El revuelo en la bien cercada era enorme.
En el Gobierno Civil, con la ausencia del Gobernador, los pasos eran de tortuga para no meter la pata.
En el Obispado había de todo, desde voces que alababan todo lo alabable, hasta los más prudentes que pedían calma, verificaciones y comprobaciones; mientras que el “teléfono rosa” -hilo directo con el Vaticano- era descolgado con nerviosismo.
Al tiempo, los partidos políticos mayoritarios convocaban a sus ejecutivas para tomar postura ante el tema: “Zamora había sido tocada de la mano del milagro”.
Sin embargo, en la Residencia Sanitaria el nerviosismo era motivado por un coktail de causas cada vez más extrañas:
Al capellán lo acababan de ingresar en la UVI a causa de una insuficiencia cardiaca, pues cuando entró en la sala de autopsias para ver la resurrección, vio, en pie sobre la mesa, a una mujer desnuda con una herida en el costado.
El forense lloraba desconsolado en un rincón, víctima de un ataque de nervios.
La Directora convocaba con urgencia al Consejo de Batas Blancas.
El personal cuchicheaba en pasillos, quirófanos y ascensores.
Y en la sala de disecciones, la Detective Sánchez, llena de vida, gritaba pidiendo calma, pidiendo ayuda y pidiendo algo con lo que cubrirse.
-“Pero qué milagro ni que gato muerto ¿¡no ven que estoy herida!?. Denme algo para taparme, ya que no me curan denme algo para taparme. ¿Están todos locos? Pero ¿qué ciudad es esta que empiezo a oír mi propia vida por la radio, que me veo ante un loco que me ha desnudado y me clava un bisturí, y donde todo el mundo grita milagro-milagro?”.
Y soltó cuatro tacos que a las gentes les hizo pensar que aquello era un milagro muy raro.
(Continuará)
Paco Molina de Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
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