martes, 19 de noviembre de 2019

EL AJEDREZ DE LA VIDA por Pepe Ruiz


EL AJEDREZ DE LA VIDA

Mi amigo Pepe Ruiz, Don José Ruiz, Inspector de Aduanas que trabajó en Hacienda en Zamora, y ahora está jubilado, escribe de maravilla y cosas de una magnitud filosófica deslumbrante.

Lo conocí en torno al mundo del ajedrez, hace muchísimos años, cuando yo lo practicaba. Él siguió y además de disfrutar con ese juego que es “demasiado juego para tomárselo en serio, y demasiado serio como para tomárselo como un juego”, según dijo el campeón Tartakover, elucubró y me dio lo que aquí sigue por si yo consigo que sea difundida su enseñanza como  se merece. (Paco Molina)

Todo lo que sigue es la voz de Pepe Ruiz, de Valdepeñas.

Sobre el tablero

En orden de batalla preparados

Se encuentran los ejércitos

Las torres, los alfiles,

peones y caballos,

La Dama con su corte departiendo.

Solamente el Rey permanece en silencio.

Para el ataque y la defensa piensa

Cómo sacrificar a todos ellos.

Se mira la corona, ve su cetro

Se muestra satisfecho

El Rey es él

Él es quien debe ganar

Que así, además,

En otro sitio, de nuevo podrá

Otra guerra empezar

Señores y señoras

Esta es la triste historia de la Humanidad

Partida de ajedrez que siempre de guerra en guerra va.

Nota: Se ruega leer lo anterior con las gafas de lo invisible.

Los ciegos son aquellos que no lo saben leer.

Ejemplo:

Los ejércitos del poema son las ideologías, los diferentes partidos, las diversas religiones, las distintas clases, ricos y pobres, etc.

Los reyes son los ejecutivos, los que detentan el poder en cada uno de los compartimentos expresados.

Siempre se creen superiores a los demás y encuentran siempre justificación a su forma de actuar.

Tratan de organizar a la sociedad porque se creen más inteligentes, porque piensan que tienen más capacidad de trabajo, porque han sabido organizarse mejor.

Y quizás tengan razón, y ello sea así.

Pero en lo que se equivocan es en su egoísmo, en que sólo piensan en ellos no en los demás.

Egoísmo que a su vez suele acampar en toda la sociedad.

Quienes no se aprovechan es porque no tienen la oportunidad de hacerlo.

Recuerdo una anécdota relacionada con la solidaridad, con compartir.

Le preguntaban a uno qué haría si tuviese dos pisos.

Como no los tenía contestó rápido que daría uno a quien no tuviese.

Le preguntan también lo mismo si tuviese dos coches; como tampoco los tenia, enseguida contestó que igual.

El problema surgió cuando la pregunta se refirió a bicicletas; y más rápido aún que en las dos ocasiones anteriores, respondió:

“Quieto, no hables de bicicletas, quien quiera tener una que se la compre con su dinero”.

Qué casualidad en su casa había dos.

PD: De Paco Molina: Por eso la solidaridad tiene que ser una ley que la haga obligatoria


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