ALERGIA INTELECTUAL
Esta enfermedad, no mortal pero aburrida y cansada para quien la padece y quienes le rodean, es de reciente descubrimiento (hecho además en Zamora).
Hoy se expone aquí todo lo que hay investigado sobre ella, para ver si alguien se decide a hacer una tesis doctoral que permita afrontar su erradicación o al menos descubrir una vacuna que la alivie.
La alergia intelectual, como su denominación indica, consiste en un rechazo espontaneo, visceral, no razonado, de ciertas mentes que se niegan a aceptar como útil, o bueno, o aprovechable, algo que no haya salido de sus cabecitas.
Entre los pacientes de esta enfermedad el 100% son varones y el 0% hembras.
No hay error en las cifras la realidad es así y qué se le va a hacer.
La alergia intelectual es una enfermedad que aunque sólo afecta a hombres (hasta ahora), no supone que la padezcan todos ellos, ni muchísimo menos.
El factor de riesgo se dispara en (aunque casi podría decirse que se circunscribe a varones con pretensiones.
¿Qué pretensiones? Las de ser él, el más listo, las de ser el mejor, las de ser el que más sabe, las de ser un intelectual.
Conviene recordar aquí que la diferencia entre la persona “intelectual” y la corporal, radica en que aquella tiene más grande la cabeza que el cuerpo, y ésta al revés.
Dicho de otra manera, la “intelectual” reprime el cuerpo y jalea la mente, mientras que la “corporal” pone su saber al servicio de su cuerpo serrano.
El síndrome típico de la alergia intelectual se detecta con un sencillo experimento: siéntese al presunto paciente en un sillón de mando (si por las circunstancias ha de ser un taburete-social no importa, todo le vale al enfermo). Encárguesele, posteriormente, un trabajo sobre cualquier cosa (incluso se le puede dar a elegir).
Cuando lo presente rodéesele de gente cuya única voluntad sea aportar mejoras al trabajo.
Si nuestro paciente padece alergia intelectual, una a una ira rechazando todas las sugerencias.
Según el grado de grosería, violencia o cajas destempladas con que va reaccionando, se constata, de manera evidente, el grado de desarrollo que ha adquirido la enfermedad en el individuo.
La alergia intelectual prende con más facilidad en hombres que en mujeres, como se ha dicho.
De entre los hombres, se da infinitamente más entre los que tienen estudios (aunque tampoco hace falta que sean muy complicados) que entre los otros.
Y dentro de todos ellos, donde casi es imposible no detectar los síntomas es entre los niños de mama.
Conviene tal vez recordar que así como hay hijos de papa, que no se describen porque todo el mundo sabe como son, existen también (aunque menos estudiados) los hijos de mama.
Los niños de mama son hombrecitos que van a invertir toda su vida en demostrarle a su madre (presente o no, que ellos eran los más dignos de su amor, más que el papá, más que el hermanito, más que la hermanita, más que Dios.
Y es esa lucha obsesiva y sin premio posible, (porque madres no hay más que una y está dale que te pego al culebrón), la que hace que esos seres sean terreno abonado a la alergia intelectual:
lo que no se les haya ocurrido a ellos tiene que ser malo, porque si fuera bueno se les habría ocurrido a ellos.
¡Ay!. Que niñito más listo y guapo tengo. ¡¡¡Cielo!.
FRANCISCO MOLINA . El Correo de Zamora. 1992. Imperecedero