ramos, y ella, Andrea, tubo que lamentar el tener que ponerse seria; seriedad que él trato de romper con un:
-“Perdona chica, pero es que yo, desde que hice la Primera Comunión, el día de la Borriquita siempre me pongo muy burro”.
Fue aquella misma noche en la que Andrea, para no caer en la tentación de pensar demasiado en aquel zamorano, llamó a Jacinto y éste le comentó el chiste del día en Mecachis:
“Se iban a hacer unos urinarios para mearse de risa”.
Tras risas, sin mojar, y otros escarceos telefónicos, el balance fue, no es que en Mecahis se fueran a construir unos urinarios, pero si era que esa frase ocultaba una importante operación relacionada con la tecnología punta.
Jacinto le dijo a su amor, que como prueba de lo que la quería se enteraría de todo y se lo contaría.
Capítulo 45. Los cuernos y el calcio.
Cuando Andrea se acostó en la noche del Lunes Santo, tras ver las procesiones correspondientes, se acurrucó junto a los recuerdos del intrépido Benito Lasolana, y se dijo algo así como:
“!¡Madre del Verbo, si estoy a punto de ponerle los cuernos a mi novio!”.
Así es la vida, hasta una novia febrilmente enamorada, que se va a pedir a las imágenes de los imagineros que dieron vida a la Semana Santa de Zamora, que su novio formal deje de sufrir infundados ataques de celos, y ahora hete aquí que está a punto de comenzar una aventura que va a hacer que los celos de su amado sean fundados.
Pero lo cierto es que, sorprendentemente o no, el milagro se produjo, y el guardaespaldas Jacinto, a partir de aquel día, ya no iba a sufrir ataques de celos infundados, a partir de entonces, todos sus celos iban a ser fundados; porque Andrea era incapaz de resistirse a los hombres excepcionales, superiores y completos, y ejemplares de este tipo y caracteres, debemos reconocer que hay muchos.
Trató de pensar en Jacinto para no caer en la tentación, pero a las 3 de la madrugada, y sin lograrse dormir, tuvo que correr a la ducha, porque Benito Lasolana revoloteaba por su mente y cuerpo, como mosca que se cuela en la habitación y con su zumbido de alas, nos va volviendo víctimas enloquecidas, que si dispusiéramos de una escopeta de cañones recortados iba a ver.
La ducha, como si fuera de agua bendita, le hizo borrar de sus dudas al terrible zamorano, y se durmió tranquila, olvidando que como indica el dicho: No se puede decir de éste agua no beberé.
Capítulo 46. Ring Ring Merlúuuu
Apenas hacía dos horas que Andrea se había dormido, y apenas hacia dos medias horas que soñaba que era una diosa de la naturaleza y que Benito Lasolana la adoraba, y que a causa de esa adoración, el bronceado joven, se disponía, arrodillándose ante ella, a hundir la cabeza entre los pies de la apetecible joven, cuando un ring-ring-ring la despertó.
Apenas sin enterarse lo descolgó:
-“Diga?”.
-“Merlú”
-“¿Diga?”
-“Merlú.
-“¿Cómo?”
-“Merlú, mujer, merlú; aquí en Zamora, en Semana Santa, nos despertamos con el Merlú”.
-“Pero ¿qué hora es?”.
-“Las 5 de la matinada”
-“¿Las 5, y qué quieres, porque eres Benito ¿no?”
-“Naturalmente que soy Benito ¿Quién otro podría ser, TRAIDORA?”.
-“Pero ¿qué quieres a estas horas?”
-“Vamos por buen camino”.
-“Que vamos por buen camino ¿a dónde?”.
NOTA DE LA REDACCIÖN:
Todo esto ocurría en Zamora, en la pasada Semana Santa de 1985. Con posterioridad se celebraron, el 22-J, Elecciones Generales, llevando un partido precisamente el eslogan “Por Buen Camino”.
Como quiera que hoy es noticia el excesivo número de teléfonos “pinchados”, pudiera creerse que la frase “Por Buen Camino”, fue copiada por alguien que espiara la conversación telefónica entre Andrea y Benito.
Pues bien, nada más lejos de la realidad, la frase “Por Buen Camino”, fue pronunciada por Benito en la conversación que hemos narrado, y en otro tiempo y lugar también se le ocurrió a otro señor como eslogan electoral.
Por tanto, esta redacción, exime de toda culpa o sospecha a quien corresponda, en lo referente a escuchas telefónicas sobre Andrea y Benito.
Y nos despedimos hasta mañana, esperando que nos “pinchen” ustedes la micro-novela TODOS LOS DÍAS.
Capítulo 47- Agua de carabaña
-“¿Por qué dices que vamos por buen camino?”.
-“Es una sensación ¿Tú no has tenido síntomas esta noche de que vamos por buen camino?”.
-“¿A qué te refieres?”; preguntó Andrea, consciente de que sabía de qué le hablaba aquel apuesto joven, y más consciente aún de que apenas hacía dos horas que se había que tenido que tomar una ducha para apaciguar “los síntomas”, como quien se toma agua de carabaña para apaciguar otros síntomas más perturbadores pero menos turbadores.
-“Me refiero, guapísima, a que yo llevo 4 horas dando vueltas en la cama, comiéndome las uñas, los visillos y los calcetines, paseándome de un lado a otro como un tigre de bengala encerrado en una jaula en una noche de fuegos artificiales con bengalas”.
-“Haberte tomado una ducha fría”.
-“Me la tomé, guapísima, pero cuando yo necesito una ducha caliente no hay ducha fría que me aplaque la sed”.
-“Creo que estás entrando en un terreno que como nos tengan pinchado el teléfono podemos pervertir a alguien”.
-“No me importa, me has dejado a cien, y estoy dispuesto a pinchar a quien se me ponga por delante”.
-“Un poco exagerado ¿no?”.
-“Exagerado nada. ¿Tú sabes lo que vi cuando te probabas los zapatos? ¿Tú sabes lo que vi cuando se te cayó el bolso? ¿Tú sabes lo que me gustó el dulce sabor de tu boca cuando te robé el beso en el portal?”.
-“Es la primera vez que me dicen que mi boca sabe dulce”.
-“Pues lo sabe, guapísima, y le voy a escribir a Ana Belán sugiriéndole que escriba una canción que diga: UUUUmmmm tu boca, nada sabe tan dulce como tu boca”.
Hoy todos sabemos que esa carta escrita a Ana Belén por el zamorano Benito Lasolana, la abrió Víctor Manuel, y es él el que compuso la canción y le añadió lo de: “salvo otra cosa que no se nombra”.
Capítulo 48. La veleta de Viriato.
El único trauma de Benito Lasolana era que nunca había oído ningún programa de “Encarna de Noche”, y cuando uno tiene pocos traumas es como cuando tiene pocos kilos; se encuentra más ágil, se encuentra más libre, se encuentra más valiente.
Y así lo veía la detective Sánchez cuando, día tras día, se tomaban un café en el Dublín mientras él le hablaba y le hablaba de Andrea.
Al tiempo, la bien cercada, la diosa del Duero, la Zamora misteriosa, iba entrando como una novia en el templo del Otoño.
Pero aquella entrada en la romántica estación venía acompañada de fenómenos que rondaban la magia:
Por un lado aparecían mapas de Castilla y León en los que no figuraba Zamora; por otro lado, en la revista Interviú, aparecían unas denuncias muy gordas contra los magnates, mag-na-tes, de la Diputación; otro día estos decían en rueda de prensa que no habían roto un plato, y que si alguno se había descascarillado, era para crear empleo.
Lo cierto, no obstante, es que por aquellos días, que son estos, habían aparecido, en sustitución de la leyenda que acompaña la Estatua de Viriato, otras tres leyendas de parecido corte a la habitual, pero que rezaban:
“Terror Sanleonorum, Terror Rodríguezorum y Terror Chicharrorum”.
Por hallarse la Diputación al lado de la citada estatua, pronto se dio orden de restituir la verdadera inscripción, que en perfecto latín decía:
“Viriato, terror romanorum”; que en traducción literal y perfecta, significa: “Viriato, terror de los romanos”.
Pero no acabó ahí el misterio y el morbo de aquellos días.
El 11 de Septiembre de 1986, la mismísima estatua de Viriato, ante el estupor de todos, apareció girada, de manera que su brazo extendido señalaba a la prestigiosa institución provincial; y del mismo le colgaba un letrero que decía: “Hasta aquí llegó la riada de Interviú”
Había comenzado la Bienal de Escultura.
Capítulo 49. El bronceado
Cuando quedaron al día siguiente para ver la procesión de los Faroles, Benito Lasolana ya no necesitaba echarse faroles para ENAMORISCAR a Andrea; ésta era presa de una comezón digan de 100.000 avispas combativas.
Y así, fue tras ver la procesión de “las 7 palabras”, cuando Benito Lasolana decidió decir la última palabra:
“Estoy seguro de que si algún día te veo desnuda, el resplandor de tu cuerpo me va a cegar, pero no me importa, si es necesario utilizaré el sistema BRAILE para reconocerte; pero dime: ¿existirá ese día?”.
Esta forma de plantear las cosas era la que a Benito Lasolana le daba casi más éxito que su cuerpo de felino por desbravar; aunque también este aspecto, el físico, estaba multiplicando en Andrea la curiosidad por ver hasta dónde llegaba el bronceado de aquella cara y aquellos brazos.
¿Llegaría hasta las últimas consecuencias?.
Esta era la cuestión ¿Llegaría hasta las últimas consecuencias el bronceado del cuerpo de Benito Lasolana?.
¿Llegaría hasta las últimas consecuencias Andrea abriéndole las puertas de su DO-MI-CI-LIO?
Lo decidió al día siguiente mientras veía la Procesión del Silencio.
Estaba sola porque él, Benito Lasolana, como zamorano de pro iba a desfilar.
Desde que era un crio salía en la del Silencio, y no iba a romper aquella tradición ni por irse con aquella chica que aunque estaba descomunal, no se la podía comparar con la emoción de ser COFRADE.
Si en el pecado está la penitencia, en la virtud está el capital, y así, Andrea, cuando lo vio pasar ante ella, con el hachón, con la túnica blanca, y con el bello y rojo CAPERUZ se dio cuenta de que ya era de él.
Capítulo 50. El cine de los Luises.
-“¿Conoces el chiste del 49?”
-“No, ¿cómo es?”.
-“Pues mira, están dos jubilados sentados al sol en un banco y le dice uno al otro: ¿Sabes cómo se hace el 49?. No. ¿Cómo?. Pues como el 69 pero con 20 años menos”.
La risa de Andrea sonó fresca y libre en la Cuesta de San Martín, cuando Benito Lasolana acabó de contarle el chiste.
Se sentían felices y las carcajadas se ambos se mezclaban como si la de uno fuera el eco de la de la otra.
Se callaron cuando el sonido de una carraca rompió la noche.
Un silencio impresionante acompañó la aparición de la Procesión de las Capas.
A la emoción natural del momento se unía la emoción propia de la corazonada de él y de ella.
Ella, Andrea, ya sabía que luego iban a ir a la casa que le habían cedido en Zamora.
Él, Benito Lasolana, intuía que aquella noche podía ser clave; además la Semana Santa siempre se le había dado bien para sus ligues.
Cuando a la procesión de hermanos encapados siguió la procesión de la muchedumbre, ellos enfilaron por la calle de Carniceros, momento que él aprovechó para, cogiéndola por la cintura, sentir su carne de primera ¡paletilla derecha!.
Cuando llegaron al Complejo Viriato, en la plaza del Cuartel Viejo, en el sitio donde antaño estuvo el cine de los Luises, Benito le contó la importancia de los Luises en Zamora.
Los Luises era el cine del Colegio Corazón de María, y por él había pasado todo aquel que hoy tenía más de 33 años.
Todos los que hoy mandaban en la ciudad, económica y políticamente, eran “hijos de los Luises”, o sea, de los Padres del Corazón de María, y era tal el Poder de los Luises, que aún hoy, sin existir, existían, pues el Alcalde, el Presidente de la Diputación y hasta uno de la oposición, se llamaban Luis.
Capítulo 51. Subiendo a los cielos.
El Complejo Viriato es como una inmensa guardería infantil, en la que los niños encierran a sus padres mientras ellos juegan en la calle peatonal.
Sin embargo, a las 2 de la madrugada pasadas ¡por agua! (pues estaba empezando a llover) la zona presentaba un aspecto más londinense que otra cosa.
Benito Lasolana, como si fuera Pulgarcito, iba tomando nota, mentalmente, del portal, la escalera y el piso; no para saber cómo regresar a su casa, si no para saber cómo volver a aquel nido, que él esperaba de amor.
Cuando entró en el ascensor, al que ya había pasado ella, se frotó las manos alucinado.
Había tenido suficientes ligues como para poder decir con orgullo eso de “si un hombre puede contar sus ligues con los dedos de las manos, más le valía cortárselas”.
Entre sus escarceos amorosos habían figurado algunas mujeres casadas de la ciudad, pocas, es verdad, porque por regla general la zamorana es recatada y fiel hasta decir basta.
Pero lo que le alucinaba a Benito Lasolana, en aquel momento, era que ninguna hembra había tenido la hechura, la anchura y la altura estética que tenía Andrea.
Juntos en el ascensor, él se sentía subir a los cielos, y ya, hasta percibía el olor a incienso que exhalaba el botafumeiro que constituían los infinitos poros de aquella piel infinitamente suave.
Mientras, muy lejos de allí, en Mecachis, Jacinto el guardaespaldas, Jacinto el novio secreto de Andrea, acababa de descubrir qué es lo que se ocultaba bajo la absurda noticia de que “en Mecachis se iban a construir unos urinarios para mearse de risa”.
La noticia era espectacular, y también afectaba a la ciudad donde estaba su amada, a Zamora.
Capítulo 52. “1,2,3, responda otra vez”
“Tiene narices”, es una expresión que se utiliza con demasiada frecuencia.
Son muchas las cuestiones o cosas que “tienen narices”.
Pero tal vez el asunto que tiene narices por excelencia sea el catarro de nariz.
Por 7.850 pesetas cada una…….¡Clases de catarros!. Por ejemplo, el catarro nasal.
“El catarro nasal”.
“El catarro nasal”.
“El catarro de garganta”.
“El catarro de garganta”.
Zim-Zam-Zim-Zam-Zim-Zam Quedan 20 segundos” Zim-Zam-Zim-Zam-
“El catarro Nasarre”.
Ruif-Ñac-Zos-
“ Vamos a ver qué dicen los supertacañones”.
“Ju-Ju- Señor mío, el catarro Nasarre no se lo coge ni aunque lo agarre”.
“En efecto, lo siento pero el catarro Nasarre no existe”
Este fue el único programa de “Un-Dos-Tres” que recurrido por los participantes hubo de reanudarse en eso de: “Fueron dos respuestas acertadas, a 7.850 pesetas cada una …¡15.700 pesetas!.
Así es; fue la Real Academia de Medicina, en jurisprudencia conjunta con la igualmente Real de la Lengua, la que determinó que los concursantes tenían razón y el catarro Nasarre existe.
En la última edición del diccionario enciclopédico Larrousse, en el epígrafe “catarros”, figura, entre otros: “Catarro Nasarre: Dícese del que se coge por enfriamiento de los pies. Recibe este singular nombre por uso popular ya que, si bien se coge por los pies, se agarra por la nariz, de ahí lo de NASA, y además, es un tipo de afección que proliferó mucho cuando la conocida gimnasta Eva Nasarre, puso de moda los ejercicios físicos matutinos”.
Al parecer dicha práctica ocasionó diversos resfriados entre los inexpertos oyentes, hasta que cayeron en la cuenta de que debían se seguir la tabla rítmica con calentadores en los pies.
La tabla de gimnasia de Antena 3 no requiere calentadores, es una tabla ardiente”.
Todo esto lo oía perpleja la detective Sánchez en la habitación del hotel, en el día en que como cuando empezó el diluvio, la gente decía: “¡Que buen año se presenta!”.
Capítulo 53. Los coleccionistas.
Mientras Benito Lasolana esperaba en la butaca-orejera la entrada de Andrea en el salón, el corazón le galopaba como un caballo percherón lanzado cuesta abajo por la ladera de una campiña.
Cuando entraron en el apartamento que le había cedido a Andrea el autor de “Zamoramientos”, Benito Lasolana no tuvo que hacer el menor esfuerzo para ver que tenía dos áreas: Dormitorio-cuarto de baño y pasillo por un lado; y Salón y cocina por otro..
Se le indicó el salón, se le sirvió una copa de wiskhy, y se le dijo: “Espera”.
Al ver pasar a Andrea hacia la otra zona, su corazón recibió la orden de salida para aquella “carrera contra la emoción” tan emocionante.
Benito Lasolana, como todo ligón oficial, como todo ligón obligado, como todo ligón olímpico, tenía la necesidad imperiosa de acumular el mayor número de cabelleras PÚBICAS posibles, y por eso, en numerosas ocasiones, en casi todas, había “conseguido” a mujeres que a él ni le gustaban, pero que indudablemente, a la hora de las estadísticas eran un UNO; tan UNO como cualquier otro UNO; y las estadísticas, no lo olvidemos, para un ligón, como para casi todos los machos, son importantísimas, cuando no ¡¡esenciales!!.
Porque cuando en la barra de un bar insinúas que has estado con 19 ¡que mas da cómo eran esas 19, lo que mola es el número!.
Y ahora, sin embargo, estaba allí ante una persona del género femenino que quitaba el hipo en los 5 continentes.
“Ya estoy aquí”, dijo Andrea cuando volvió al salón; y a Benito Lasolana se le cayó el vaso de wiskhy en pleno pantalón.
Capítulo 54. Medias negras
Apareció sólo con medias.
Ni una prenda más, sólo con medias.
Ni ropa interior, ni ropa exterior, ni un pendiente, ni una pulsera.
Sólo con medias; unas medias negras y al tiempo muy transparentes; unas medias que llegaban hasta ese pliegue en que quedan soldadas las piernas al cuerpo, los muslos a donde se dan los azotes.
Y acentuando aquella presencia, bella y erótica, una melena suelta y un cuerpo escultural sobre unos zapatos negros de tacones finos y altos.
Aquella chica era una mujer, y aquella mujer era una diosa.
Benito Lasolana se sintió un pelele.
Eso sí, un pelele excitadísimo.
Oyó las campanadas que anunciaban las 3 de la madrugada, pero ni aún bajo tortura podría decir si esas campanadas las dio un reloj, las dio su corazón o las dio la luna de primavera.
Lo que no le cabía duda es que él, Benito Lasolana, iba a dar la campanada.
Se puso en pie y empezó a desabrocharse la camisa tras quitarse el jersey.
“Espera un poco. Vamos a hablar un poco. Tú sentado y yo tampoco”.
Miró atontado de aturdimiento.
-“¿Por qué no te sientas?¿No me has dicho: tu sentado y yo tampoco…”.
-“Estoy jugando, ¿no lo notas?. Anda, siéntate. Yo seguiré de pie…me va la pasarela”.
Obedeció sin rechistar, sentía pavor de que por hacer algo mal se rompiera todo y despertara; creía que estaba soñando y temía despertarse”.
Ella, empezó a pasearse con una impudicia que atormentaba.
Desde los 13 años, en que sometido a un fuerte tratamiento, consiguió erradicarla, no había vuelto, él, el gran Benito Lasolana, a aquel vicio que desde los 2 años le acompañó durante 11 años; pero ahora, como un poseso, cayó de nuevo en él, y sin recato alguno: Empezó a morderse las uñas.
Capítulo -55-. Por fin la CÍA en Zamora
La inauguración de la Bienal de Escultura Ibérica Contemporánea fue un éxito, e incluso, acorde con la originalidad e imaginación de las más de las obras que en ella se exponen, la propia APERTURA DE LA MOSTRA se rodeó de esas mismas cualidades, y así, originalidad e imaginación son las palabras únicas con las que se puede definir ese momento en que el Presidente de Castilla y León dijo:
“…en resumen, este certamen es una idea luminosa”; y en ese instante se apagaron las luces de la sala de conferencias del Colegio Universitario.
En esa inauguración, mezclado entre el público, como quien no quiere la cosa, observando esculturas, escultores e incluso damas esculturales, estaba Luis Felipe.
Había llegado la tarde anterior y se hospedaba en el Hostal Trefacio, entre pinchos –morunos y perdices por un lado, y aullidos de Lobo por otro.
La CIA había ordenado a Luis Felipe, su agente en Mecachis, que se desplazara a Zamora, ya que en esta ciudad, a pesar de su importancia y belleza, no había agente de la CÍA con plaza en propiedad, e incluso, ésta, la plaza, estaba sin dotar.
La misión de Luis Felipe era secreta y por ello no es posible desvelarla; pero como la mente es libre, no es descabellado suponer que se trataba de averiguar qué había averiguado la detective Sánchez, e incluso que Luis Felipe, por su cuenta, averiguara todo lo que pudiera.
El ordenador de Manhattan Transfer recomendaba que por esta vez un agente de la CÍA no se hospedara en el Parador ya que acabaría sabiéndose que era un pez gordo.
Además, la situación del Hostal Trefacio era la idónea pues se encontraba en plena Garganta Profunda de Zamora.
Capítulo 56. ¿Quién es casto?
En el argot del periodismo “garganta profunda” es la forma en la que se designa a alguien que informa en secreto, pidiendo no sólo máxima discreción, si no llegando incluso al caso de informar sin descubrirse.
Por eso, la Ruta de los Elefantes –por la trompa que suelen llevar algunos de sus asiduos- en Zamora es considerada como una Garganta Profunda del pulso informativo y de los comentarios de última hora.
En plena garganta, y a modo de campanilla, está situado el Hostal Trefacio.
En aquellos días la indignación de los zamoranos crecía por momentos a raíz del número de Interviú en el que se levantaban las faldas a la Diputación con ánimo de dejarla en….evidencia.
Las acusaciones eran graves, no cabía duda, y el contraataque espectacular, negándolo todo, e incluso tomando el fiscal cartas en el asunto.
Lógicamente la ciudad se dividía en dos bandos: Los que creían que el comportamiento de CP no era casto, y los que creían que el que se considere casto que tire la primera piedra.
Pero en lo que todos los zamoranos estaban de acuerdo era en que resultaba bochornoso que para una vez que conseguimos salir a toda página, en un publicación importante, fuéramos eclipsados en todo el estado español por los dulces senos de Sonia Martínez, y que en los lugares de importancia, en vez de hablar de Zamora y de si eran o no verdad aquellas acusaciones, se hablara de que TVE había dejado sin trabajo a la presentadora del programa infantil “Naturaleza por mostrar”, y que la Naturaleza , con ella, no había sido nada infantil.
El último rumor era que, el Ayuntamiento iba a contratar a Sonia Martínez para que así, al tener trabajo, se dejara de hablar de ella y se volviera a hablar de lo otro.
Capítulo 57. Comiéndose las uñas.
Eran tales los pormenores con que Benito Lasolana le contaba a la detective Sánchez su relación con Andrea, que aquella llegó a pensar si no estaría el tío cargando las tintas para excitarla y llevársela al huerto.
Por eso, ahora, cuando la citó en su propia casa, se lo pensó mucho antes de aceptar.
Lo que inclinó la balanza en el corazón de Amilcar Sánchez – detectiva privada- a favor de aceptar el reto, fue el momento en que la historia de Andrea y Benito había quedado.
Para Amilcar, como mujer que era, el hecho de que Andrea estuviera tomándole el pelo a Benito Lasolana –ligón de profesión- y enervándolo hasta el punto de hacerle comer uña tras uña, le parecía lo suficientemente estimulante como para, si llegara el caso, jugarse el tipo y si se terciaba el himen, o los restos que de él quedaran después del paso salvaje de los miembros del Tribunal de Notarías, en el día aciago en que se abalanzaron sobre ella.
Benito Lasolana vivía en el complejo “las Flores” con sus padres.
El complejo “Las Flores” es un conjunto de viviendas que se miran en el Duero.
Recibe el nombre de Las Flores, porque en él vive lo más florido de la ciudad.
Zamora sin “Las Flores” sería como un tiesto sin macetas.
Era el 24 de Septiembre de 1986 y la bien cercada vivía el bullicio de una Bienal descomunal.
En general la Bienal de Escultura Ibérica, estaba resultando, en conjunto, un monumento a la imaginación:
Hombres llenos de tristeza, sentados sobre su maleta, esperando para irse a ninguna parte,
Estatuas de la libertad secuestradas y de capa caída,
Toros que no cobraban a los niños por dejarse montar,
Y hierros y hierros que quitaban hierro al aburrimiento general.
Capítulo 58. Situaciones invertidas
Cuando la detective Andrea Sánchez llegó a la casa de Benito Lasolana, dispuesta a oír lo que quedaba de la historia-de –amor-pasión de Andrea versus Benito, intuía que en aquella sesión iba a llegar al fondo de la verdad, en el supuesto de que la verdad tenga fondo.
Le abrió el propio Benito Lasolana indicándole que le esperara en el salón, y que tomara lo que quisiera sin cumplidos, porque no estaban sus padres.
Él se salió de la habitación y ella se puso a curiosear, con la vista, los muebles y objetos que configuran un cierto grado de la personalidad de una familia.
Sentada en una butaca, giró la cabeza y vio un verraco amarillo posado sobre las achocolatadas aguas del Duero, y hubiera opinado algo del río, del verraco o de la vista, sino hubiera sido interrumpida por un:
-“¡Aquí estoy!”.
Apareció solo con medias. Ni una prenda más, sólo con medias.
Ni ropa interior, ni ropa exterior, sólo con medias; era Benito Lasolana.
A pesar de los zapatos negros de tacones altísimos, era un tío, de aquello no cabía duda.
La detective Sánchez no daba crédito a sus ojos, y sus ojos no daban pie con bola; tan pronto miraba aquí, como abajo, como arriba, como al conjunto.
-“Quédate sentada. Yo seguiré de pie..….me va la pasarela”, le dijo él.
Y ella, excitadísima y perturbada como una brújula sin aguja, comenzó a comerse las uñas, mientras recordaba que el tío que estaba allí, en canal, estaba reproduciendo la escena en que Andrea le hizo a él morderse las uñas.
Todo aquello era desconcertante, pero aquel tío estaba como un tren, aunque eso sí, con aquellas medias negras parecía un tren de la Palazuelo-Astorga, es decir, de lo que no hay.
Capítulo 59. La Internacional vituperada.
“Arriba parias de la Tierra, en pie famélica legión, atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión, al pasado hay que hacer añicos, legión esclava en pie a vencer….”.
Bajaba Luis Felipe por la calle de San Pablo tarareando la Internacional, pues como agente de la CÍA que era, opinaba que si le oían entonando el himno del rojerío nadie sospecharía de él, cuando en esto recibió un tremendo golpe y cayó al suelo, hecho un ovillo, junto con otros dos cuerpos humanos.
Resultaba que en la casa de los padres de Benito Lasolana, cuando éste, vestido únicamente con medias negras y zapatos de tacón alto del mismo color, alargó su mano, con intenciones OBVÍAS, hacia la detective Sánchez; ésta, dando un grito inconmensurable, le pegó un empujón y corrió, tras perforar la puerta, escaleras abajo, seguida de aquella especie de maniaco.
Desembocaron en el portal, y del portal a la calle, y de la calle estrecha a la de San Pablo, y aquí, ¡cegados por el exceso de velocidad! arrasaron a Luis Felipe que no casualmente pasaba por allí.
El revuelo fue enorme pues en Zamora no era frecuente encontrarse por las mañanas un tío tan bien puesto, vestido sólo con un par de medias, y encima, amontonado en el suelo con dos turistas, ya que la Sánchez y Luis Felipe tenían ese aspecto inequívoco de no ser de allí.
Trasladados a comisaría, revisadas las fichas, descubierto lo que se descubrió, en menos de 24 horas, en la villa de la Seña Bermeja, se presentaron los mejores especialistas del país en interrogatorios para ver qué sabían aquellos tres.
Se trataba de iniciar una evaluación continua sobre lo que sabían.
¡Empezaba un curso nuevo!.
Capítulo 60. “3 secretos 3 en Antena 3”
Las investigaciones dieron estos resultados:
1º.- En realidad ninguno de los personajes vivos de esta historia sabía nada que fuera especialmente trascendente.
2º.-Sin embargo Andrea, con un poco de información de aquí y un poco de información de allá, como quien no quiere la cosa, había descubierto secretos de Estado de vital importancia.
3º.- La muerte de Andrea “de golpe seco en la ducha”, al pisar una pastilla de jabón, fue totalmente fortuita como era de esperar.
Sin embargo, lo cierto es que su vida peligraba pues era buscada por toda clase de poderes ocultos al descubrirse que era agente de la TÍA.
De la TÍA, no de la CÍA.
La TÍA es la agencia de espionaje monegasca, o sea, de Mónaco.
Sabido es que el Principado de Mónaco a través de sus TÍAS, la Carolina, la Estefanía y la TÍA propiamente dicha, lucha por la hegemonía de Occidente a base de comernos el coco.
La TÍA ha reclutado cantidad de mujeres-espías que actualmente, en todos los continentes hacen el amor porque hacen la guerra.
Los padres de Andrea, Luis-Felipe, Jacinto el guardaespaldas, el inspector Martínez, el forense, la detective Sánchez, Benito Lasolana, y todos aquellos que de una forma u otra rodearon el misterio de Andrea, eran meras piezas de un rompecabezas, de forma tal, que como tales piezas, ellas mismas no sabían lo que significaba el puzle, pues no tenían visión del todo.
Sólo unas pocas personas en el mundo sabían o conocían los tres secretos que logró descubrir Andrea antes de morir.
Eran tres secretos increíbles y de una gran importancia.
Pero de esas 7 personas que conocen tales secretos uno a accedido, por un millón de euros (166 millones de pesetas) a cedérselos en exclusiva a Antena -3.
Así que mañana 3 secretos 3 en Antena 3.
Ya lo saben, 3 grandes secretos en Antena 3, 3.
Capítulo 61 . Último capítulo.
Todos los que han difundido estos tres secretos han sido declarados traidores a la civilización, y más pronto o más tarde lo han pagado caro; por ello nuestra responsabilidad nos exige el que les pidamos que lo que ahora van a conocer no se lo cuenten a nadie.
-“Hemos hecho Castilla-León entre todos…”; este chocante anuncio en el fondo oculta y prepara un gran asunto de Estado.
Resulta que para la definitiva consolidación del mosaico autonómico surge un problema en Castilla-León, problema que a su vez no aparece en Castilla-La Mancha.
El problema está en el increíble auge del Prepal, que como ustedes saben reivindica la autonomía del Reino de León.
Pues bien, para borrar toda mención del tema, existe un plan por el cual antes del 31 de Diciembre de 1986, nuestra autonomía pasará a llamarse “Castilla-La Marcha”, y por eso, precisamente para culminar ese plan, la propaganda institucional no hace más que recordarnos que somos una región en “marcha”
El otro gran secreto es de carácter económico internacional.
Se trata de sorprender a la CEE, y la resto del mundo civilizado, con un audaz proyecto en el terreno de la construcción y más correctamente en el de la vivienda
Sabido es que con el paro cada vez vive más gente en cada casa, haciéndose así más necesaria la existencia de dos cuartos de baño.
Pero al precio que está el m2 construido, una vivienda con dos baños es prohibitiva para millones de familias.
La idea, de un constructor zamorano, resuelve el problema: consiste en que las casas tengan un solo baño pero con dos tazas de retrete, ya que al fin y al cabo esta es la única cola que no se puede aguantar.
Y por último, el tercer gran secreto guarda, celosamente y por razones de guerra, el que Zamora va a convertirse en la zona de España donde se concentre la producción de tecnología punta; con lo que pondremos nuestro granito de arena, o en el proyecto Eureka o en la guerra de las galaxias; según convenga.
El haber elegido Zamora para fabricar tecnología punta se debe a que sólo así se puede producir en nuestro país una industria tan sofisticada, y además en forma harto económica, ya que la idea es que, para producir tecnología punta, se fabrique tecnología normal, y luego, como los zamoranos le sacamos punta a todo.
FIN