Pero como el tema religioso no resuelve ese asunto entre los ateos o los malos creyentes, se perfeccionó el sistema antirrobo, y ahora hay uno mejor, que también se coló en el interior del coche (perdón en el interior de la mujer, exactamente en la cabeza).
Se trata de la idea de fidelidad.
Se inventa ese concepto y se magnifica, se nos dice entonces: “si quieres ser sublime tienes que sentir y provocar ese tipo de amor que hace que todo lo demás te traiga sin cuidado y le traiga sin cuidado a tu pareja, el verdadero amor. Eso te blindará además contra cualquier tipo de tentación. Con la persona amada tendrás de sobra y te sobra”.
Salvajadas y atrocidades, como cortarle el clítoris a la mujer siendo niña (o sea cuanto antes, no vaya a ser que...), todo eso que se les hace para evitar que tengan tentaciones de cambiar de propietario, son ejemplos que deben hacer que, hasta el más cerrado de mente, vea a todas luces que lo que se defiende en este libro como tesis es rotundamente valido, o sea, cierto.
Esto de cortar el clítoris es como si para evitar la fuga del vehículo con otro conductor, le quitáramos a nuestro espléndido cuatro ruedas la batería, pensando que así, sin descargas eléctricas, no se podrá largar dejándonos en la estacada.
A mayor caja fuerte mayor tesoro escondido
Pero ¿y qué tiene esto que ver con los celos?.
Piénsese que si tanto se ha hecho para garantizar la propiedad para el propietario, eso da idea de lo que está en juego, y por tanto lo mal que queda el dueño del coche cuando pierde el vehículo porque se le va con otro, ¡después del millón de precauciones que adoptó él y la sociedad machista que le ampara!. Eso son los celos.
De lo expuesto es fácilmente deducible que se pueden estudiar los celos del hombre y los de la mujer como celos de efectos diferentes.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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