CARTAS DE AMOR EN RAMA
Paco Molina. Año 1990. Publicadas en el diario local “La Opinión de Zamora” en Julio de ese mismo año
Necesidad de ti.
Eso es lo que envuelve mi ser, la infinita necesidad que tengo de ti.
Necesidad de verte, necesidad de oírte, necesidad de hablarte, necesidad de olerte; tengo necesidad, chiquilla, hasta de respirarte.
Estoy enamorado de tu bonita cara, ¡te juro que me pareces la mujer más bella!
Y el no poder ver ahora tu cara me parte el alma a gritos.
Te recuerdo en la estación, al despedirnos. Uniste la grandeza de tus lágrimas a la belleza de tu sonrisa, y me pareciste una diosa de ternura.
La diosa del encanto.
Tú arrebatas, mujer, yo soy tuyo.
Te quiero
Por encima de todo y sobre todo, te quiero.
Además te quiero para adelante y para atrás.
Quiero mimarte y que me mimes. Quiero protegerte y que me protejas. Quiero acompañarte y que me acompañes. Quiero que seas feliz y que me hagas feliz. Quiero que me quieras y quiéreme, que te quiero.
Estos días, en esta inmensa soledad de que no estés tú, me doy fuerzas susurrando LA QUIERO, LA QUIERO, LA QUIERO, LA QUIERO.
Te recuerdo después de de una de nuestras batallas de amor campal, refugiada en mi abrazo, sonriente, pícara, y simpática, produciendo una ternura en el alma, que, te lo digo chiquilla, no se puede querer más que lo que yo te quiero.
¡Mujer!
Tengo miedo de que estas cartas las lea alguien, pero no puedo aguantar más las voces dentro de mi. ¡Te deseo mujer!.
Por los santos infiernos del apocalipsis, ¿cuándo voy a poder volver a verte desnuda?, ¿cuándo tomaré de nuevo tu cuerpo a caricias?, ¿por qué hoy, ahora y ya, no puedo hacerte un reconocimiento a besos, milímetro a milímetro, perturbación a perturbación? .
Tengo tantas ganas de que nos abracemos desnudos que mi corazón está desquiciado.
Y ahora, cuando acabe este consuelo, escribirte, voy a salir al campo-libre, y a cielo-abierto voy a gritar la furia de no poderte pasar las manos por “cabeza, tronco y extremidades”; voy a desgañitarme pidiendo el calor de tu cuerpo en el mío y la fantasía de tus dedos en nuestros recodos; voy a maldecir no verte gozar como sabes que me gusta.
Te deseo más allá de lo que permiten las buenas costumbres, pero no se pude evitar, ante un talle, unas piernas, un alzado, unos hombros, unos senos, un tipo, un….tú sabes, tú sabes, tú sabes.
Uaaaaah ¡TE DESEO!
Estas tierras son como tú
Tienen la alegría de tus ojos, la musicalidad de tu sonrisa, el misterio de tu desnudo, la luz de tu alma, la fertilidad de tu cuerpo, la gracia de tu simpatía, la agudeza de tu mente, el valor de tu intrepidez, el pasado de tu vida, el fuego de tu fuego; el emblema, sello y atractivo de tu personalidad.
Lo llenas todo, dentro de mí y fuera de mi; en mi pensamiento todo lo ocupas, en el paisaje te veo.
En el valle suave y lleno de flores, en las montañas duras y rotas, bajo el Sol que pulveriza y la nieve que deslumbra cegadora, en los recodos de todos los caminos y en la furia de todas las tempestades.
Te llevo tan en mi piel que me es inconcebible la vida sin ti.
Te quiero, ¿te lo había dicho? Te quiero.
Te echo de menos
Demasiado de menos.
Hoy aquí es un día lleno de vida: hay flores, hay luz, hay fiesta, hay música, hay risas, hay gentes.
Todos cantan, todos; los montes, los ríos, los árboles, las bicis, los grillos, los pájaros. Todo está sonando en una eufórica jornada.
Y tú no estás.
Chiquilla, mujer, chiquilla; tengo celos, estoy rabiando de celos.
Cuando ves a todo el mundo pletórico, cuando ves estallar el alma de la existencia, ocupando todo de colores, de bellos momentos, de tentaciones, de felicidad, si se está solo se acaba por sentir celos.
Tengo celos de ti. Ahí también habrá habido horas de exultante naturaleza, bailes sin fin, cánticos de armonía, bebidas de libertad y…tal vez alguien te haya puesto una flor en el pelo (cuando yo no he podido), o te haya rodeado la cintura en un baile (cuando yo no he podido) o te haya puesto en la mano una copa que rompió tu memoria (cuando yo no he podido).
Tengo celos.
Me siento inseguro. ¿Por qué iba a dar por definitivo y cerrado todo, si en la existencia nada es firme, si en todos los cuerpos hay tentaciones, si el resto del mundo juega continuamente a seducirnos?
Tengo miedo a perderte y dolor de que en algunos momentos tu mente se escape hacia otra persona.
Los celos me producen dolor; un dolor físico, palpable, duro.
Por favor, no me dejes nunca.
Quiero estar contigo.
¿Por qué hemos creado una sociedad que no está volcada en el amor (amor con minúsculas, entre personas concretas y con pasiones concretas) cuando el amor es lo que con más fuerza arrastra. Lo que más dicha y angustia nos da?
¿Por qué hay que ser competidores, si la competición nos hace distraernos del amor y aún peor, dentro del amor, ¡morir de amor!?.
Muero de amor por ti, de no tenerte y de temer perderte.
Adiós, no me olvides
Esto se acaba.
Sólo la muerte va a evitar que piense en ti, que sueñe contigo, que te busque, chiquilla mía.
Espero haber dejado suficiente felicidad en tu piel como para ser algo de ti, haber dejado suficientes besos en tu alma como para seguir escondido en tu vida, haberte dado tanto placer y emoción como para que cuando se te pierda la mirada allá a lo lejos, en tu cuerpo me veas a mí, acariciándote, rodeándote, ordenándote, pidiéndote, tomándote, turbándote.
Desde que te conocí viví en un estado febril, eres una pasión que me quema y llama a llama me llama; ahora la fiebre de verdad se une a la otra.
Esto se acaba y te tuve poco.
La vida me ha sonreído, ¡sobre todo con tu sonrisa!.
He tenido demasiada suerte.
Ahora, egoísta - como tú sabes- sólo pido una nueva suerte: que lo último que pueda hacer vivo sea decir que te quiero, y luego tu nombre, tu nombre.