Y LOS PROMISCUOS, QUÉ?
--Gobierna, ¿qué opinas tú de esto de que el Ayuntamiento se haya sumado a la celebración del día mundial a favor de gays, lesbianas y transexuales, que por cierto es el 17 de mayo?
-Pues, Peromato, me parece muy, muy bien, y un poco, pero cada vez más, mal.
-¿Mal? Pero chica; ¿tú sabes el gran paso adelante que es reconocer los derechos de esos colectivos tan perseguidos como los homosexuales y los transexuales?
-No, si lo se. Si alguien era maricón o tortillera estaba condenado o condenada a un calvario infinito de por vida. Y no te digo nada si no se sabía lo que era, si chicha o limoná.
-Entonces ¿qué es lo que te parece mal?
-Pues que todavía queda un gran, enorme, posiblemente mundial, colectivo, que todavía no tiene reconocido ni el derecho a manifestarse de palabra.
-Pero si aquí ya todo es posible, hasta el casarse entre iguales.
-No te engañes, y que no te engañen. El casarse no es más que una forma de hacer que esos que la sociedad ve como raros se vayan haciendo “normalitos”. Para que lo entiendas mejor, casados se supone que se aman, si se aman su deseo se purifica, que el amor todo lo limpia, incluso el sucio sexo, y por tanto así se vacunan contra su enfermedad que no es otra que la de ser “diferentes”.
-Eso de que ser “diferentes” es una enfermedad por la sociedad me parece acertado.
-Toma, claro; y más si el asunto es sexual.
-Peros sigo sin entender tu queja respecto al día de la libertad de las tendencias sexuales.
-Pues tú lo has dicho. Esto de que te guste alguien del mismo sexo lo llaman “opción sexual”, y ya se ha logrado, con ese razonamiento, rescatar calor humano a favor de quienes o son gays o son lesbianas o son transexuales, pero no de quienes son promiscuos.
- Pero ¿cuál es la “opción sexual” de un promiscuo?
-Toma, la de todos, la de que no sólo te gusta el sexo en pequeñas dosis o adobado de amor; la de que te gusten más cosas de las que se pueden confesar, la de que el gusto sea libre.
-Ah! Ya recuerdo; algo de esto que hablamos otra vez. Era aquella teoría tuya de que “todos estábamos” en un armario y que eso de “salir del armario” no era nada exclusivo de los homosexuales.
-Pues claro. Mira, en cuestión de sexo, quien no esté en un armario con sus secretos, con sus malos pensamientos, con sus cochinadas, con su “vecino del quinto”.
-O vecina.
-O lo que tú quieras. Pero a lo dicho, quien no esté en un armario con estos temas que tire la primera piedra.
-Insinúas que todos somos promiscuos.
-Hombre, en la teoría, todos, y en la práctica qué más quisiéramos.
-Te refieres a eso de que “mi libertad acaba donde empieza la de las demás”.
-Me refiero a que el problema de la supuesta anormalidad con que se vio a gays, lesbianas y transexuales, se basaba en que sus gustos tenían que ver con el sexo; que ese es el tabú de los tabúes; que si esos colectivos hubieran tenido otras “opciones” no sexuales, como por ejemplo coleccionar sellos, o escalar montañas, o ir a los toros, nunca habrían tenido los problemas y persecuciones que han vivido.
-¿Y entiendes que los “promiscuos” tienen que vivir en el armario porque de lo que se habla usando esa palabra es de “placer sexual”?
-Indudablemente; y lo que me parece mal es que una vez que los colectivos del día 17 han resuelto sus problemas respecto al respeto social, pudiendo incluso casarse, se han olvidado de lo promiscuos como si estos fueran unos apestados, depravados y sucios.
-Justo como antes los veían a ellos.
FRANCISCO MOLINA
Publicado en La Opinión de Zamora