martes, 10 de marzo de 2020

GUERRA NO


GUERRA NO

Que un conjunto de personas abuse de otro es algo notablemente frecuente.

Por ejemplo, según Marx, dentro de un mismo Estado, una clase social alta (o sea un conjunto de personas) domina y explota a las otras (que también son conjuntos de personas)

En África del Sur, los blancos (un conjunto de personas) se enriquecen, prosperan y medran, gracias a los negros (otro conjunto de personas).

Marruecos (un conjunto de personas) despoja al pueblo saharaui (otro) del territorio en que siempre vivieron.

Israel ocupó tierras de otros (palestinos).

EE.UU. puso en Granada (la isla), Panamá (el canal) y Nicaragua, mediante la fuerza, las cosas le ha dado la gana.

Basten estos ejemplos por no remontarse a la historia, que no es más que una sucesión de hechos en los que un conjunto de personas abusa —injustamente— de otras.

Naturalmente suele ocurrir que el fuerte abusa del débil, hasta que el débil se une y se torna fuerte.

Todas estas injusticias y aberraciones en las relaciones de las personas surgen por motivos esencialmente económicos.

En estos casos suele correr la sangre, hay muertes, destrucción y miseria (ejemplo: el golpe de Estado de Pinochet en Chile, donde un conjunto de personas, apoyadas por Norteamerica pasa a “invadir”, suprimir, anexionar los derechos de otro conjunto de personas, los demócratas.

Pues bien, por injusta, salvaje o sangrienta que fuera la barbarie, el Papa solo aplicaba una medicina, una fórmula para luchar contra ello: Todo lo que había que hacer era rezar.

Esta conducta muchas veces se ha visto como una burla ante la tragedia, pues “rezar” viene a ser algo así como hacer lo menos posible.

Hoy, desde posturas pacifistas, desde testimonios de paz, esa “salida de pata de banco” debe ser respetada y rigurosamente defendida porque es clara:

"No hay que mover un dedo por la guerra".

Irak invade Kuwait, o sea, una vez más, un conjunto de personas atropella y violenta la existencia de otro conjunto.

Eso es algo negativo, malo y que se debe evitar. Pero... ¿se debe poner en marcha una guerra para ello? ¿Puede una guerra ser buena? ¿Para quien? 
¿No será el remedio peor que la enfermedad?.

Para empezar, Sadám solo quería que el petróleo subiera dos dólares, bueno pues con el bloqueo ya van nueve.

Sadám sólo le aguó la guerra a los ricachones de Kuwait y e algunas multinacionales, bueno, pues ahora, miles y miles de trabajadores del tercer mundo han tenido que perderlo todo por culpa del asedio Occidental (los chulos del planeta).

Los gastos ocasionados por la subida del petróleo han aumentado, bueno pues a ellos hay que añadir los que van a ocasionar el mantenimiento de todos los Ejércitos que allí se han enviado, de todos los refugiados y el de ayuda a los países afectados.

Ya está, pues, siendo peor el remedio que la enfermedad. (Mientras en Biafra, Etiopía y cientos de lugares, mueren niños de hambre y nos trae sin cuidado, ahora, eso sí, somos cuida-ricos-del-petróleo.)

Si a todo este disparate de frivolidad se añadiera el estallido de la guerra, sabremos la que es el dolor, la amargura y la crisis económica de verdad.

Como siempre ha ocurrido, el pueblo llano —los pueblos— sufrirán directamente las consecuencias de esa miseria y miserable condición humana, la de matarnos unos a otros.

La guerra no se justifica ni aun siendo justa; entre otras cosas porque todas lo son en la mente de los contrincantes, o es que de verdad alguien cree que los irakíes no serían convencidos de estar muriendo por algo noble ¡ya se encargaría el poder de su país en lavarles el cerebro! ¡como hacen aquí con nosotros!.

A la muerte solo se puede ir con el cerebro limpio, como los imbéciles, y a matar, llenos de odio, disfrazado de grandes ideales detrás de los cuales están cuatro pillos forrándose de dinero.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 18 de Octubre de 1990

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