jueves, 21 de noviembre de 2019

Jubilaciones 2015. Universidad Laboral de Zamora


UNIVERSIDAD LABORAL de Zamora. DESPEDIDAS 2015

La teoría del caos se ratifica en este acto ya cotidiano.

Dicha teoría dice que lo que ocurre en el Universo y por tanto en el  mundo, ocurre por purita carambola, vamos que pasa de chamba, de casualidad.

Y así ha querido el destino que hayáis vivido últimamente lo que ya se vivió en la Universidad Laboral de Zamora y que os recuento a modo de anécdota.

Había elegido el claustro un Director y nos pusieron otro con el célebre truco de la terna.

En esta circunstancia se llegó al primer claustro con el intruso.

Naturalmente se le iba secando la boca a cada palabra que tembloroso decía. Y en esto uno de los presentes se levantó, se fue  y volvió con un vaso de agua para quien nos habían impuesto a traición. 

Se lo acercó al Director-Impostor, y comentó en voz bien alta: “De subdirector a pinche de cocina”.

Se trataba de quien iba a ser subdirector en el equipo elegido democráticamente pero……que como todos los demás se había quedado con un palmo de narices. Ese pinche era un servidor.

Así que lo que le han hecho a Vicente (tal vez por llamarse Bueno y Salvador) es una judiada, y por tanto  te comprendo, y a los demás no digamos.

Pues bien a mayores de lo contado veréis que, en lo que sigue, sigue haciéndose fuerte la Teoría del Caos. Ved y decid.

Consuelo Arnáez González. Chelo. Cocinera.

Del bocadillo de chorizo a la crema americana.

Esa es la trayectoria vital y personal de Chelo. Que es  por  quien vamos a empezar hablando, dado que amenaza con llorar de emoción y ponerse más histérica que si viera un ratón, cuando oiga lo que se dice de ella.

Chelo es tan de la Universidad Laboral que durante años no sólo trabajó aquí, sino que incluso vivía aquí (o sea, allí). Pudiendo por ello corroborar fehacientemente que los otros inquilinos (los salesianos) tenían voto de castidad, lo cual a falta de democracia no es mal voto.

Cosa, la dicha, que tiene su mérito, pues Chelo era un bomboncito. Ya aficionada a los bocatas de chorizo y cantarina de coplas que acompañaban su alegría.

Persona muy inteligente y trabajando en un lugar regentado por curas, aplica al pie de la letra lo de adorar al santo por la peana, y cuando corresponde, enflorece a María Auxiliadora en una imagen que está en la cocina, según la teoría de Santa Teresa de Jesús de que Dios también anda entre  pucheros.

Ella  había llegado de Rojas de Bureba (Burgos) y como toda hija del Cid que se precie tiene un carácter que se las trae, pero hay un compañero, que arribando años más tarde desde Cantalapiedra (Huesca) y que es educador, le ablanda el corazón.

Hablamos ahora de Pepe Cabrera, su actual esposo. En aquella época Cabrera es goloso (y ahora también) y se comería a ese bomboncito que es Chelo de un bocado, pero de momento se limita a degustar sus guisos.

Hasta que ella le pone el anzuelo en forma de Declaración de la Renta: “Y tú, guapito, ¿me harías el IRPF?”. A lo que el educador Cabrera, educado pero conocedor del dicho: “lo cortés no quita lo valiente”, no solo le hace el IRPF sino que se lo hizo tan bien que desde entonces se lo hace sin parar. Incluso les ha salido a devolver una hija extraordinaria.

Agradable y divertida, Chelo hace suya la máxima de su pueblo, “Nunca digas de este agua no beberé, y menos si el agua es de Calabor”.

Y así pasa de Ayudante de Cocina a Coordinadora de la misma, mostrando una gran capacidad para el trabajo en general y para el trabajo bien hecho en particular.

“El bocato di cardinale”, en la Universidad Laboral de Zamora, se traducía por “bocato de salesiani” o crema americana (una crema de café) que Chelo hacía como los ángeles, pionera pues del delicatessen, y qué llevaban en una furgoneta de un edificio a otro temblando por si los baches daban con el exquisito manjar por los suelos.

Como veis Chelo es la historia viva de lo que se ha dado en llamar “vivir como un cura”, y viva historia también de una Universidad Laboral repleta de anécdotas insospechadas cuando no secretas.

Chelo, tu inteligencia, tu arte y tu alegría te han permitido pasar 42 años por la Uni como si nada, como si todo. Tu función, cocinar, la has hecho tan bien que sólo cabe quitarse el sombrero ante ti. Ahora regresarás a tu tierra a donde te seguirá tu marido Pepe dentro de un año, siempre que no le pidan que haga un IRPF, así que como eres muy inteligente, ¡tú verás!. ¿No sería mejor que te quedaras por aquí que así podemos verte, oírte cantar una copla, y tal vez hacernos una cremita americana, tú que eres tan bella persona y apetecible amiga? 

Victorino García Álvarez. Educador.

De la butaca  a “La Vuelta al Mundo en 80 días”.

Tuvimos en él un compañero de cine. Buena persona. Mejor amigo. Gran profesional. Vamos casi como un personaje de Walt Disney.

No ha podido venir porque está de viaje. Y es que entre la nata montada del NH y la policía montada del Canadá, no hay color. Todos hubiéramos hecho lo mismo.

Compa, que para ti lo bueno nunca lleve la palabra FIN

Pilar Martín Briz. Profesora de Historia

De fuerte a suave.

Pilar, la de Historia, tuvo que hacerse una coraza espiritual para que no descubriéramos su extraordinaria delicadeza y ternura.

Para que no supiéramos que era frágil, que era delicada, que era una magnífica docente agobiada por la burocracia de la profesión.

Libre ya de esas ataduras, Pilar, queremos verte volar en libertad, conservando ese tono de alegre resistencia.

Si el paraíso es cobrar sin trabajar que te sientas siempre en el paraíso, amiga por siempre.

José María Vidal Gutiérrez. Profesor de Historia.

De querido a queridísimo

Tan educado eres amigo, que eres, y seguirás siéndolo, maestro de todos.

Tan puntual eres amigo, que bendita la hora que sonó en el reloj el día en que te conocimos y empezamos a disfrutar de tus valores.

Tan tiernamente tímido eres, compa, que hoy no estás aquí entre quienes queremos abrazarte precisamente porque queremos abrazarte.

Tal vez no te gusten estas cosas y por eso no hayas venido, pero tú nos produces admiración a nosotros, y lo dejamos escrito, firmado y rubricado.

Como persona, docente, compañero, amigo, eres esplendido. Y no verte de esa manera sería un atropello.

Victoriano Gómez del Teso. Nano. Educación física.

De la pubertad a la jubilación.

Con el compa Nano, siempre tuve una turbia problemática oculta. Tan oculta que ni él mismo la conoce.

Como profesor de Matemáticas yo tenía que explicarle a los chicos eso de los prefijos que indican los múltiplos y los submúltiplos de las unidades.

El más grande, el que indicaba el múltiplo mayor de todos, era el GIGA, y yo les decía, “No lo olvidéis, GIGA viene de GIGANTE”.

Y ahora adivináis lo que me turbaba. Porque el prefijo que indica el submúltiplo más pequeño es el NANO y para que no lo olvidaran les indicada: “No lo olvidéis Nano, ENANO”.

Y siempre temía oír alguna risita. Ya sabéis, la chavalada, con tal de salir de excursión, aunque sea mental, son capaces de todo. Pero tuve suerte y nunca fue así.

Se ve que el respeto de los alumnos  por Nano era gigante. Tan grande que ahora que se jubila habría que llamarle GIGA. Gigante.

Porque Nano es todo un Gigante. Un gigante con alma y aspecto de niño, y con el que aún no tengo yo muy claro que tenga la edad que dice, por más que últimamente se haya teñido el pelo y vaya contando por ahí, lleno de felicidad, que va a ser abuelo.

Profesor de Educación Física, nació atleta y eso le contagió a su alumnado, no limitándose a darles clases con clase, sino también proponiendo viajes al Almanzor (que debe ser un pico de por ahí) y a mil lugares que educaran las mentes que educamos con ese criterio tan olvidado de  “Mens sana in corpore sano”.

Cosa que en el caso de Nano no se limitaba a lo del “corpore”; porque Nano, con el ejemplo, con el buen ejemplo, como profesor, como compañero de trabajo, como luchador, ha educado también la mente no sólo de los alumnos, y si la de todos.

Conocer a Nano nos ha sanado la mente a todos, nos ha hecho la mente más sana. Su increbantable amistad, desde siempre con el admirado e inolvidable Eduardo Lázaro, nuestro compañero fallecido, hablan de su gran corazón. Su entrega a las tareas que emprende (metió tal afición a un alumno por lo deportivo que éste acabó de profesor en un circo). Su tierno sentir como persona, que se hacía más evidente aún cuando la prolongaba con cariño a quien fue su fiel perro Hielo, nos enseñó a querer a quien nos quiere, cosa que no es ninguna bobada.

Incluso su afición por las berreas, y el amor por su encantadora Marisa, esposa dichosa, nos dan una última lección de Nano: “Si no hay pasión no hay vida”.

Nano, gigante, las alumnas, los alumnos, tienen un inmejorable  e imborrable recuerdo de ti. Nano, gigante, todos en este centro que fue el tuyo, hablan, y dicen bien, maravillas de ti. Nano, gigante, has pasado por el calvario del trabajo ayudando a los demás a llevar su cruz porque la tuya te era liviana dado tu carácter y capacidad. Nano, gigante, has conseguido escalar al pico más alto que todos soñamos: el de  ser tan querido y admirado que das envidia.

María del Carmen Álvarez Rodríguez. Carmela. Profesora de Lengua

De Miss Magisterio a Magisterio Mix.

Con Carmela, como conocemos a la moza, hay diversidad de opiniones. Unos opinan que es muy humana y otros opinamos que es divina.

Elegida Miss Magisterio por aclamación visual y unánime, en sus tiempos de estudiante en la Escuela Normal, su palmito y el titulo de maestra la llevaron, como era de esperar, a la alegre Andalucía.

Y de allí volvió cantando, devota como es de Lole y Manuel: “El Sol… ha vencido a la Luna… que se aleja impotente ….del campo de batalla”.

Y como nueva y nueva Eva, le tendió una manzana, allí en el Colegio Rio Manzanas, claro, a su magnífico hombre de hoy, su Javier, que era compañero de aquel claustro.

Y así, feliz, un día oyó que junto con un grupo de maestros venia destinada a la Universidad Laboral. Qué horror un instituto lleno de “catedráticos pata negra”.

La función de los anticuerpos es prevenir en vez de curar y por eso cualquier colectivo tiende a evitar lo nuevo no sea qué.

Hasta el punto de que a veces te ponen un válvula en el corazón para salvarte la vida y el cuerpo que queremos salvar, tontamente nos la rechaza.

No había nada que temer y si mucho que disfrutar y Carmela fue sin duda magistralmente mix, con su estilo espiritual, su paz corporal, su entrega a la docencia, su desvelo por nuestros clientes, su tacto con todos los compañeros del barco, desde el grumete si lo hubiera, hasta el capitán que lo hay.

Un día me pidió que les hablara a los chicos, de un curso que teníamos en común, ella, profesora de lengua, del número CERO, y me lo encargó a mí que soy un cero la izquierda, ella que es un CERO a la derecha del UNO de su magnífico desempeño profesional, ella que es una mujer diez.

Carmela, ¡ay! Carmela, no te vayas patita negra, no te vayas espléndida amiga, que los niños te necesitan, sus familias más, nosotros también, no te vayas encanto de los pasillos, dulzura de los conserjes, postre de los de cocina, alegría de la casa, no te vayas, tan guapa hasta con el pelo rapado.

Y si te vas, Carmeliña, vente conmigo a La Habana, aunque sea con Javier.

José Andrés Villar Santos. Psicólogo.

De brujo a embrujo.

Si cuando el compa Villar era el único psicólogo del mundo español destinado en un instituto (que era una Universidad Laboral), nos dicen que acabaría siendo el director del Centro todos hubiéramos exclamado. “Como no le toque el puesto en el bingo”.

De ahí sin duda su afición a ese juego.

Psicólogo en un centro de enseñanza, cosa rara en el pleistoceno de la educación, se le conocía por “el brujo”, aunque su brujería no pasaba de comentar discretamente en las juntas de evaluación: “este es bajito, este es altito”.

Y hablando de altitos, hablemos del Altísimo, pues conviene saber que José Andrés  estuvo a punto de ser servidor del Altísimo, cuando reclutado a domicilio y siendo niño/adolescente, según costumbre de la época, estudió para fraile. Y con gran provecho. Pero, y ahí demostró por primera vez su carácter inteligente y práctico, cuando le iban a imponer los hábitos, dijo:

“No se, no se, el caso es que me tiran los cíngulos de la sisa” y lo dejó.

Era Preu. Y José Andrés, que ya tenía altas miras, cambió al altísimo por una que le ponía por las nubes.

Enseguida se corrió la voz por magisterio de que el ex fraile sorbía los vientos por una tal Conchita, por cierto aquí presente, como legítima esposa.

Si en toda pareja la mujer es más lista que el hombre en este caso no estamos ante una excepción, y Conchita, a la sazón muy jovencita (19 o 20 años, como él), informada de las aviesas intenciones de “Villar”, como le conocían todos, le pide prestados los apuntes para corroborar o no, el rumor.

Ta Chan Ta chan, Ta chan Ta chan. Ya se han casao. Ya se han casao.

Y es que los apuntes de Villar apuntaban al corazón.  Desde entonces Villar no ha conocido mujer que no sea Conchita y Conchita no ha conocido varón que no sea su Villar, por más que lleve unas mechas tipo “viva la virgen” en el pelo, para disimular.

Esto de los apuntes famosos de Villar tiene su importancia en el relato, porque anuncian una de las cualidades que le permitirían hasta hoy, no sólo ser director, sino ser un gran director. Es organizado, trabajador y cabal.

Pero es que además José Andrés Villar Santos es el último self-man, u hombre hecho a si mismo, a la imagen y semejanza de aquellos banqueros de antaño que empezaban de botones y acababan como dueños de la entidad.

José Andrés empezó en la Laboral trabajando como una piedra más de los cimientos. Luego fue un baluarte  a favor de los salesianos, ya que aunque él iba para agustino, posiblemente le remordía la conciencia por el feo que le había hecho a María Auxiliadora, y no era cuestión de abusar de la Misericordia del Señor.

Todos sabéis, porque lo habéis vivido, que el director Villar no toma nunca vacaciones, pero lo que tal vez no sepáis es que cuando tomaba vacaciones las pasaba aquí, integras, en el centro:

Abría la piscina descubierta y la cerraba. No se iba ni  a comer, lo hacía aquí. Y eso sólo por vicio, que no era nada en el centro, y menos socorrista.

Venía con toda la familia, Conchita con un embarazo distinto cada verano, y de nuevo en la conducta de Villar  volvemos a descubrir rasgos de su gran cabeza, pues cada día, además de hacerse cuatro largos de piscina y ocho largos de frontón, remataba con un larguísimo de mus, bajo una sombra de sombrilla que con jarra de cerveza en mano, permitía disfrutar de la vida como un pachá.

Es tal la vinculación de Villar a la Universidad Laboral que es obligación de todos nosotros vigilar si al dejar el centro su actual Director, no se desmorona el centro o no se desmorona Villar.  

José Andrés no te desmorones tú, que si fuiste cimiento del centro nosotros somos cimiento de lo que te mereces: un reconocimiento absoluto como compañero, como profesional y como brujo, pues al final conseguiste embrujar. O sea caer bien y que se te respete, admire y quiera.

Que la vida, Villar, te permita cantar cada día una línea de satisfacción y cada semana un bingo de felicidad. O viceversa; lo que tú quieras, Director.

PACO MOLINA. 24 de Junio del 2015. En el NH de Zamora


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