LA TÉCNICA DEL TORTURADOR
En nuestro afán por darle la razón a quienes mandan que como dejó escrito Agustín García Calvo, “tienen la cara del que sabe”, aceptemos una vez más que el déficit es el cáncer de la economía y el progreso, y que tras acabar con él, hay que pagar la deuda que se tiene aunque no haya maldita forma de pagarla. Y luego ya el paraíso
Es decir aceptemos la máxima de los poderosos, la de “los que saben”, la máxima cuyo mandamiento único es : “Déficit cero o muerte”.
Según eso, cada día que pase sin luchar contra el déficit sería caminar hacia la muerte económica, la ruina de las gentes, el fin del país, y el hundimiento del régimen conocido.
Y sin embargo, ¿ qué vemos?. Vemos que los que predican el No al déficit como la medicina que nos curará, no aplican su máxima.
Para empezar vemos que hay gastos que no tocan, como los superfluos o no útiles a la sociedad ( sueldos de los políticos, personal de confianza de estos, gastos de protocolo, etc), tampoco ahorran en ejércitos evitando guerras, ni quitando subvenciones , ni obligando a que las obras o servicios se den a quienes hagan más barato lo ofertado, etc . O poniendo un salario máximo en los salarios públicos lo mismo que hay una pensión máxima. O subiendo los impuestos a los pudientes. O persiguiendo los paraísos fiscales y el dinero negro.
Pero entonces, si los que nos dicen, porque saben mucho, que el déficit es el cáncer,¿ por qué no le aplican quimioterapia al déficit?
Sencillo, porque todo lo que nos cuentan es mentira. Una mentira que les viene de perlas para enriquecerse aún más, que al parecer cuanto más dinero se tiene más se quiere.
Y por eso no ponen remedios como los citados, y por eso “se hacen trampas así mismos” diciendo que determinadas partidas ”no se van a contabilizar como déficit por su importancia social”. Lo cual suene muy bien, pero si esas cantidades para cosas bonitas (por ejemplo combatir el parao juvenil) no las tienes y gastas más de lo que ingresas, el pavoroso déficit crece, por más que digan que no miran para ahí.
Mienten, y saben qu , por ejemplo, en el caso de España, acabar con el déficit (unos 100.000 millones en el 2012) supone darle matarile al país. La puntilla. Y eso que esa cantidad es sólo la veinteava parte de lo que se debe (no confundir déficit con deuda).
Pero la burla de las burlas, que recuerda la técnica del torturador, es el jueguecito que se traen con el déficit. Resulta que cuando un pueblo traga, tras ser conducido como ganado por sus gobernantes, entonces para incrementar la autoridad de estos, y que puedan seguir engañando, se concede un premio a la buena conducta y nos dicen: “por estar haciendo bien los deberes se os permite relajaros en el déficit unas décimas hasta el año X”.
Y ese es el juego que se tráen, el del torturador.
Sabido es que el torturador, aunque cumpla órdenes, disfruta torturando, y por tanto la orden que mejor cumple es la de que no se le muera la víctima; porque si muere se acabó la diversión, la del torturador. Que el secuestrado, sufra, que se degrade, que suplique, todo lo que le haga daño vale, pero que no muera.
Porque si muere se acabó el sádico juego, tanto con el secuestrado, como con el pueblo trabajador. Si aplican de golpe el tratamiento del torturador se produciría la muerte de esta sociedad y resucitaría otra. Por eso, son crueles, pero no nos rematarán; se lo pasan mejor si trabajamos, aunque sea en condiciones miserables, para enriquecerlos hasta la obscenidad.
Esto es una tortura, no es otra cosa.
Paco Molina.
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