Cuadro sobre el Derecho de Pernada
DOS. MILI VOS
Francisco Molina. Profesor y escritor.
Publicado en El Norte de Castilla el 24 de Agosto de 1989
En el escrito “Uno. Mili no” se vio como no son necesarios 250.000 jóvenes por año para defender a la patria, puesto que en caso de guerra “no van a ir por ahí los tiros”.
No van a ir por el camino trasnochado de cuantos más soldados mejor... para cuando se llegue al «cuerpo a cuerpo».
Sigamos hoy licenciando a la mili.
El ejército con el que contamos actualmente es de carácter mixto: unos 100.000 oficiales y suboficiales (ejército profesional) y además los reclutas ya citados (no profesionales).
Pues bien a estos últimos se les podría cambiar por unos 80.000 soldados, que lo serían por un determinado número de años, cobrando cantidades próximas al salario mínimo.
Según los expertos, con esa distribución todo quedaría bien defendido y ello a cambio de poco más dinero que el actual (no se pierda de vista que el recluta forzado le supone al Estado unas 1.200 € anuales).
El sacrificio económico del cambio sería muy leve, pero aunque fuese algo mayor, ¿es que la alegría que se daría y llevaría a tan amplios sectores de la sociedad, no es razón más que suficiente para justificar una redistribución del gasto público?
Los que se oponen a la supresión de la mili suelen utilizar dos argumentos.
Vamos a repasarlos, pero empezando por el más tontorrón.
Como ya no hay razones ni técnicas, ni económicas para seguir “tocando a rebato” año tras año a cada nueva generación de jóvenes, se trata de zanjar el asunto diciendo que “la mili tiene que existir porque lo dice la Constitución y punto”.
(Será punto filipino, porque también dice la Constitución que hay obligación de trabajar y... se acepta el paro estructural, o sea, el paro eterno y sin solución).
Bueno pues a eso hay que contestar que de ser así, como todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y deberes, resultaría que también las chicas tendrían que hacer la mili (servicio militar obligatorio), y... a ver quién es el guapo que llama a las guapas a filas, diciéndoles que la patria las necesita (en plena paz) y que tienen que ir a jurar bandera (aunque juren al tiempo en arameo, echando pestes).
No. La mili ya está pocha: Sólo hay que empujarla.
Como bien argumenta F. Guarido, tras la Revolución Francesa, el servicio militar obligatorio es el último vestigio de la época medieval, en la cual entre las obligaciones de los vasallos respecto a los señores existía “la prestación personal de un servicio bajo una cobertura legal institucionalizada”.
Recuérdese el de trabajar temporalmente los campos del “feudal” de turno o el más cachondo del derecho de pernada (sólo exigible a mujeres, tal vez para compensar por anticipado su actual exclusión de la mili).
No tienen pues los pro-milis muchos argumentos a favor (salvo que sean secretos) y como suele ser gente que no tiene que hacer ya la mili, ni ellos, ni sus hijos, no vendría mal que se instaurara una mili-recordatorio-obligatoria que les refrescara la memoria.
Los sacrificios inútiles son más propios de las religiones que de la organización social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario