CORRUPCIÓN EN ZAMORA (¿PIONEROS?)
El caso del "caso Zamora" es que es el caso típico de todos los casos que ya no son un caso.
Ya no es un caso que alguien utilice las ventajas del poder para hacer que su cuenta deje de ser corriente.
Todo esto se debe a que la humanidad ha pasado de confundir al becerro de Oro con Dios, a entender que no hay más Dios que el dinero, y que por tanto hay que amar a éste sobre todas las cosas.
Por eso, también en el "caso Zamora", para explicarlo, se utiliza la palabra que mejor lo explica, "Corrupción".
Se dice que el Caso Zamora es el caso de la corrupción de la Diputación en los años...
Un cuerpo puede estar sano, dolido, enfermo, molesto, etc., pero cuando está corrupto, es que ya no tiene remedio; todo él está en un estado similar, con la única diferencia que puede haber lugares de ese cuerpo donde la corrupción salte a la vista, mientras que en otros no es evidente.
Hoy día, la corrupción del Cuerpo Social es evidente, y por eso podemos ver que se adulteran hasta los alimentos para sacar más pasta, se inventan guerras para vender más armas, se vende droga para obtener más poder, y así hasta el billón de casos que nos llevan hasta el "caso Zamora".
Una vez que el Poder nos explica la ecuación, "Dios existe y es el dinero", aquella célebre máxima católica de que, "al final de la jornada, aquel que se salva sabe y el que no; no sabe nada", pasa a ser la oración de la mayoría de los políticos: "al final del mandato, aquel que se forra sabe, y el que no, no sabe nada".
Ya lo venía contando el pueblo con ese encuentro entre dos, en el que uno o una dice:
"Qué bien se llevan esos hermanos", y espeta el otro, “¿Han repartido?".
Pues, si ese sentir (devoción por el dinero, con "D" mayúscula de Dios) se cuece entre los pucheros, qué no decir de las cocinas de la política, donde te contratan para cocinar el gran pastel del capital y a cambio te dejan sisar de la despensa todo lo que puedas.
Eso sí, sin que te pesquen, que hay que guardar las apariencias, para que no se le vea el plumero al sistema.
Así las cosas, en esta nueva fase de la religión verdadera, también el demonio pinta algo, pues no hay mejor negocio que venderle el alma al diablo, que es quien mejor paga.
Y así hecha la transacción vemos en el escenario a verdaderos arribistas, que como indica la palabra, quieren llegar cuanto antes arriba y saben que eso solo se consigue construyendo una escalera de millones para así ser ministros de Dios, ministros del dinero.
Y abajo del escenario, en el patio de butacas, están los espectadores, vulgo votantes, que una vez que comprueban que no solo el PSOE sino que también el PP (de ahí el buen trabajo de los primeros por hacer ver que los segundos también están para chupar) son corruptos, sienten un alivio y se dicen: "¡Ah! pues si todos son iguales, voy a votar a quien más me simpatiza, porque problemas no tengo".
Que nadie se rasgue aquí las vestiduras, pero lo cierto es que Zamora, también, va bien, o por lo menos le va bien a la mayoría, y como en una democracia lo que pinta es la mayoría...
Ante este clima en que nadie se salva si no tiene dinero, donde el mejor creyente es el que más tiene y donde hasta el gremio de hostelería siente devoción por la Semana Santa, el que en el Ayuntamiento de Zamora se celebre una Misa Negra (más bien verde, que ese es el color del dólar) donde el oficiante sea el PP y el monaguillo el PSOE, para después repartirse el cepillo en la sacristía, no nos tiene que extrañar, y debemos rezar: "Señor, perdónales que si saben lo que hacen”, como lo sabemos todos.
FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. 20 de Julio de 1999