A TAPAR LA CALLE por Carmen Ferreras. El Norte de Castilla entre 1995 y 1999
Antaño, de pequeños, cantábamos aquello de: ”A tapar la calle, que no pase nadie, que pasen mis abuelos comiendo buñuelos...”.
Hogaño, de mayores, en lugar de la calle se tapan los accesos al edificio de la Delegación Territorial de la La Junta de Castilla y León.
Pero no se tapan con una cadena humana, formato elegido para reivindicar tantas libertades como se secuestran en este país.
Se tapa con muebles y otros enseres que también resultan reivindicativos.
Como somos más mayoricos, actuamos de otra forma. Como somos gente con principios, educados donde los haya, actuamos bajo la batuta de un preceptor.
Pero no un preceptor cualquiera.
En estas y cuestiones parecidas el tutor por antonomasia resulta ser don Francisco Molina, auxiliado en menesteres psicológicos, por si el tarro llegara a perder, por don Gabriel Guijosa, lo cual es toda una garantía.
Todo está controlado y bien controlado. Así da gusto.
El motivo que ha llevado a don Francisco y compañeros a entoñar el edificio de la Junta es de sobra conocido por todos. Habrá campus pero no habrá mobiliario.
Todos al suelo, y no al estilo Tejero, sino al estilo Mahoma. Y como por estas lares la mayoría silenciosa e incluso la reivindicativa es católica, a pesar de lo aconfesional del Estado, el personal quiere, como poco, bancos estilo Iglesia.
Para pupitres no va a haber. Costumbres hacen leyes, doña Josefa. Ni que los salmantinos fueran más que los zamoranos. Pues, nos venimos, dando la mano. Nosotros siempre en actitud de dar, y encima lo mejor que tenemos, nuestra juventud, y ellos en actitud de pedir.
Pues, que yo sepa, si en Salamanca tienen a Fray Luis, con quien tampoco se portaron muy bien, en Zamora tenemos a don Miguel, el ilustre manco de Lepanto. En unas jornadas celebradas este verano quedó demostrado, una vez más, el origen del autor de El Quijote.
De qué si no el apellido de la localidad sanabresa de Robleda de Cervantes.
A lo que voy, que divago. Izquierda Unida, solicita muebles viejos para “amueblar” la Junta. O sea, en lugar de llevarlos al Centro Reto o a El Arca de Noé, estamos en la obligación de hacer almoneda en la Junta.
A lo mejor, entre los compañeros de don Juan, que tampoco se merece esto, hay algún experto en bricolage, los recicla y ya tenemos mobiliario para el campus.
Somos unos manitas. Voy a hacerle objeto de una confidencia, pero que no se entere nadie, por favor.
Doha Pilar Pelegrín es una experta bricolagista, permítaseme la expresión.
Doña Pilar hace maravillas con los muebles viejos e incluso los decora luego con florecitas y otras monerías, auténtico art deco.
Y, por si fuera poco, el punto de cruz lo borda y hace unos cojines de petit point y unos forros para los cajones que, en una tienda de antigüedades, no tenían precio.
Lo digo más que nada, por si hay que echar mano de los conocimientos artísticos de doña Pilar para amueblar el campus.
Si usted viera la casita de muñecas que se está haciendo, algo serio.
A mi lo que me gusta, entre otras cosas, de don Francisco Molina. es que predica con el ejemplo.
El es el primero en todas las algaradas reivindicativas, dando la cara, como debe ser. Don Francisco se pone el traje de faena, para no desentonar y, hala, a arengar a la tropa y, en el caso que nos ocupa, a decorar los accesos de la noble institución regional.
La arriba firmante se adhiere. Tengo un secreter heredado de mi tía Niceta, que pensaba poner en manos de doña Pilar, a ver que se podía hacer, y he optado por llevarlo hoy mismo a la Junta por si pudiera servir como mueble insignia, dada su antigüedad, para el despacho del futuro rector del campus zamorano.
Hemos empezado mal pero, a tenor de la iniciativa de IU, parece que la cosa mejora. Ya que por la edad no podemos jugar a aquello de: “A tapar la calle...., optemos por emplearnos a fondo en lo de dicha almoneda reivindicativa y tapemos la Junta, a ver si doña Josefa reacciona.