El caso de la ducha fría. Capítulo 51. Subiendo a los cielos.
El Complejo Viriato es como una inmensa guardería infantil, en la que los niños encierran a sus padres mientras ellos juegan en la calle peatonal.
Sin embargo, a las 2 de la madrugada pasadas ¡por agua! (pues estaba empezando a llover) la zona presentaba un aspecto más londinense que otra cosa.
Benito Lasolana, como si fuera Pulgarcito, iba tomando nota, mentalmente, del portal, la escalera y el piso; no para saber cómo regresar a su casa, si no para saber cómo volver a aquel nido, que él esperaba de amor.
Cuando entró en el ascensor, al que ya había pasado ella, se frotó las manos alucinado.
Había tenido suficientes ligues como para poder decir con orgullo eso de “si un hombre puede contar sus ligues con los dedos de las manos, más le valía cortárselas”.
Entre sus escarceos amorosos habían figurado algunas mujeres casadas de la ciudad, pocas, es verdad, porque por regla general la zamorana es recatada y fiel hasta decir basta.
Pero lo que le alucinaba a Benito Lasolana, en aquel momento, era que ninguna hembra había tenido la hechura, la anchura y la altura estética que tenía Andrea.
Juntos en el ascensor, él se sentía subir a los cielos, y ya, hasta percibía el olor a incienso que exhalaba el botafumeiro que constituían los infinitos poros de aquella piel infinitamente suave.
Mientras, muy lejos de allí, en Mecachis, Jacinto el guardaespaldas, Jacinto el novio secreto de Andrea, acababa de descubrir qué es lo que se ocultaba bajo la absurda noticia de que “en Mecachis se iban a construir unos urinarios para mearse de risa”.
La noticia era espectacular, y también afectaba a la ciudad donde estaba su amada, a Zamora.
(Continuará)
Paco Molina de Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
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