Con lo que valen diez aviones de guerra de determinada categoría se podrían salvar tres millones y medio de niños.
El razonamiento pues es muy simple: ¿por qué no se hace (el ) dirigir ese dinero de un fin al otro?.
Primero porque la venta y compra de aviones es un negocio para unos pocos y segundo porque si esos millones de seres no mueren podrían mañana rebelarse ante el desigual reparto de riquezas que se produce en el mundo y encima cogerían a Occidente desarmado.
Esto tal vez suene salvaje y simple, pero es que la mente del navajero que puede matar de una cuchillada por una cantidad indeterminada de dinero (nunca excesivamente grande) con tal de poder drogarse y pasar así a su paraíso artificial, no la tiene sólo el navajero; también entre la hay mentes enfermizas que sólo viven para amasar y amasar dinero (el dinero es una droga dura que cuánto más se tiene más mono produce).
En la actualidad hay dos mercados basados en la muerte.
La heroína, que acaba matando al que la consume y la carrera de armamentos. Que necesita crear guerras y por tanto muertes, para que no decaiga la demanda.
Vender paraguas en el desierto es una actividad ruinosa salvo que se consiga hacer que allí llueva con frecuencia.
Pues bien, el imperio de la industria militar y los poderes fácticos militaristas necesitan que haya guerras -muertes- para poder justificar así su fabuloso negocio sin fin; y para ello no dudan en crear, directa o indirectamente conflictos que mantengan la demanda de armas y la necesidad de ejércitos que, como son defensores de la paz necesitan atiborrase de armas, según ellos.
Además el negocio es inmejorable pues una vez que han vendido el arma X-321, dicen que el enemigo ha fabricado la X-322 pero que no te preocupes que ellos acaban de perfeccionar la X-323 y te la venden. Y así sucesivamente.
Resulta difícil de creer por lo evidente, pero recuérdese que, desde que consta históricamente, el hombre mata por dinero, ya que así piensa obtener amor, poder y paz…pero al final sigue matando por dinero ¡todo el oro del mundo le parece poco!
Mientras, y cuando el ser humano y la Tierra ya producen lo suficiente para poder llevar todos una vida sana y digna [y luego que cada uno use de la libertad como le venga en gana] sin embargo niños, mujeres y hombres, mueren o en guerras de sangre y egoísmo, o de hambre sin sentido o de miseria acumulada o de simple maldad.
Por eso hoy el canto por la paz y el desarme debe ir en los programas de gobierno alternativo: hay que reducir el número de armas y el número de militares; hay que suprimir los bloques armados.
Sólo así las probabilidades de paz aumentarán y sólo así, importantes cantidades de dinero se podrán destinar a dar al pueblo una base material suficiente para que luego cada uno pueda buscar el cariño de lo que le rodean, la sonrisa de un niño y eso que llaman amor.
En la actualidad eso no es posible para todos porque, lo mismo que incluso los que vivimos en un mundo desarrollado, cuando nos duele una muela no estamos ni para sonrisas, ni niños, ni amores, hay en el mundo y [hay] en nuestra sociedad personas que están privadas de toda posibilidad de disfrutar de las cosas porque viven problemas materiales graves creados por la indignidad social.
La lucha por el desarme y la paz puede ser la más difícil por la oposición firme que adoptarán los poderes fácticos armados e industriales, que uniéndose a los trabajadores de los centros de producción de armas, pueden buscar tensiones de amedrentamiento.
Sin embargo, si ya no existe o si simultáneamente se está combatiendo y venciendo, a la estructura generadora del paro, la batalla se puede ganar democráticamente pues la ética del pacifismo está impulsando cada vez más a la sociedad y entre las nuevas generaciones ha surgido una nueva valentía, la de reconocer que se tiene miedo a morir y a matar por orden y a beneficio de unos pocos que , además, al final nunca pierden ninguna guerra.
“La violencia es la partera de la historia”, pero no toda violencia significa parto y además, ya se ha inventado el parto sin dolor, debe pregonar el alegrecomunismo.
Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina