EL PEÑÓN DE SERRALTAR
Lo del ex cuartel Viriato recuerda la situación del Peñón de Gibraltar, con el suave matiz de que en un caso el amigo que te hace la cusqui es la amiga Thatcher de turno y en el otro, el amigo Serra (¿y éste quiere ser presidente del Gobierno?, ¡hasta en el PSOE los hay mejores!).
Por lo demás, todo es demasiado similar.
Defensa “conserva” los terrenos cuarteleros “porque es más fuerte”, no por otra razón.
Se trata entonces, zamorano, de reconquistar lo que siendo tuyo cediste en un acto de buena voluntad con condiciones de uso (“te doy esto mientras en su lugar haya un cuartel y además te prohíbo comerciar, vender, permutar e incluso ofrecer en usufructo tales terrenos.).
Todo esto son los célebres 45.000 metros cuadrados.
Aparte de esos metros hay otros diez mil que si son de Defensa, pues la generosidad de la ciudad fue tan grande que contagió a algunos particulares y estos ¡regalaron! ese último trozo del ex cuartel.
La reconquista (conquistar lo que estuvo conquistado y era propio) tenía que haberse producido, capitaneada por el Ayuntamiento, hace casi dos años, pero hasta hace dos semanas nada se hizo (bien) e incluso hubo errores monstruosos, como el pleno en que se aceptaba el plan de Defensa que venía a decir:
“Si me dejas especular con lo que es mío (10.000 metros cuadrados) te devuelvo lo que es tuyo (45.000 metros cuadrados) y si no quieres te las hago pasar canutas no devolviéndote nada”.
Los acontecimientos hicieron que por necesidad histórica surgiera un colectivo ciudadano para la recuperación del ex cuartel Viriato.
Este grupo cívico imprimió tal ritmo y tal voluntad de conseguir lo propio por la vía rápida y con dignidad que, al ser ratificada esta forma de actuación por una imponente manifestación (30-5-90) de la ciudad, hizo que el alcalde despertara del sueño eterno de nuestras autoridades locales y pasara del acto simbólico de saltar la verja al acto con bólico de decidir permanecer allí (haciendo guardia) hasta que salga el sol del sentido común en la Moncloa.
El colectivo ciudadano también decidió encerrarse, las circunstancias y el pueblo lo pedían, y así entre las paredes de lo que todavía es un “muro de la vergüenza”: (Escucha, Serra, por esto ni una perra), están, el alcalde de la ciudad, que simboliza al pueblo de Zamora, y la coordinadora, que representa la fuerza de ese pueblo.
El Ministerio está actuando de manera tal que bordea el chantaje y además un chantaje doble: por un lado no te devuelve lo tuyo hasta que le resuelvas lo suyo a su gusto y, por otro, aprovecha la urgencia de suelo universitario que tiene esta tierra para evitar la vía judicial.
¡Que quede esto claro! Si Zamora no estuviera en la situación económica en que se haya, bastaría con llevar el caso a los tribunales y sin lucha popular se conseguiría todo; pero ese camino es largo y no puede la provincia permitirse ese lujo.
Contra esa postura dura, mezquina y socialmente injusta de todo un Gobierno que no se da por enterado, Zamora ha formado de miles en fondo y le ha mostrado al que se cree fuerte que los pueblos cuando se constituyen en fuerzas armadas de razón pueden con el mas chulescu.
Así que estos señores que todo lo saben y creían que podían chulear a su gusto, deben empezar por despedir a los que les informaron tan mal de esta tierra y luego a dialogar; y que no se preocupen que si la ley les prohíbe donar, aquí hay unas cuantas peseticas muy en metálico.
Pero... la dicha nunca es completa y surgieron los celos.
Resulta por ello que en esta lucha no están todos los que debían porque “temen que el mandamás municipal se suba al carro triunfante y sea el héroe de la película”.
Si en el amor los celos son incómodos, en política son una majadería, propia solo de los que están en ella para su medro (chupe, en castellano) personal.
Si el alcalde fue criticado en todo lo que hizo mal (y mira que fue manta el tío) para una en que acierta habrá, por lo menos, que callarse.
Los que añaden, “pero así tendremos alcalde del PP para siempre”, lo que tendrían que hacer es luchar más y mejor, en vez de pensar solo en la voz de su amo para ganarse el derecho al encierro en los sillones dorados de cualquier institución, mientras otros se encierran en la boca del lobo y encima para ahuyentarlo tienen que cantar por las noches un “de piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera”, porque son gentes que para más inri no viven de la política.
FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 1991.