lunes, 30 de septiembre de 2019

7º.-Los comunistas y el sexo



            IV

EL CONJUNTO DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN ES LO QUE FORMA Y DA LUGAR A LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD, LA CUAL A SU VEZ ES LA BASE DE LA SUPERESTRUCTURA POLÍTICA Y JURÍDICA. EL MODO DE PRODUCCIÓN DE LA VIDA MATERIAL CONDICIONA EL PROCESO DE LA VIDA SOCIAL, POLÍTICA Y ESPIRITUAL.

Según el filósofo español Ortega y Gasset todo ser humano es él y su circunstancia  (“Yo soy yo y mis circunstancias”). Para Freud, aceptado lo anterior, resultaría que la circunstancia que más condiciona o influye en el hombre seria la sexualidad, y para Marx, la circunstancia clave, la que más impregna la conducta de la perdona sería la situación económica.

Se puede dar la razón a los tres pues parecen tenerla, y además resulta ameno y divertido observar a las personas bajo las tres caras de ese prisma: sus circunstancias, sus vivencias de placer y su condición económica.

Conviene detenerse en este punto porque tal vez uno de los pecados capitales de los comunistas en activo ha sido su especie de miedo reverencial a reconocer políticamente la trascendencia que tiene para la felicidad de las personas la realización sexual, y por tanto la alienación, la esquizofrenia que supone tener que esconder en el desván de sus principios fundamentales el “PRINCIPIO DE PLACER”.

Como teoría para comprender el comportamiento de una persona es muy útil empezar aceptando que cada ser es él y sus circunstancias (es decir, que cambiando estas también de alguna manera cambiaría la persona).

Sobre la trascendencia del sexo como placer, aparte del análisis íntimo de cada persona, está el hecho de que cualquier estudio basado en ciencias de la naturaleza, o en ciencias sociales, demuestra e indica la enorme influencia de la atracción sexual. En el amor es el ingrediente fundamental y, por tanto, determinante para sentir felicidad en ese campo.

Ha ocurrido, sin embargo, que siendo la sexualidad una fuente de placer fácilmente accesible, la historia de la civilización (al menos la occidental) ha seguido extraños derroteros y hoy la búsqueda real de caricias, comunicación y placer ha sido desplazada por la búsqueda de dinero.

Surge así el factor económico que se va a convertir en circunstancia fundamental y trascendente de la conducta humana. Resulta que el dinero que, al comienzo, sólo es un medio de facilitar los intercambios de mercancías, acaba siendo un medio que facilita, si se tiene, la búsqueda de placer.

Pero, a su vez, la importancia del dinero como fuente de poder acaba  haciendo que pase a convertirse, de “medio para conseguir algo”, en un fin en sí mismo.

Así el tener dinero por tenerlo se convierte en meta. El dinero pasa a ser un fetiche, un objeto de amor y deseo, y eso, hasta tal punto que desplaza en el corazón el objetivo natural (de la naturaleza), de desear placer, de facilitar la vida.

Hoy el dinero ha eclipsado todos los demás valores, todos los demás principios naturales de la persona; por eso se vive en continua alteración (se vive fuera del recinto natural del ser humano que es su cuerpo), se vive en plena esquizofrenia, con un ser íntimo que se tiene guardado bajo siete llaves en la cárcel del cerebro, y con otro ser exterior, que, a fuerza de ser real (el que se realiza) acaba siendo definitivo.

La condición económica ha acabado arrastrando y obsesionando al hombre y por ello guerrea, mata y desperdicia la vida desde hace siglos, en busca de dinero.

Mas, si esto lo condiciona todo o condiciona la mayoría de las cuestiones (en gran medida), sólo hay que resolver políticamente este problema para que lo demás cambie por sí mismo.

La sociedad, el pueblo, sólo espera, sólo quiere de los políticos que les resuelvan su “problema económico”, por ello no hay mayor revolución que resolver ese problema, y, además, no hay otra revolución.

El pueblo quiere que le resuelvan sus carencias económicas y que le dejen luego la posibilidad de utilizar se adquirida libertad.

NOTA del año 2013:

 Tal vez esto último lo matizaría. Siendo en esencia la revolución esencial la que resuelva el problema de la economía (reparto de riqueza y no explotación de un humano por otro humano), considero que otras revoluciones como la sexual, la feminista, la ecológica, etc., pueden ir avanzando lo que las circunstancias les permitan, para resolver lo que buenamente puedan o para contribuir, por acumulación, provocando la revolución económica.

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