(En la foto de arriba Miguel está en el centro, y Alfonso algo a la derecha con el puño bien alto. En la foto de abajo Miguel está donde la sílaba DA de la pancarta))
MIGUEL Y
ALFONSO GUTIERREZ ZAMORANO.
Los hermanos Miguel
y Alfonso, conocidos como “los zamorano”, físicamente parecen salidos del
poster de la película Novecento, tanto por su aspecto como por su pensamiento
político.
Marxista, activo.
Ayer (4 de Abril del
año 2020, durante la cuarentena contra la pandemia del Corona Virus) ha muerto
Miguel.
Pero quiero hablar
de los dos. Quiero que quede
escrito lo de su valía, lo de sus valores.
Los conocí en el año
1983 cuando me afilié al Partido Comunista de España. En aquella época el
partido, aunque más numeroso que ahora, no lo era demasiado, y en Zamora es
como si estuviera compuesto por moléculas biatómicas. O bien matrimonios o bien
hermanos.
Una de esas parejas
de hermanos eran “los zamorano” como así se les conocía, suprimiendo el
Gutierrez, que era su primer apellido.
Su aspecto, como
quedó dicho, era épico (recuerden ustedes la imagen del pueblo, de los
campesinos, caminando en huelga y manifestación en la citada película, en lo
que ha quedado para la Historia como imagen imperecedera).
Pues bien, así será
el recuerdo que guardemos de Miguel, quienes le conocimos, y de Alfonso,
afortunadamente aún entre nosotros.
Miguel y Alfonso
eran como hermanos gemelos en el gen de la bondad, de la lealtad, de la
ternura, del compromiso, de la amistad, de la entrega.
Miguel además era
lírico, de buen corazón y persona cultivada (cada vez que venía a la capital se
volvía a su Corrales querido con al menos media docena de libros); Miguel era,
además de todo eso, eso que el saber popular ha definido perfectamente como
“una bella persona”.
Materialista ateo,
paradójicamente era la persona más pura que nunca he conocido. Entendiendo la
paradoja en que lo puro es espíritu y no materia.
Miguel producía
ternura, un entrañable sentimiento de camaradería afectiva que resultaba de lo
más reconfortante siempre, y sobre ese siempre,
en tantos momentos y batallas.
Y el caso es que
Alfonso, su hermano, parece salido del
mismo óvulo de gallardía, bonhomía, elegancia, sonrisa, inteligencia y paz.
Por eso no se
escribir únicamente sobre uno, aunque tal vez debiera. Pero quiero que los
conozcan a los dos.
Miguel, siendo el
mayor (murió con 87 años) siempre estuvo donde le reclamó su partido o
Izquierda Unida, fuera una huelga general, una asamblea, una concejalía en su
querido pueblo Corrales del Vino, o algo tan disparatado como las Cenas de los
Inocentes.
Había que ir, e iba,
y en todos los sitios disfrutaba de la lucha. Una obligación, un placer, una
alegría.
Además era de los pocos que se leían todos los documentos
de todos los congresos, porque era la responsabilidad y el compromiso
personificado.
De Alfonso cuento
una anécdota, de esas que se dan continuadas en el tiempo y que definen a un
gran hombre.
Durante una
temporada no asistió a las reuniones habituales de Izquierda Unida. Esas en las
que se decide el rumbo a tomar. Y cuando
apareció, nos dijo, sin que nadie
le pidiera explicaciones: “No he venido
porque no quería tener que discutir con (tra) los amigos y perder el trato”. Para
quitarse el sombrero.
Por los vasos
comunicantes que se conectan entre quienes militan con convencimiento y entusiasmo
por una buena causa, circulan sin duda, igualándose, la alegría y el humor.
Y unos y otros
disfrutábamos de esa feliz circunstancia. Siempre había algo o alguien que
te animaba.
En ese plan recuerdo
lo siguiente. Los “zamorano” militaban sindicalmente en la Unión de Campesinos
Coag.
Ambos eran
campesinos y así lo proclamaban. ¡¡Campesinos.!!
Por aquella época,
finales de los 80 o principios de los 90 del Siglo pasado, se trenzaban lazos
de compromiso político entre miembros de ambas organizaciones en la provincia
de Zamora; así como en el plano laboral con gentes de CCOO.
Y solíamos celebrar las derrotas, no para animarnos y si
para premiarnos, que no en vano teníamos y tenemos razón.
Pues bien, tras alguna
elección, los hermanos zamorano ofrecieron su casa de Corrales, donde tal vez
tenían una bodega, no se, no recuerdo.
Fuimos mucha gente
de la Unión, de Comisiones, de IU….
Estábamos apiñados,
pero confortables y felices.
En el momento de los postres y los licores,
alguien debió de pronunciar unas palabras subiéndose a un banco, y, o bien
porque se alargó algo el orador, o porque estábamos agotados de discursos (en
aquellos años se recorrían los pueblos y las gentes iban a los mítines), el
caso es que de repente alguien sobrepuso su voz al discurso de marras al grito
de ¡¡¡Libertad de Expresión!!!. Repitiendo el coro ¡¡¡Libertad de expresión!!!
Y así transcurrió la
velada, cada vez que alguien quería decir algo, un grito ensordecedor y
cachondo, gestado por la exigencia de ¡¡¡Libertad de Expresión!!!, arruinaba
las intenciones del predicador de turno.
Supongo que fue así
en todas partes, no lo se, pero en Zamora el combustible de la lucha y el
compromiso, fue la alegría de la revolución bien hecha.
Porque estábamos y
estamos haciendo la Revolución; si la de con Mayúsculas.
Y ahí estaban Miguel
y Alfonso. Cabales y honrados a título principal.
Siguiendo con su
carácter y buen corazón les cuento; yo particularmente me sentía realmente
incómodo cuando comprobaba que mis posturas no eran coincidentes con la de
ellos o en algo no les había convencido.
Me preocupaba esa
discrepancia, cuando se daba, porque en lo más intimo de mi ser me hacia
titubear en mis tesis.
Miguel y Alfonso son
de esas personas que por su buen hacer profesional podían vivir muy bien,
ajenos a los principios de solidaridad, confraternidad y lucha por la justicia
social.
Pero, en absoluto,
toda su vida fue una vida de entrega a la causa.
Que no es otra que
lograr que los parias de la Tierra no lo sean.
La de Miguel hasta
su final, la de Alfonso continúa.
Pretendiendo estas
letras, unirse a otras que esculpan su grandeza, la grandeza de las buenas
personas.
Puño en alto Miguel,
a tu estilo, con esa forma tuya de moverlo
al cantar la Internacional, ese gesto que convertimos en un guiño de
camaradería ya hace años, como prueba del inmenso cariño que te teníamos, que
te tenemos.
Camarada. Descansas en paz. Y en la lucha
seguimos.
Paco
Molina. Zamora. 5 de Abril del 2020.
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