ZAMORA “DA”
En Agosto ha habido localidades que han salido en todos los telediarios porque en sus fiestas hay un día en que la gente de las casas les tira agua a quienes están en la calle, en otro sitio son célebres porque se sacuden a tomatazo limpio, y aún los hay, famosos, o sea que suenan, porque se pasan no se cuantas horas seguidas tocando el tambor.
Por correr delante o detrás de un toro, enmaromado o no, también hay ciudades que suenan.
Al tiempo que eso ocurre, debe saberse que en Zamora se gasta mucho dinero para conseguir que el nombre de Zamora suene.
Sin ir más lejos, la Diputación Provincial tiene un Patronato de Turismo que dedica más de 60 millones de pesetas cada año sólo para lograr dos cosas: que Zamora sea conocida y que Zamora sea visitada.
Añádase a los dos párrafos anteriores que desde hace unos años los empresarios de la capital demandan un resurgir de las fiestas de septiembre.
Su idea es clara, que las fiestas atraigan gente y la gente se deje aquí la pasta, dándoles lo mismo, que sea porque se han comprado un par de zapatos o se han sacudido un cubata.
Esta demanda empresarial no parece que se haya cumplido, por más que aunque no lo parezca nos cuentan que estos días estamos en plenas fiestas.
Si, de acuerdo, no se notan, pero los cabecillas dicen que esto son fiestas (y no lo digo yo que no lo fueran si a los gigantes y cabezudos no se les hubieran añadido estos "cabecillas", que también son de cartón piedra).
Pero como no lo han hecho y no se ven las fiestas por ninguna parte, se puede concluir que no es esto lo que quiere la CEOE.
Sin embargo, si es posible conseguir lo que "los empleadores" de la ciudad quieren. Y en ese sentido hace años que Izquierda Unida (con perdón) puso una idea sobre la mesa que colma la petición básica del resurgir de la fiesta septembrina y del beneficio empresarial, a la vez que es mejor (por sensata) idea que tirarse agua o tomates desde los balcones.
Se llamaría el "Zamora DA" y consistiría en que la ciudad ofreciera durante dos o tres días (dos de ellos sábado y domingo, para facilitar las visitas desde el exterior) unas absolutas rebajas, entendiendo por absolutas que, serian sobre género de calidad; serían universales, es decir todo, todo, todo se rebajaría (o en su defecto se vendería con un regalo) desde los coches y dentistas hasta la última moda, pasando por libros de texto, etc.
Y además serían lo más rebajas posibles, de manera tal que el hecho en sí sería noticia internacional (una ciudad que lo rebaja todo), y además sería un éxito, porque la gente aprovecharía para conocer esa ciudad de la que han oído hablar y a la que han venido encima para equiparse.
Por supuesto que hoteles y chatos de vino, también estarían rebajados.
Como podría haber empresarios que al principio no querrían entrar al trapo, se colocarían en cada uno negocios de los que si aceptaran esta lucha por Zamora y ellos, rótulos que dijeran "Aquí, Zamora DA".
La idea de las rebajas surge porque tras el verano (como tras las navidades, nadie tiene un duro, luego solo se les puede hacer gastar como tras las navidades, con rebajas).
Además, así, se volvería a la ecuación, "las ferias —venta de algo— traen las fiestas— gentes gastando en diversiones".
Porque es innegable que una vez que la ciudad está llena de gente (seria como el Miércoles, Jueves y Viernes Santo pero con el comercio abierto) resulta luego muy sencillo conseguir atracciones de postín que atrajeran a su vez aun más gente, de manera que acabaría por hacerse célebre la frase:
"¿,Yo, en Septiembre? Me voy a la Zamorada".
FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora-8 de Septiembre de 1999. Imperecedero
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