Contra lo dicho tratarán de contraponer conductas de jilgueros, o elefantes, o microbios amarillos, para hacer creer que somos como los animales cuando tenemos la estructura que tenemos (la familiar), cuando somos violentos, cuando gana el más fuerte, cuando usamos la propiedad privada, etc. etc.
“Es decir, vendrán a decirnos que las deficiencias que tenemos las tenemos porque somos animales”.
Pero al tiempo no dudan en afirmar que nuestra inteligencia nos hace superiores a cualquier otro ser vivo sobre la Tierra.
Para demostrar que esas son premisas falsas usemos el Método Matemático de Reducción al Absurdo.
Consiste éste en dar la razón al oponente y ver que ni con esa caballerosidad se puede aceptar su tesis.
Dándoles la razón pues, aceptaríamos por un rato, que la forma de vida del ser humano es la que es, con sus imperfecciones y por tanto sus carencias, porque éstas son inherentes al hecho de que aunque racionales, antes somos animales.
También, según sus tesis, nuestra inteligencia nos permite vivir mejor que el resto de los animales, porque ellos no tienen alma y lo que tenemos nosotros es signo de superioridad. Aceptémoslo también.
Pero, ¿No sería entonces lógico que si lo imperfecto lo vivimos en cuanto que somos animales, usemos nuestra inteligencia para suprimir esas imperfecciones y nos pongamos a vivir conforme a la elemental tarea de cubrir nuestras necesidades básicas -supervivencia y placer- y nada más?
Es decir, aunque esos no fueran realmente instintos animales ¿no sería hacia ellos hacia donde deberíamos dirigir nuestra mente para que nos compense ser tan inteligentes?
Del libro LA ESTAFA SEXULA de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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