TRES. MILI AL REVÉS
Autor Francisco Molina Martínez. Profesor y escritor.
Publicado en El Norte de Castilla el 30 de Agosto de 1989
Cuando la mole de cemento va a ser arrasada por la masa imponente del agua, nunca cede de golpe, sino que comienza por presenta una pitera, que luego se convierte en grieta y, después, al grito de “pánico”, se resquebraja.
Si la mili no es técnica, ni económicamente necesaria en España y al tiempo la sociedad no la quiere ¿por qué no desaparece, estando como estamos en democracia? ¿Por qué es aún tan sólida?
Bueno, la mili ya tiene piteras (la presa está tocada) que no son otra cosa que los objetores y los insumisos.
Como la presa no se puede construir nueva (no hay argumentos) se trata de tapar los agujeros por los que escapa el agua con parches como la ley de objeción de conciencia.
Pero hasta que no haya grietas la mili seguirá.
Sólo puede desaparecer cuando algún partido de los grandes PP, PSOE, CDS o IU decida apostar por la sociedad.
La razón por la que en la “piel de toro extendida” los grupos políticos no han dicho mili NO, es inexplicable.
En el caso de los grupos de derecha (en los que se contabiliza al PSOE como derecha civilizada) el asunto es inexplicable porque no lo sabemos explicar, a no ser que con la mili se trate de, por un lado, maquillar el paro y por otro desbravar a los mozos de por si siempre revoltosos.
Pero más inexplicable es aún en el caso de los grupos de izquierda.
Suelen argumentar éstos que quitar la mili conduce al “ejército profesional”, y que esto daría origen a una guardia pretoriana golpista: amén de que la revolución necesita un “ejército popular” para defender sus logros si fuera menester
A lo que se ve hay gentes (deliciosas por otra parte) que de Lenin sólo recuerdan el libro «Un paso adelante, dos pasos atrás» y de éste, sólo el título, con lo que les suena que ser de izquierdas supone parecerse lo más posible a un cangrejo, “rojo y caminando para atrás”.
Porque resulta que hasta ahora los mejores golpes de estado conocidos siempre los han dado ejércitos mixtos (de oficiales-profesionales y reclutas-forzados). Ya que el soldadito una vez en la maquinaria no osa rebelarse ante una orden antidemocrática por miedo al «paredón y tentetieso» con que se desmotiva al desertor.
Además defender el mismo tiempo de servicio para el objetor que para el “sumiso” llevaría a que todos se acaben apuntando a insumisos y…¡zas! también así se llegaría al ejército profesional.
Y lo del ejército popular no puede ser más antipopular (por estos pagos) añadiendo que, el no apostar por una petición tan revolucionaria (de la sociedad) como el no a la mili, convierte esa idea (ejército del pueblo que defienda la revolución) en algo similar al señor que como no podía comprarse coche iba gastándose lo poco que tenía en gasolina, para tener un trecho andado para el futuro.
Pero el futuro es muy oscuro si no se ofrece lo que pide el cuerpo... ¡social!
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