domingo, 24 de noviembre de 2019

Emilio Ufano. Profesor de Filosofía y Benito Granados. Maestro de Taller.


((Fue una de las primeras jubilaciones que "describí". No entré pues por inexperiencia en la personalidad de los compañeros que se iban. Hoy el compañero Emilio Ufano, Profesor de Filosofía, que ya falleció y  Benito Granados, maestro de taller))


                                   A    EMILIO    Y    BENITO          

Es dura la etapa que habéis emprendido.  De hecho nadie la ha superado.

Por eso estamos aquí gentes que por algún motivo u otro os queremos; mas o menos. Siempre lo suficiente.

La familia por ser familia, y los compañeros de trabajo porque, ¡oh mundo absurdo!, al final se convive más con los condenados compañeros  (condenados a galeras, “rema que te rema”) más que con los propios seres queridos.
           
Y porque os apreciamos ¡aquí estamos!; para daros aliento en lo que es, ya lo dijimos, duro en sí,  por sí  y  per sé:  La vida del jubilado.

Porque ya jubilados no podréis saborear lo que  hasta  hace poco disfrutabais y que nosotros seguiremos gozando . Y gozando tanto que esta alegría y murmullos que apreciáis no se deben al buen vino y otros licores  que por aquí han circulado sin parar. Nuestra alegría se debe, ni más ni menos ¡a que seguimos en activo!

Ya no podréis disfrutar placeres como:

***--Ese de que en acabando un domingo reparéis en que habíais puesto un examen para el lunes y se os ha olvidado. Con lo intenso que es discurrir si es mejor ponerlo “ahora” o madrugar. ¿Cábe mayor emoción?

***--Pues sí cabe. Porque, hablando de madrugar. Otro placer que perderéis es ese de que al sonar el despertador cada mañana, por frío que sea el día y por largo que hubiera sido el trasnoche, ya no saltaréis, somnolientos y echando pestes, pidiendo paso para ir a la ducha y tomarse, sin saborear, un sucedáneo de desayuno. Se acabó ese momento en verdad sibarita de salir del microclima que siempre tiene la propia  cama. Os perderéis, amigos, el volver a entonar el “Aió, Aió, vamos a trabajar...”de los famosos siete enanitos de nuestra Blancanieves Educativa.

***--Ay! Qué bella la educación y qué pena que no podáis vivir ya placeres como los claustros, que puestos astutamente a la hora de la siesta, o de la partida  (que no se sabe qué es peor, perdón, mejor) rompen al más pintado. Nunca podremos agradecer suficientemente este detalle a las sucesivas direcciones, ya que estos claustros evitan que caigamos en la modorra de la desidia, o en bacanales incontroladas, que ese es el peligro de las siestas.

***--Y hablando de claustros, ya no podréis frotaros las manos de satisfacción cuando tras hora y pico con la PGA, la PGE, y la Pé-gi-gue-rá, llega el punto del orden del día de  “ruegos y preguntas”, que como su nombre indica, hablamos de ese momento solemne en que mientras unos preguntan,  otros ruegan : “Que se acabe esto, por favor”.

***--Y qué decir de vuestra renuncia principal, la de no poder disfrutar del noble arte de conducir, al mal alumno, de la mano del saber al pasillo del “que te den morcillas, maleducado”.

***--También perderéis el bagaje cultural de compartir la sala de profesores entre compañeros de distintas disciplinas y aprender cosas que de ninguna otra forma conoceríais: “como si lo de Zidáne es tonsura o en Gran Hermano hay censura”.

Así, miles y miles de vivencias hermosas desaparecerán de vuestro horizonte.

Y no vale agarrarse a que hay jubilaciones voluntarias como consuelo, que sabido es que en todos los cuerpos hay miembros incontrolados

 Sin embargo...nosotros todos estos placeres los seguiremos disfrutando a más no poder, y por eso, con la fuerza que nos da nuestra suerte, que está echada y bien echada, os decimos, que a pesar de todo, ¡ánimo!, que a lo mejor tienen razón quienes dicen que tras el ocio está el vicio, y  si así es, no es de extrañar que jubilación venga de JÚBILO

          Un abrazo de  mil brazos amigos,     amigos.

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