4º.- No hay verdades absolutas.
I
NO EXISTE NINGUNA VERDAD ABSOLUTA Y LO DICHO ES TAN CIERTO QUE HASTA PUDIERA SER QUE ESTO NO FUERA VERDAD.
Traducido al castellano, todo es relativo. Es decir “todo depende”. Recordado esto, por fuerza hay que asombrarse de que algunos estudiosos hablen de “principios esclerotizados de la izquierda”, cuando el citado y principal de ellos todo lo relativiza, todo lo somete a discusión.
Como consecuencia de la aceptación de este primer punto surge el “PRINCIPIO DE DEMOCRACIA”.
Si nada es absoluto todo es relativo, incluso lo bueno y lo malo y, por tanto, la democracia se convierte en una necesidad, ya que al no existir garantía sobre lo que es bueno y lo que es malo SÓLO LA MAYORIA debe decidir el camino a seguir.
También de ese arranque marxista se deriva otro importante ingrediente de la vida social, el “PRINCIPIO DE TOLERANCIA” que hunde sus raíces en la no existencia de absolutos, en la no existencia de verdades rotundas, en definitiva, en la no existencia de nada que justifique o dignifique la intolerancia o el terror.
Y también el “PRINCIPIO DE VITALIDAD” está encerrado en lo dicho, y no conviene olvidar que el principio de vitalidad es la mejor garantía para toda teoría ya que el aceptar cuestionarse a si misma está aceptando una verdad histórica; toda teoría puede ser superada, mejorada e incluso desplazada, simplemente cundo aparezca otra que explique mejor los fenómenos que ayudaba a analizar la anterior.
¿Qué otra teoría -salvo la anarquista- aguanta un arranque como este- no existe ninguna verdad absoluta- que todo lo cuestiona y que, por tanto, todo lo deja en libertad?.
Vivir con este convencimiento entre ceja y ceja da alas al alma.