jueves, 27 de febrero de 2020

EL PALO Y LA ZANAHORIA


EL PALO Y LA ZANAHORIA

Se conoce por esta expresión, “palo y la zanahoria", a un tratamiento para educar a la gente.

Se basa en los "reflejos condicionados", que son esos reflejos por los cuales "dos sensaciones que no tienen nada que ver" quedan enlazadas entre sí, de tal manera que cuando aparece una de ellas (la secundaría) emerge en la mente (en el organismo) la otra (la primaria).

Bueno, es lo del "perro de Paulov", que a fuerza de oír una campanilla cada vez que le ponían comida llegó un momento en que con solo oír la campanilla (aunque no le pusieran comida) segregaba saliva como si le hubieran puesto comida.

El método educativo del palo y la zanahoria, consiste en educar al burro dándole un golpe (un palo) cuando hace una cosa mal y dándole una zanahoria cuando la hace bien.

A partir de ahí, el burro, por burro que sea (o cuanto más burro mejor) aprenderá que "hay cosas que se pueden hacer" y cosas que "no se pueden hacer".

Este método educativo es ancestral y no necesita Escuela del Profesorado, recordemos todos lo bien que lo aplican (por instinto) esas "perfectas casadas" (y otras) cuando te paran en seco (nunca mejor dicho) en la cama si te has portado (el palo) o te matan a besos (te colman de mimos) si te has portado bien (la zanahoria).

Portarse mal puede ser simplemente haber llegado tarde (a casa) y portarse bien, no hay zanahoria que te lo aclare.

Pero de eso tan emocionante no es de lo que se quiere hablar hoy, así que reconduzcámonos.

El método educativo o tratamiento de domesticación o domestificación (del verbo domesticar) es muy usado en las dictaduras o en democracias no civilizadas.

La gente se tiene que enterar de que, o colabora y tendrá zanahoria, o es díscola, en cuyo case recibirá palo.

Sin embargo, la democracia-democrática (más fina ella) no puede dar palos por no colaborar, ya que eso iría contra la Justicia (no sería justo) y contra la libertad (si no puedo hacer políticamente lo que quiera... no hay democracia).

Y sin embargo en la democracia (como en la dictadura) el poder tiene que tener al pueblo domesticado.

Pero... ¿cómo domesticar al pueblo, a los burros, si no puedes aplicarles el tratamiento del palo y la zanahoria?

Pues con el palo y la zanahoria, pero usados de otro modo.

Se trata de que el burro camine y no se niegue a llevar la carga.

Para ello se le pone al burro un palo por encima de la cabeza, saliendo hacia adelante, por entre las orejas y horizontal respecto al suelo.

Y en el extremo del palo se cuelga una zanahoria, de forma tal que esta aparezca delante de los ojos del pueblo (perdón, del burro) a una distancia de un metro más o menos.

Así el burro, al ver la zanahoria al alcance de la vista camina hacia ella, pero ésta, por estar sujeta por el palo (que se mueve con el burro) también se desplazará, de forma que el animal nunca alcanzará la zanahoria; aunque como siempre tendrá la ilusión de que la podrá coger no parando de andar.

Pues bien, lo de Maastricht (cría Maastricht y te sacarán los ojos).  Lo de Maastricht, decíamos, o sea esto tan bonito de Europa es la última zanahoria que le han colgado del palo al pueblo español.

 Y así, éste, camina (acepta sacrificios sin cuento) a cuenta de que alcanzará la zanahoria (cuando una vez en Maastricht veremos que no hay nada de lo prometido).

Salvo otro palo y otra zanahoria colgada.

Y así el poder nos toma el pelo, y el trabajo estable, y las pensiones, y la salud y la enseñanza y el nivel de vida y el Sunsum Corda.

FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Imperecedero

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