En pleno Pleno
LA ASTRACANADA
HAY una copla jotera, aragonesa pura, que dice:
"Muy bruto tiene que ser
/ el alcalde de mi pueblo
/ que es más bruto que nosotros
/ el alcalde de mi pueblo".
Y dícese lo anterior porque ahora que huele a Semana Santa conviene recordar que el alcalde de Zamora, en el acto del Juramento del Silencio del año pasado, tuvo la ocurrencia de decirle a Dios, en el pregón que le correspondía leer como máxima autoridad de la ciudad, que posiblemente ese era su último pregón como pregonero (los medios informativos se hicieron eco de la "pasada" y dijeron que el alcalde había anunciado su dimisión).
Si gordo fue el hecho de decirle a Dios cosas que no vienen a cuento en un acto como ese, más gordo es que encima no se cumpliera lo dicho, así que es de suponer que este año el pregón empezará (diciendo) eso tan bonito de que "no se puede abandonar el barco cuando se hunde que si no...".
Pero no es por ahí por donde debe venir la enseñanza de este escrito. Lo que se pretende con él es hacer evidente que:
Nuestra máxima autoridad local se cree que porque puede hablar el último puede decir cualquier cosa. Y se equivoca, y además, lo malo no es que se equivoque, que eso allá él, lo malo es que como representante de la ciudad debe cuidar el no dar la nota.
Es evidente que una astracanada como utilizar el Juramento de la Procesión del Silencio para, dirigiéndose a Dios, "contarnos su vida" (política) lo hizo porque sabía que después de él venía el silencio, que de lo contrario no se hubiera atrevido ante la pitada que hubiera tenido que soportar.
Algo igual, aunque de distinto calibre, hace en los plenos. Siempre que interviene lo hace de forma que no se le pueda replicar.
Y ello lo lleva tan a rajatabla que incluso cuando no va a hablar nadie de su grupo antes, deja pasar la primera ronda de intervenciones para en la segunda y última, ser él quien diga la última palabra.
Cree que por "decir la última palabra" puede decir cualquier cosa y se equivoca. Primero porque es obvio que ya solo puede convencer a los suyos y segundo porque la última palabra en democracia no existe.
Véase: en el último Pleno, dijo, refiriéndose a la intervención del concejal de IU, relativa al avance sobre la revisión del Plan de Urbanismo, que difícilmente podía haber congruencia en decir que los principios del avance fueran aceptables y pensar sin embargo que lo que vendría detrás sería un mal urbanismo.
Es de suponer que a sus acólitos se les caería la baba, pero bastaría una réplica para indicarle que no hay la menor incoherencia en considerar unos principios buenos y temerse al mismo tiempo lo peor, baste de ejemplo lo que es el propio socialismo que él ¡defiende! ¿acaso no es bueno en sus principios? ¿acaso no es nefasto en su realidad palpable?
Y respecto a los plumeros (al avance del PGOU se le ve el plumero) que se le ven a las intenciones urbanísticas del equipo de Gobierno cítense a modo de ejemplo unos cuantos nada mas.
Primer plumero: El avance del PGOU revisado no va acompañado de la retirada del contencioso contra la Junta por el cual se defiende que se puedan hacer todas las aberraciones urbanísticas que se prohibieron desde instancias superiores.
Segundo plumero: El avance apuesta por aumentos de edificabilidad, hasta en la zona del casco histórico artístico (¿lo van a revitalizar al estilo del museo provincial que ha estropeado una de las vistas más agradables de la ciudad desde San Cipriano?).
Tercer plumero: El avance desliza algunas perlas coma la de "marinizar" el Parque de San Martin, donde pretenden hacer otro aparcamiento subterráneo coma en La Marina. Amenaza que se cierne también sobre el
Parque del Castillo al que le quieren hacer algo que no confiesan.
Cuarto plumero: No retiran la idea de orillas-cementeras del Plan Especial del Rio.
Quinto plumero: No definen cantidad de cosas que si son de relieve como para figurar en un avance siempre que éste sea sincero.
FRANCISCO MOLINA (*) (*) Concejal de IU. La Opinión de Zamora. 22 de Marzo de 1995