martes, 3 de diciembre de 2019

LA MAESTRA PIZA-TIZA


LA MAESTRA PIZA-TIZA

Por FRANCISCO MOLINA MARTÍNEZ

La maestra Piza-Tiza era una maestra encantadora.

Tan encantadora, tan encantadora, que era capaz de encantar a cualquiera.

En su clase había un niño que se llamaba Charla-Mucho.

Charla-Mucho hablaba por los codos; bueno, por los codos, por las rodillas y hasta por las plantas de los pies hablaría si por ahí pudiera.

Piza-Tiza estaba hasta el flequillo de que Charla-Mucho distrajera a sus compañeros, y ella no pudiera explicar tranquilamente que las Montañas Mocosas están en la nariz y no en Estados Unidos.

Por eso, un día, Piza-Tiza decidió “encantar” a Charla-Mucho, y mirándole fijamente con sus OJOS HALÓGENOS, lo convirtió en Para-y-Calla.

Y todo porque una vez encantado, Charla-Mucho ya nunca pudo parar de hablar y además, hablaba a tanta velocidad que nadie lo entendía: Bla-bla-bla-bla-bla-bla-bla.

Hablaba tanto y tanto que los demás compañeros de cole, a Charla-Mucho lo empezaron a llamar Para-y-Calla.

También había en su clase una niña. Era Nada-Come. Era la mayor de todos y no le gustaba comer, por eso el bocadillo que le ponían en casa todos los días, para tomar en el recreo, ella lo convertía en un POLVORIN DE BOLAS DE PAN, en el que las balas estaban hechas con migas.

Cada mañana, mientras la maestra Piza-Tiza dibujaba en el encerado el mapa de España y decía eso de que “España es una piel de  toro extendida” (cosa que hacia temblando porque entonces, sabia que toda la clase iba gritar: MUUUUU), entonces, en ese rato, cada mañana, Nada-Come  hacía bolitas con el pan durante la primera hora, y luego en la segunda se dedicaba a tirárselas a sus compañeras y compañeros, acabando aquello en una batalla campal.

Harta, hartita, hartaza, Piza-Tiza decidió encantar a Nada-Come.

La miró a los ojos y ¡zas! La fulminó.

Desde entonces Nada-Come se pasa todo el día con hambre, y no sólo se come su bocadillo, se come también el bocadillo de los que no tienen hambre e incluso también rebañaba todas las migas que veía aunque estuvieran por el suelo.

Ahora, desde que está encantada, a Nada-Come la llaman todos Tragón-Zeta.

Más, en aquel colegio había muchas otras niñas y niños, y por eso “había de todo”.

Por ejemplo, también tenía, nuestra amiga Piza-Tiza, entre sus alumnos a Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote.

Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote siempre se estaba peleando, siempre estaba armando broncas, no podía pasar dos suspiros sin amenazar, pegar o sacudir a alguna compañera o compañero.

Por eso la maestra Piza-Tiza estaba agotada y aburrida de pasarse los recreos haciendo de guarda-espaldas de sus niños y niñas más pequeños.

Si, porque Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote, como casi todos los valientes-violentos sólo se metía con los que eran más pequeños o menos fuertes que él.

Piza Tiza, un día que le vio arrearle un capón a la niña que se sentaba delante de él, decidió ENCANTARLO. Fijó sus ojos halógenos en él y ¡zambomba! Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote a partir de ese instante tenía tantas ganas de pelea que no le bastaba con los pequeños  y empezó a meterse con los mayores. Y tampoco le bastó con estos, y fue a buscar hasta a una pareja de la Guardia Civil, y más y más.

Tanto se peleó que desde entonces a Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote se le conocía en el pueblo como Chichoncete-Mucha-Brecha, porque tenía la cabeza llena de chichones y la frente de brechas.

Y así, poco a poco, y a medida que ocurría que no quedaba otro remedio, la buena de Piza Tiza fue encantando a todos los niños y niñas de su clase:

Había uno que no paraba de estudiar y sólo de estudiar, y que además le hacía mucho la “pelota” a Piza- Tiza preguntándole: “Doña Piza-Tiza, ¿Verdad que 2+2 son cuatro: Verdad que el Caballo Blanco de Santiago es blanco. Verdad que a buen hambre no hay pan duro?”.

A este encanto de niño todos le llamaban Cabezón-De-Pelotón. Pero desde que Piza –Tiza lo encantó ahora lo llaman Estudioso-Sin- Descanso.

También hubo que encantar a Presumida-Empedernida, y es que no paraba de mirarse en los espejos y verse reflejada en las ventanas para comprobar que era la más guapa de todas y todos. En el mundo no había otra cosa que su guapura, así que, encantada quedó y a otra cosa mariposa: Ahora la llaman Guapa-Sin-Espejo-Dónde -Esta -Tu –Reflejo.

¿Y qué hubo que hacer con Llorica-Manteles, que en cuanto le daban una oportunidad se convertía en un grifo de lágrimas?

Pues hubo que convertirlo en Surtidor -Llorón, y tanto lloró  a partir de entonces que lo nombraron ayudante del jardinero para que con sus llantos y lágrimas hiciera de manguera.

El que faltaba tanto al cole que era conocido más por Cada-Dos-Días-Sin-Clase que por su nombre, después del encantamiento se convirtió en Don-Sin-Clase-Toos-Los-Días.

Y a Dormilón-Cabeceando, un experto en siestas improvisadas, lo convirtió en un soplo de ojos, en Ronquidos-De-León.

Y así, así, así…a cada una y a cada uno los encantaba, y en vez de quitarles el DEFECTO que tenían, les hacía, la increíble Piza- Tiza, que disfrutaran de sus fallos hasta el agotamiento.

Tanto y tan bien lo hizo la encantadora maestra, que las familias de todos fueran a hablar con ella.

“Por favor, Doña Piza –Tiza, desencante a nuestras hijas y a nuestro hijos, que han prometido ser buenos-buenos-buenos”.

Hizo la prueba Piza –Tiza y desencantó a todos en una gran fiesta que llamaron RECULANTAMIENTO, porque les encantaba marcha atrás.

Y fue verdad que a partir de entonces las niñas y niños fueron…tan buenos, tan buenos, que Piza Tiza empezó a aburrirse, y no sólo empezó a aburrirse, sino que, como las clases eran muy tranquilas empezó a engordar, y no sólo empezó  a engordar, empezó también a ver que los demás profesores se reían de ella cuando les contaba lo buenos, formales, educados, correctos, atentos y trabajadores que eran sus niños.

¡No se lo creían!

Así que un día de un gran Sol de luz amarilla, Piza- Tiza, recordando que era encantadora, decidió REENCANTAR a sus alumnos para que dejaran de ser Extremadamente Buenos, y fueran como antes.

“¿Para qué queremos cambiar a los niños y a las niñas buscando que sean aún mejores de lo que son? ¿Qué sentido tiene encantar a  los niños si son encantadores?”

Así pensó Piza –Tiza, y entró feliz en la clase donde se oían un millón de risas de Charla-Mucho, Nada-Come, Bruto-Brutote-No-Me -Irrites-Que –Te- Agarro-Del-Cogote, Cabezón –De- Pelotón, Presumida Empedernida, Llorica-Manteles, Cada-Dos-Días-Sin –Clases, Dormilón- Cabeceando, y otras  y otros, y otros y otras.

Ni se imaginaba Piza-Tiza que aquella clase iba a acabar tan pronto, cuando la metieron en la ambulancia del soponcio que le dio al comprobar que había un alumno nuevo : Rey-De-Ratas.


Autor Paco Molina de Zamora- cuento escrito tal vez al final de los años 80 del Siglo XX

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