sábado, 7 de marzo de 2020

DEMETRIO MADRID Y FELIPE GONZÁLEZ


DEMETRIO MADRID Y FELIPE GONZÁLEZ

El primero (actual diputado en Cortes por el PSOE representando a Zamora) fue presidente de la Autonomía Castellano-Leonesa.

Desempeñando tal cargo fue denunciado por trabajadores de su empresa y la justicia emprendió un proceso contra él.

Al final fue considerado inocente (es decir, no había cometido ningún delito según la Ley).

Sin embargo, cuando el procedimiento procesal apuntó hacia él, él dimitió del cargo que ostentaba como presidente de Castilla y León argumentando, por supuesto, que era inocente pero además que dejaba el cargo para no "salpicar, ni perjudicar a toda una región", así como para favorecer la acción de la justicia en la que confiaba.

Tan noble decisión se produjo, y esa es la realidad elogiable.

Ahora bien, el por qué se produjo es lo que no se sabe (aunque para la tesis de este escrito no es relevante).

Las malas lenguas dicen que dimitió por presiones y amenazas-cariñosas de su partido que a cambio de que lo dejara (el cargo) le prometió el oro y el moro (el moro era la mejor defensa posible. De hecho le defendió uno de los mejores abogados de entonces).

El oro era pagarle todos los gastos.

Las buenas lenguas dicen, y mientras no haya pruebas en contra, es lo que hay que creer, que el señor Madrid dimitió por dignidad moral.

Estaba acusado de un delito y no podía representar a toda una colectividad inspirando el respeto mínimo debido.

Políticamente su salida digna no podía ser otra.

El PSOE valoró tanto este gesto que en las elecciones generales de 1993 Felipe González vino a Zamora a poner de ejemplo a su correligionario.

Sigamos ahora los dos caminos citados y comparémoslos con la actitud de Felipe González en cuanto a la acusación que pesa sobre él, de que ha creado una banda armada cuyo botín eran los fondos reservados y cuya coartada el salvar a la patria (la típica de la clase dominante en todas las sociedades hipócritas).

Primer supuesto. Aceptemos (a modo de hipótesis) que a Demetrio Madrid es el PSOE el que le obligó a dimitir porque al estar "encausado” (puesto en cuestión por la justicia) se pensara que políticamente lo apropiado era que dejara el cargo.

En ese caso, nos encontramos con que el PSOE, al no hacer lo mismo con Felipe González (obligarle a dimitir), resulta que está tratando a sus militantes de distinta forma: Por un lado están los de segunda y tercera categoría (caso de Demetrio) que tienen que poner las costillas para que los otros se aúpen en ellos y asciendan, y por otro están los que mangonean en el partido (Felipe González y su corte) que utilizan al partido para sus fines completamente capitalistas ("vamos a hacer un capitalito”, parecen decirse).

Imaginemos ahora el otro supuesto. Pensemos que el señor Madrid dimitió porque es una persona honrada, digna y noble que entendió que un socialista no podía presidir y dirigir a un pueblo (el castellano-leonés) estando en cuestión su respeto a las leyes.

Solo podría emerger de entre las aguas si era absuelto (como así fue) pero nunca podría, sin rebajarse como político, parapetarse en el cargo y bañarse cada día en el agua putrefacta de la desconfianza, la duda y la sospecha de quienes debían respetarle por lo que representaba (toda una tierra y sus habitantes).

En este caso, el de aceptar la honradez de Demetrio Madrid, resulta aún más evidente que Felipe González en la medida en la que no está haciendo lo mismo, lo que está haciendo es demostrar una baja catadura moral (y una alta caradura bestial; pues encima vino hasta Zamora —mitin en el Polideportivo 1993— a ponernos de ejemplo al zamorano; ejemplo de cómo se debe comportar uno y de cómo se portaban los socialistas).

Ahora bien, si hay que seguir ese ejemplo ¿por qué no lo sigue él y dimite? (luego, si fuera inocente penal, podría volver por la puerta grande).

Todo esto nos ilustra sobre una evidencia: Una vez que intelectualmente el PSOE ha aceptado que en la sociedad hay dos clases, la de los que ponen el dinero (a los que hay que favorecer según ellos, el PSOE) y la de los que trabajan para los otros (a los que hay que sacrificar para salir de la crisis, según el PSOE) está reproduciendo (el citado partido) en su interior ese esquema, y así hay psoístas de primera (como Felipe) y otros de tercera que trabajan para él haciendo de botones (dejándose chupar la sangre de la honradez para que el vampiro siga en pie).

FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Años 90 del SXX

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