viernes, 31 de enero de 2020

CAPRICHOS DE REINA


CAPRICHOS DE REINA

Que una ciudad tenga cosas típicas es bastante típico.

Ocurre que lo típico de un lugar no suele ser exclusivo de él.

En Zamora pueden ser típicas las sopas de ajo, el arroz a la zamorana y los rebojos de la tierra, entre otras cosas.... pero no es sólo «aquí» donde se hacen las sopas, el arroz y los bollos.

Sin embargo, en esta ciudad sí había algo exclusivamente suyo: «Los caprichos de reina...».

Había unos hermanos (o una familia), a lo que se ve muy trabajadores, que a base de vender “golosinas y similares”, pasaron de «comerciantes a la intemperie», a comerciantes con comercio, comerciantes con fábrica, comerciantes con industria, comerciantes con imperio y ahora, en semirretiro (salvo error muy probable en el juicio), empresarios de postín.

En ese «diseño curricular base» hay que advertir que en algún feliz momento inventaron unos dulces o pasteles o bombones o tocinillos o golosas sorpresas, de tamaño ideal, que encima bautizaron con el nombre de «caprichos de reina».

Un acierto. Estos «bocados de gula» sólo se fabricaban y hacían aquí, en Zamora, en una empresa de nombre «Reglero».

Era un parto cultural, hijo de la civilización viriatuda, que con el paso de los siglos podría haber sido un símbolo especial de vender-Zamora,

¿Qué ocurrió? Los padres del invento o los dueños de la patente o lo que sea, se hicieron tan ricos que pasaron de ser pasteleros a «pastelear» por la ciudad con su económicamente adquirido poder.

Metidos en estas lides llegó la multinacional de turno (o la nacional-múltiple, ¡qué más da!) y compró la empresa, tras tentarles con suculenta oferta.

Como no caer en las tentaciones es cosa de santos, éstos, aunque buenos creyentes, cayeron.

Estaban en su derecho y si les apetecía, hicieron bien.

Pero ahora, los ejecutivos agresivos, convertidos en «regleros-con-regla» van a dar en los nudillos a la parte del negocio que no sea chollo.

Consecuencia: dejan de fabricar «caprichos de reina».

Claro, éstos, como todo capricho, por definición caducan demasiado pronto y por ello tal vez los han eliminado de la producción.

Conste que no se escribe esto por hambre, pero... ¿acaso no se dan ayudas para mantener monumentos, pergaminos, estudios y demás cosas «puramente de aquí»?, pues que se estudie cómo mantener la creación de «caprichos de reina».

Sugerencia: Como no se trata de forrar con subvenciones a los que ya lo están, que se den vales (la delicia es cara) a jubiladas y jubilados para que le hinquen el diente a un buen «capricho de reina».

Tal vez lo escrito no encaje, pero... ¿por qué van a tener caprichos sólo las reinas?

Francisco Molina. Publicado en El Norte de Castilla de 1990.


NOTA. Actualmente, “El Esquiador” (copiando el logotipo del negocio familiar), una confitería, llevado por un descendiente de los Señores Reglero, vuelve a vender aquellos caprichos originales en Zamora. En la Avda. de Portugal creo se llama ese tramo de calle.

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